Meditación y Autocuidado: ¿cómo ayudar al sanador herido?

Meditación y Autocuidado: ¿cómo ayudar al sanador herido?

Por Francesca Nilo


Introducción

En este artículo abordaremos, desde mi experiencia personal, las relaciones que he observado entre autocuidado, relación terapéutica y práctica de meditación. Los terapeutas y las personas que trabajan con el sufrimiento ajeno pueden, desde una disciplina simple y profunda, cuidarse a sí mismos en su relación con el trabajo clínico. Dentro de este artículo utilizaré como metáfora el mito de Quirón, el sanador herido, y lo que esto implica en términos de lidiar con el sufrimiento humano propio y ajeno de manera cotidiana.

Inicié mi trabajo como psicóloga clínica hace 26 años y, en los últimos 15, mi práctica profesional se vio favorablemente afectada debido a que comencé a practicar la Meditación Shamatha-Viphashana, también conocida como práctica de mindfulness (atención plena).

Por años, antes de atender a mis pacientes meditaba por aproximadamente una hora en el Centro de Meditación Shambhala Chile (fundado 30 años atrás por Francisco Varela y Leonor Palma) y después, partía a mi consulta con una “mente meditada”. En este Centro tomaba cursos y además tenía acceso a un instructor de meditación (IM). Recuerdo que en una entrevista con mi instructor Acharya Simón Luna, un enorme norteamericano avecindado en Chile con la misión de compartir el Dharma, me dijo: “es muy importante que sepas cada día como está el cielo de tu mente y, de acuerdo a eso, veas qué vas hacer con ese día”

Estas palabras han calado hondo en mí y me han permitido trabajar con mi mente, ha tenido un impacto en mi forma de trabajar con mis pacientes, me ha permitido ayudar a otros terapeutas y a otros profesionales que trabajan con el sufrimiento humano en su autocuidado.

El Cielo de Nuestra Mente

Cuando se entrega la Primera Instrucción de Meditación Shamatha se utilizan varias imágenes, siendo una de ellas que “la mente humana es tan vasta como el cielo, como un cielo azul despejado y los pensamientos son como nubes que se mueven según el viento las sople.”

Ahora bien, cada mañana el cielo de nuestro planeta amanece distinto, puede ser que esté lleno de nubes blancas enormes o con pequeñas nubes aisladas, a veces podrá estar completamente nublado o lloviendo con rayos y truenos.

Resulta muy importante conocer el estado del cielo –lo que conocemos como “el tiempo”– para saber si uno necesita usar una camisa, paraguas o un abrigo más grueso, y esto lo sabemos hacer, de hecho tendemos a escuchar todos los días a los meteorólogos, esos profesionales que son parte formal de las noticias en todos los países. Ahora me resulta extraño pensar en cómo podemos estar acostumbrados a estar pendientes del clima, de cómo va estar el cielo sobre nuestras cabezas y, sin embargo, olvidarnos de prestar atención a cómo amanece cada uno de nosotros en el cielo de nuestra mente.

Este cielo se refiere a cómo estamos anímicamente, cómo sentimos nuestro cuerpo, cuáles son las emociones que estamos sintiendo, cuáles son los pensamientos que estamos pensando y si estamos abiertos o no al ambiente y a los otros. Si bien el saber cómo está el cielo de la mente podría ser algo importante para todos, resulta ser algo necesario y primordial especialmente para las personas que trabajamos con el sufrimiento ajeno.

Otro aspecto que cambió mi forma de estar con los pacientes, fue otro comentario de Simón Luna: “el lugar de la mente es aquí, (señaló su corazón) y en occidente pensamos que es aquí (señaló su cabeza); con la meditación se une lo que sea que está en la cabeza con lo que sea que está en el corazón”. Entonces, una mente meditada es una mente que sincroniza adentro y afuera, mente y cuerpo, corazón y cabeza, pensar y sentir.

Sakyong Mipham Rinpoche profundiza más en esto y dice: “Así como el viento sopla, así como el río fluye los seres humanos sentimos y esto es lo que nos convierte en seres humanos, nuestra capacidad de sentir”. De esta manera, por un lado la meditación nos permite estabilizar la mente, permanecer en el momento presente y, por otro, redescubrir lo que estamos sintiendo y pensando momento a momento, lo que resulta tremendamente importante para nuestra labor clínica al estar con otro.

El cielo de la mente sería, entonces, un lugar enorme y espacioso que a veces recibe dolor, duda, confusión y eventos traumáticos que son acogidos por el terapeuta en su mente corazón.

Si sabemos lo que estamos sintiendo con un paciente y si estamos entrenados en meditación, entonces podemos esperar a que nuestros pensamientos sean coherentes con nuestro sentir y que por eso las palabras dichas a los pacientes provengan de un estado genuino del ser.

El estado genuino del ser, se refiere a algo simple y profundo a la vez, que es la posibilidad de sostener la propia experiencia tal cual esta siendo en el momento presente sin pretender corregirla o cambiarla de ninguna forma. Es poder habitar el momento presente con todo lo que esto implica.

Lo anterior resulta muy importante en la sesión para la relación terapéutica en cuanto a que decirle a un paciente y muy importante post sesión para la relación con uno mismo en cuanto a ejercer autocuidado. El ritmo más lento que se empieza a instalar en una mente meditada permite que surjan preguntas post sesión:

  • ¿Quedé cansada?
  • ¿Quedé con energía
  • ¿Quedé triste?
  • ¿Quedé alegre?
  • ¿Quedé enojada?
  • ¿Quedé indiferente?

Si puedo saber esto de mi misma podré hacerme cargo de mi propio estado anímico.

Quirón, el sanador herido

Relacionado con lo anterior y después de años de experiencia clínica, me parece que indudablemente las personas que trabajamos con el sufrimiento ajeno hemos tenido experiencias de sufrimiento que nos han sensibilizado al tema. Esto me ha llevado a pensar en el mito de Quirón.

Desde la intensidad dramática de la mitología griega recibimos este relato de un ser, mitad hombre mitad caballo, que fue concebido en la pasión de una persecución injusta, en un contexto de engaño y posterior abandono. Todo lo anterior lleva al ser mitológico a buscar conocimiento y sabiduría a modo de compensación de sus “defectos”.Quiron resulta ser brillante en su saber y muchos estudiantes, héroes, quieren aprender con él, lamentablemente resulta herido por uno de ellos. Esta herida es algo que no puede sanar y que lo lleva nuevamente a buscar diversas formas de conocimiento transformándose en un erudito y sanador brillante que sin embargo no puede curarse a si mismo.

Por esto se reconoce a Quirón como el sanador herido, pues representa las cosas que podemos hacer muy bien por los demás, pero que no somos capaces de hacer por nosotros mismos. Podríamos pensar que solo un sanador herido puede abrirse al espacio de cuidar a otros que sufren, ya que el cuidador o la cuidadora sabe de sufrimiento.en su propia vida lo ha experimentado, a veces lo ha olvidado y reprimido y otras, elaborado en trabajos terapéutico personales.

Con lo anterior quiero señalar basicamente que es muy dificil sostener el autocuidado para alguien que trabaja con el tema de cuidar a los demás y por otro lado se hace tan necesario reconocer con humildad y paciencia que uno también necesita ayuda y que es muy importante realizar las acciones necesarias para recibirla.

Autocuidado

¿Qué significa saber cuidarse a uno mismo? Entenderemos autocuidado desde esta perspectiva: la capacidad de poner atención y darse cuenta de uno mismo, para acoger lo que surge momento a momento en el presente, de modo que uno pueda responsabilizarse de sí mismo en cuerpo, mente y espíritu, y actuar de acuerdo a lo que necesite para poder ejercer la acción del cuidado personal.

Cada terapeuta, siguiendo con los mitos, debería conocer su talón de Aquiles, saber dónde está su herida, si está en un dolor físico (un órgano concreto, jaquecas, colon irritable, lumbago, hipertensión), en un dolor emocional (depresión, duelos, etc.) y/o a nivel del pensamiento (representado en conflictos actuales, pasados o futuros que pueden ocupar su mente, etc).
La meditación permite entonces, ejercer una función de autocontención, de toma de conciencia al posibilitar el darse cuenta del estado actual del sí mismo. Uno puede darse cuenta si uno está cansado, triste, alegre, si uno está con pensamientos recurrentes, si necesita tiempo, espacio, alimento, salir, quedarse etc. Aparecen, y uno es capaz de darse cuenta, todas aquellas informaciones propioceptivas que el cuerpo y la mente sincronizados pueden entregar en el ámbito del cuerpo, de los pensamientos y las emociones. A partir de esta información, el terapeuta puede tomar desiciones, redistribuir su tiempo, y realizar acciones coherentes con lo que descubra .

De esta forma, los terapeutas pueden ir reconociendo sus patrones habituales tanto mentales como corporales y emocionales, ya que la meditación, en su aspecto técnico, va produciendo una toma de contacto directo y profundo con el despliegue de la propia mente. Al estar practicando con gentileza, al poner atención en sentir la respiración y al tocar y soltar los pensamientos, es posible ver cómo se arman y se desarman pensamientos, sensaciones, emociones, y cómo algo que parecía tan difícil, era solo algo pensado, pero no vivido. Se puede producir un alivio, un descanso de la mente y también, se pueden generar darse cuentas o insights que a su vez permiten tomar las decisiones que finalmente facilitan una relación de cuidado responsable con uno mismo, para un bienestar personal que sin duda favorecerá un bienestar colectivo.

Mente Meditada

Cuando uno puede darse cuenta de cómo está el cielo de la propia mente, puede crear una alianza consciente con uno mismo y puede tomar responsabilidad por su propia herida. Llama la atención que en las carreras relacionadas con la salud como medicina, enfermería, psicología, terapia ocupacional, educación diferencial y otras, no exista un ramo de autocuidado dentro de la malla curricular. Nuestra cultura nos sigue llevando hacia el polo de la urgencia más que al de la prevención de los daños que, obviamente, pueden ocurrir al atreverse a trabajar con el dolor de los otros.

A continuación, veremos una síntesis de lo que llamo Patrones Habituales del Descuido. Estos pueden ser categorizados en tres áreas: del cuerpo, de las emociones y de los pensamientos. Algunos de ellos pueden ser pensados en continuos donde, en los polos, se encuentra el descuido:

Del cuerpo

  • Comer poco y mal / comer demasiado.
  • Dormir poco / dormir demasiado.
  • Desconexión corporal / obsesión con el cuerpo.
  • No respetar ritmos de evacuación corporal.

De las emociones

  • Registro emocional escaso / hipersensibilidad emocional.
  • Quedarse estancado en una emoción / buscar incesantemente sentir diversas emociones.
  • No poder llorar / solo poder llorar.
  • No poder enojarse / estar enojado todo el tiempo.
  • Evitar la angustia / estar angustiado constantemente.
  • Evitar el miedo / estar temeroso constantemente.

De los pensamientos

  • Ideas de culpa, vergüenza y agresión que se repiten que pueden provocar gran cansancio afectando el estado animico.
  • No permitirse decir NO.
  • No permitirse el descanso.

Desde mi punto de vista, estos patrones del descuido producen un círculo vicioso que puede llevar hacia la enfermedad. Por otro lado, con la práctica de meditación se puede interrumpir este el ciclo del descuido. La atención plena Shamatha, permite la consciencia plena Vipashana, que nos puede entregar información para llegar a saber cómo nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestras emociones descansan, entendiendo que no existe una receta replicable y que cada cuidador, si está conectado consigo mismo, sabrá que necesita y podrá tomar acciones preventivas más que de urgencia.

La práctica de meditación facilita una conexión que ya está dada. Como dice Trungpa Rimpoche: uno no enseña a meditar, solo ayuda a que los otros recuerden cómo poner atención y darse cuenta que es algo que ya saben hacer.

Finalmente, solo me queda recordarles la pregunta: ¿Cómo está el cielo de tu mente?

Referencias

ChogyamTrungpa (2005). Nuestra Salud Innata, Un Enfoque Budista de la Psicología. Barcelona: Kairòs.
March, J. (2008). Diccionario de mitología clásica. España: Crítica.
Miller, A. (1998). El drama del niño dotado. España, Tusquets Editores.
Nilo, F. (2011a). Documento de Trabajo para Auto Cuidado de Equipo FAE del Hogar de Cristo. Archivo personal.
Nilo, F. (2011b). Espiritualidad y Psicología: La Persona del Terapeuta, Meditación y Auto cuidado, Santiago: Ediciones UDD.
SakyongMiphan (2003). Convertir la mente en nuestra aliada. Bilbao: Desclee de Brouwer.

Espiritualidad: cómo afecta a tu salud física y mental

Espiritualidad: cómo afecta a tu salud física y mental

¿Alguna vez te has preguntado si tu fe o tu espiritualidad tienen un impacto sobre tu salud?

De forma esporádica las noticias presentan a alguien que ha experimentado un profundo milagro médico, como la desaparición de la enfermedad que, según los informes, llevó hacia la santidad a la Madre Teresa.

Sin embargo, estos profundos milagros no le suceden a las personas corrientes ¿Qué pasa entonces con la espiritualidad cotidiana? ¿Puede ser igualmente sanadora?

En un artículo publicado en 2003 por el Journal of the American Psychologist titulado “Religión y espiritualidad: vínculos con la salud física“, los autores presentan evidencia que vincula la religión o la espiritualidad en relación con la mortalidad, la discapacidad o la recuperación de una enfermedad.

Basándonos en éste y en otros estudios que se citarán más adelante, hemos considerado estos cinco beneficios que la espiritualidad puede aportar a la salud física y mental de una persona.

Contenido del artículo 

1 1. Conectividad: un sentimiento de “No estoy solo”
2 2. La Comunidad y el apoyo social
3 3. La meditación como curación
4 4. Una estrategia de afrontamiento
5 5. Esperanza

1. Conectividad: un sentimiento de “No estoy solo”

La fe y la espiritualidad te conectan a un ser y a un poder superior. Puedes poner a ese ser superior el nombre que quieras: Jesús, Alá, Creador, Ser Supremo, Energía, Buda… Hay muchas posibilidades.

Sin embargo, el nombre no es tan significativo desde el punto de vista psicológico, como tener esa sensación de esta conectado a un ser superior que te protege.

Esto no es sorprendente, ya que la investigación muestra cómo la soledad juega un papel importante en la génesis de la enfermedad mental. La sensación de un poder superior, de algo o alguien, una fuerza externa a ti mismo te da un sentido de pertenencia y unión que ayuda en muchos casos a no sentirte solo.

2. La Comunidad y el apoyo social

Generalmente la espiritualidad involucra una comunidad de la iglesia o un grupo de creyentes que comparten valores comunes. Esta comunidad podría estar en línea, en una mezquita, una sinagoga, una iglesia o un templo. Una vez más el lugar es lo menos importante.

La actual tendencia al individualismo, el estilo de vida acelerado, la movilidad geográfica y cultural, han evolucionado en las últimas décadas, haciendo que algunas comunidades forjadas naturalmente desaparezcan de la vida cotidiana.

El Dr. Jeff Levin, un epidemiólogo social que ha estado recolectando datos durante treinta años para ver si existe un vínculo entre espiritualidad y salud, concluye que entre el 80 y el 90 por ciento de los estudios consultados muestran una correlación positiva entre ambas variables.

En su informe, que incluyó más de doscientos estudios sobre la fe y la salud, descubrió que los creyentes que tienen una comunidad espiritual común tienden a tener una estructura de apoyo social, que mejora su salud general.

Una comunidad organizada alrededor de la fe permite que las personas se sientan conectadas, no solo con un poder superior sino también entre sí. Incluso aquellos que pueden sentirse desconectados de sus familias pueden encontrar una familia en su fe o en su espiritualidad.

3. La meditación como curación

El Dr. Levin también señala en su investigación: “La meditación y la oración pública generan emociones positivas, que pueden beneficiar la buena salud general”.

La espiritualidad proporciona de este modo una salida para reflejar y aliviar el estrés y el dolor. Puede ser una experiencia de aprendizaje para quien busca obtener sabiduría u orientación. O puede ser una simple desconexión de lo cotidiano que se convierte en un momento de unión con Dios, la naturaleza o la energía positiva.

Muchos estudios han reportado que la oración y la meditación proporcionan alivio físico o esperanza en la curación: Un seguimiento de tres años realizado sobre pacientes psiquiátricos en relación a los efectos de la meditación vio una reducción significativa del estrés en el tratamiento de los trastornos de ansiedad.

Este otro estudio publicado en el Journal of Psychosomatic Medicine informó que “la intervención de reducción de estrés basada en la meditación en atención plena (mindfulness)” ayudó a disminuir los síntomas en pacientes con psoriasis.

La meditación y la oración no solo proporcionan una salida, sino que también pueden reducir el estrés, acelerar la recuperación e incluso disminuir la presión arterial y fortalecer el sistema inmunológico.

Harold G. Koenig, MD, en su investigación como director del Centro de Espiritualidad y Salud de la Universidad de Duke, descubrió que quienes se benefician más de la religión y la espiritualidad son quienes asisten a servicios religiosos y practican la oración o la lectura espiritual en el hogar de forma regular.

El Dr. Koenig, quien dirige seminarios para el programa de Educación Continua de la Facultad de Medicina de Harvard y es autor de un buen número de libros sobre el tema, descubrió que las personas que asisten regularmente a los servicios religiosos, rezan individualmente y leen la Biblia, tienen menos probabilidades de sufrir ciertos tipos de hipertensión, tienen sistemas inmunes más fuertes, tienden a ser hospitalizados con menos frecuencia y abandonan el hospital antes que aquellos que rara vez o nunca asisten a la iglesia.

4. Una estrategia de afrontamiento

La espiritualidad puede dar un sentido profundo a la vida, al sufrimiento y a la muerte que nos ayuda en el transcurso de nuestras vidas.

La investigación publicada a este respecto en el Journal of Behavioral Medicine señala: “Una gran cantidad de estudios sugieren que las personas confían en su espiritualidad y su fe religiosa cuando se enfrentan a enfermedades, y que estas formas de afrontamiento generalmente se asocian con resultados de salud positivos.

Eso incluye menos depresión y una mayor supervivencia, menos complicaciones pos-quirúrgicas y un inicio retrasado y una progresión más lenta de la discapacidad física”.

Las creencias religiosas suelen proporcionar significado, o dar una explicación ante la dificultad y el dolor, ayudando a la persona a sobrellevarlo mejor.

Algunas tradiciones de fe aportan una historia narrativa o una lista moral de cosas que hacer. De esta manera, la espiritualidad proporciona respuestas a muchas de las preguntas que el ser humano se hace: ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué debo hacer con mi vida?.

La espiritualidad, al proporcionar respuestas, proporciona también un sentido de propósito y dirección. Aquellos que han encontrado un propósito en la vida, la encuentran más intencional y significativa, mejorando el bienestar mental y la salud física.

5. Esperanza

La esperanza es un sentimiento de expectativa y deseo de que algo suceda, es un estado de ánimo en el que se nos muestra como posible aquello que anhelamos. Comparado con el resto de beneficios que la espiritualidad proporciona, probablemente la esperanza sea el mejor de todos.

Ya sea esperanza para la realización personal en la vida cotidiana, o esperanza para la felicidad eterna en próximas vidas, la mayor parte de las creencias religiosas incluyen la esperanza como una virtud clave.

Altos niveles de esperanza están asociados con un mejor desempeño y éxito académico, deportivo y profesional, un mayor bienestar físico y psicológico y mejores relaciones interpersonales (Lopez & Snyder, 2009; Lopez, 2013), y desde el ámbito de la psicología positiva, la esperanza es entendida como una estrategia que ayuda a abordar la vida desde el «sí» y el “yo puedo”.

Igualmente, las personas con alta esperanza parecen más orientados a formar conexiones con otras personas, ya que muestran interés por las metas de los demás, disfrutan de interactuar con otros y perciben mayor apoyo social (Lopez & Snyder, 2009).

En resumen, la investigación muestra que el nivel de religiosidad o vida espiritual está directamente relacionado con la salud y la recuperación en general.

La vida de fe parece ciertamente poder ayudar a disminuir el estrés y la depresión, así como a la recuperación de enfermedades físicas.

Tal vez no sea mala idea incluir entre nuestros hábitos unos minutos al día de lectura espiritual, de oración o de meditación. Esto nos conectará con nosotros mismos y también con una “energía superior” que, sin importar su nombre o su procedencia, parece ser tan buena para nuestros cuerpos como lo es para nuestros espíritus.

Referencias Bibliográficas

Kelley, B. S., & Miller, L. (2007). Life satisfaction and spirituality in adolescents. Research in the Social Scientific Study of Religion, 18, 233–262.
Marques, S.C., Lopez, S.J. & Mitchell, J. J Happiness Stud (2013) 14: 251. https://doi.org/10.1007/s10902-012-9329-3.
Wachholtz, A.B., Pearce, M.J. & Koenig, H. J Behav Med (2007) 30: 311. https://doi.org/10.1007/s10865-007-9114-7.

Fuente: www.psicopedia.org

¿Cómo empezar a usar el Mindfulness contra el estrés?

¿Cómo empezar a usar el Mindfulness contra el estrés?

¿Qué hacer para incorporar el Mindfulness en nuestro día a día y gozar de sus beneficios antiestrés?

Vivimos en una sociedad frenética, que ha adquirido ritmo propio, que siempre tiene prisa, que siempre tiene algo que hacer. Hoy en día, “no hacer” significa no ser productivo, no estar al día, no aprovechar el tiempo, en definitiva “no ser”.

La sensación que produce este estilo de vida es la de tener que estar continuamente ocupados, conectados; nos mantiene alerta, mecanismo relacionado con las respuestas del estrés.

Sin embargo, es cierto, que el estrés es necesario para la supervivencia de la especie, pero a largo plazo, cuando el estrés se mantiene en el tiempo, los niveles de cortisol elevados (hormona relacionada con el estrés) tienen efectos perjudiciales para la salud.

Por tanto, el estrés, es sin duda, uno de los grandes problemas de la sociedad y afecta a cada vez más población en determinados momentos de la vida. Y las consecuencias son claras, cada vez más gente sufre dolencias como depresión, ansiedad y enfermedades psicosomáticas, todas ellas asociadas los niveles altos de estrés.

Las claves del Mindfulness como herramienta contra el estrés

Pero… ¿qué es lo que subyace bajo la activación de los mecanismos del estrés? Muy relacionada con el estrés, está nuestra capacidad para reconocer y gestionar nuestra actividad mental.

Nuestra mente se encuentra en constante diálogo, rumiando, yendo al pasado y haciendo anticipaciones al futuro, planificando, etc. Por lo tanto, es importante que aprendamos a reconocer cuáles son los pensamientos que vienen a nuestra mente, y qué sentimientos están asociados a estos pensamientos.

Desde esta perspectiva trabaja la filosofía Mindfulness, que se basa en aprender a tomar consciencia, para focalizar nuestra atención en aquello que queremos y disfrutar así de una experiencia plena, sin estar absortos en otros pensamientos.

Desde hace algunos años el Mindfulness se ha ido instalando en nuestras vidas como una fórmula para aprender a disfrutar de la vida plenamente. Pero… ¿de dónde surge esta idea?

Fundamentos en una tradición milenaria

Mindfulness es una palabra de origen anglosajón, y es un término empleado para traducir la palabra “pali sati” que denota conciencia, atención, recuerdo. Esta atención plena, se conjuga con técnicas de meditación que tienen que ver con la tradición budista.

Podemos decir que Mindfulness es una cualidad de la mente, o una capacidad de estar consciente en el momento presente. La práctica del Mindfulness nos invita a valorar la vida desde una nueva perspectiva, la de ver con claridad lo que está ocurriendo en el “aquí y ahora”.

John Kabat-Zinn aporta una definición de Mindfulness que lo caracteriza como“prestar atención de manera intencional al momento presente, sin juzgar”.

La práctica de Mindfulness está teniendo muy buenos resultados en el ámbito de la psiquiatría y la psicología clínica. Y no es para menos, ya que los beneficios pueden hacerse notorios desde la primera práctica.

¿Cómo empezar a practicar?

Para empezar a practicar Mindfulness podemos hacerlo con meditaciones informales y después pasar a la práctica formal. La meditación informal es aquella que realizarnos cuando estamos prestando atención plena a determinadas actividades automáticas, es decir, que realizamos sin darnos cuenta o como se suele decir con el “piloto automático” puesto.

Son actividades que en general no son agradables ni desagradables y que hemos convertido en hábitos: ducharse, caminar de un lado a otro, cepillarnos los dientes, conducir, cerrar la puerta con llave antes de salir…

La propuesta desde la práctica informal de la consciencia plena es que elijamos una actividad o hábito que solemos hacer de manera automática y lo hagamos con plena consciencia. Para realizar las prácticas formales o meditaciones es necesario disponer de un lugar y un tiempo adecuados, ya que la consciencia plena es una cualidad de la mente, pero requiere de entrenamiento y para ello es necesaria la práctica diaria.

Una propuesta de formación en Mindfulness

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Para los que quieran iniciarse en la práctica de Mindfulness, o profundizar en la vivencia plena, en Centro TAP, desde nuestro compromiso por acompañar y crear espacios de crecimiento personal, utilizamos estas técnicas como complemento a nuestra labor terapéutica obteniendo muy buenos resultados a corto, medio y largo plazo.

Además, ofrecemos talleres de entrenamiento en Mindfulness para todas las personas que estén interesadas en conocer y profundizar en la práctica de esta disciplina. Aprender a disfrutar de la vida con consciencia y plenamente está en tu mano. ¿Te unes?.

 

Fuente: www.psicologiaymente.com

Cómo meditar (parte 1): Prepárate para meditar

Cómo meditar (parte 1): Prepárate para meditar

A continuación, presentaremos en 3 partes, un tutorial que explica paso a paso lo que debes tener en cuenta al momento de meditar. Si bien no hay una receta sobre cómo es hacerlo correctamente, hay algunos elementos que son importantes de considerar para que tu práctica resulte exitosa y gratificante. Vamos con la primera.

Parte 1: Prepárate para meditar

El objetivo principal de la meditación es concentrarse y poco a poco relajar la mente hasta liberar la conciencia. Según vayas progresando, notarás que puedes meditar en cualquier momento y en cualquier lugar, con lo cual lograrás la paz interior pase lo que pase a tu alrededor. El presente artículo te presentará los conceptos básicos de la meditación, lo que te permitirá comenzar tu viaje hacia la luz.

1) Elige un ambiente tranquilo.

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La meditación debe practicarse en un lugar tranquilo y silencioso. Esto te permitirá enfocarte exclusivamente en esta tarea y evitará que los estímulos externos invadan tu mente. Busca un lugar donde no te interrumpan durante la meditación, ya sea durante 5 minutos o media hora. No es necesario que el lugar sea tan grande, el vestidor de tu habitación o incluso tu oficina pueden servir, siempre y cuando sea un lugar privado. Para quienes recién empiezan en el mundo de la meditación, es muy importante evitar cualquier distracción externa. Apaga la televisión, el teléfono o cualquier aparato que haga ruido. Si pones música, elige canciones tranquilas, repetitivas y de armonías suaves, de modo que no te desconcentre. Otra opción es encender una pequeña fuente de agua, pues el sonido del agua corriendo puede ser muy relajante. El espacio de meditación no tiene que ser completamente silencioso, por lo que no es necesario recurrir a unos tapones para los oídos. El sonido de la podadora de césped o de un perro ladrando no deberá evitar una adecuada meditación. De hecho, estar consciente de estos sonidos sin dejar que dominen tus pensamientos es un aspecto importante para lograr una meditación exitosa. Muchas personas prefieren meditar al aire libre. Siempre y cuando no te sientes cerca de una carretera muy transitada o de algún sitio ruidoso, podrás sentir paz a la sombra de un árbol o sobre el césped en tu rincón favorito del jardín.

2) Ponte ropa cómoda. 900px-Meditate-Step-2

Uno de los principales objetivos de la meditación es tranquilizar la mente y bloquear los factores externos, cosa que podría ser difícil si no estás cómodo porque llevas puesta ropa ajustada o incómoda. Ponte ropa suelta y quítate los zapatos cuando medites.

Ponte un jersey o chaqueta si piensas meditar en un lugar frío. Si no lo haces, el frío que puedas sentir consumirá tus pensamientos y es probable que prefieras detener tu práctica rápidamente. Si estás en tu oficina o en un lugar donde no te puedes cambiar de ropa fácilmente, haz un esfuerzo por estar lo más cómodo posible. Quítate los zapatos, tus calcetines y la chaqueta, abre el primer botón de tu camisa y quítate el cinturón.

3) Decide durante cuánto tiempo deseas meditar.

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Antes de comenzar, debes decidir durante cuánto tiempo meditarás. Si bien las personas que ya practican la meditación recomiendan tener sesiones de meditación de 20 minutos dos veces al día, las personas que recién comienzan pueden meditar lapsos cortos como 5 minutos una vez al día. Además debes intentar meditar cada día a la misma hora: ya sea 15 minutos en la mañana al comenzar el día o 5 minutos a la hora de almuerzo. No importa la hora que elijas, pero intenta que la meditación sea una parte impostergable en tu rutina diaria. Una vez que hayas decidido cuál será tu horario de meditación, cúmplelo. No te rindas simplemente porque sientes que no funciona. Te tomará tiempo y práctica meditar de forma exitosa. Por lo pronto, lo más importante es seguir intentando. Aunque quieras tomar el tiempo de tu meditación, no te recomendamos ver constantemente el reloj. Puedes programar una alarma suave que te avise cuando tu práctica tenga que acabar o programa tu práctica para que finalice con cierto evento, por ejemplo, cuando tu compañero se levanta de la cama o cuando el sol empieza a iluminar cierta parte de la pared.

4) Realiza estiramientos.

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La meditación implica sentarse en cierto lugar durante un periodo de tiempo, así que es importante minimizar la tensión o presión antes de comenzar. Hacer estiramientos ligeros durante algunos minutos ayudará mucho a que te relajes y preparará tanto tu mente como tu cuerpo para la meditación. Además evitará que te concentres en algún punto de dolor en lugar de despejar tu mente. Recuerda estirar el cuello y los hombros, especialmente si has estado sentado frente a una computadora, y no olvides estirar también la espalda baja. Estira las piernas, especialmente la zona interna de los muslos. Verás que te será muy útil cuando medites en la postura de loto. Podrás encontrar más información sobre estiramientos aquí.

5) Siéntate en una posición cómoda.

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Como se mencionó antes, es muy importante que estés cómodo mientras meditas, por lo que es esencial que encuentres la mejor posición. Generalmente, la meditación se practica sentándose sobre un cojín en el suelo, en posición de loto o medio loto. A menos que tus piernas, cadera y espalada baja sean muy flexibles, la postura de loto tiende a doblar la espalda baja y evita que haya un equilibrio en el torso por la parte de la columna. Elige una postura que te permita tener el equilibrio necesario para que permanezcas derecho. Sin embargo, puedes sentarte sin cruzar las piernas, sobre un cojín, una silla o una banca de meditación. Tu pelvis deberá estar lo suficientemente inclinada hacia adelante para que tu columna esté centrada sobre las dos zonas óseas de tus glúteos. Este punto sostendrá tu peso. Para inclinar la pelvis en la posición adecuada, siéntate en el borde delantero de un cojín grueso o coloca algo de aproximadamente 8 a 10 cm (3 a 4 pulgadas) de grosor debajo de las patas posteriores de una silla. Las bancas de meditación generalmente están hechas con un asiento inclinado. Si tu banca no es inclinada, coloca algo debajo para inclinarla hacia adelante aproximadamente 1 cm (1/2 pulgada). Los más importante es que estés cómodo, relajado y que tu torso esté equilibrado de modo que tu columna soporte todo tu peso desde la cintura. Inclina la pelvis hacia adelante. Luego, comenzando desde la parte baja, coloca las vértebras de tu columna de forma que descansen una sobre otra y soporten todo el peso de tu torso, cuello y cabeza. Se necesita práctica para encontrar la posición que te permita relajar el torso casi completamente y solo un leve esfuerzo para mantener tu equilibrio. Cuando sientas tensión, relaja esa zona. Si no puedes relajarla sin dejar la postura, verifica la alineación de tu postura e intenta retomar el balance de tu torso de modo que el área afectada se relaje. La posición tradicional de las manos consiste en colocar las manos sobre tu regazo, con las palmas hacia arriba, con la mano izquierda encima de la derecha. Sin embargo, también puedes dejar reposar las manos sobre las rodillas o dejarlas sueltas a ambos lados. Elige la posición que prefieras.

6) Cierra los ojos.

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La meditación puede realizarse con los ojos abiertos o cerrados, aunque como principiante lo mejor sería que intentes meditar con los ojos cerrados. Esto bloqueará cualquier estímulo visual externo y evitará que te distraigas, ya que estarás enfocado en la tranquilidad de tu mente. Una vez que te acostumbres a la meditación, podrás probarla con los ojos abiertos. Esto puede ser muy útil si sientes que vas a quedarte dormido, que te concentras demasiado con los ojos cerrados o si vienen imágenes desagradables a tu mente (lo que les sucede a muy pocas personas).[1] Cuando mantengas los ojos abiertos, deberás hacerlo “suavemente”, es decir, sin enfocarte en nada en particular. Sin embargo, no deberás entrar en trance o quedarte con la mirada pegada a algo. El objetivo es sentirse relajado, pero alerta.[2]

Cómo Meditar (parte 2): Práctica de Meditación.

Fuente: WikiHow

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