por Carolina Herrera | Jul 25, 2018 | Uncategorized
Psicóloga experta en asertividad y autoestima y autora de ‘Quiero aprender… a quererme con asertividad’
«Si te educan desde la dependencia hacia el qué dirán, desarrollarás una forma de comunicarte sumisa o agresiva, pero difícilmente asertiva»
La asertividad y la autoestima son conceptos inseparables, según la psicóloga Olga Castanyer, que nos explica cómo trabajar la empatía y la inteligencia emocional para comunicarnos de manera asertiva.
Una sana autoestima es la base para aprender a comunicarnos con los demás de manera asertiva, según afirma Olga Castanyer, psicóloga clínica y autora de Quiero aprender… a quererme con asertividad (Desclée De Brouwer, 2018), porque para hacernos respetar y respetar a los demás, añade, es necesario que primero nos respetemos a nosotros mismos. Olga, que está especializada en asertividad y autoestima y su aplicación en el ámbito clínico y en la educación desde hace 20 años, nos explica cómo comportarnos y relacionarnos de manera asertiva y cómo enseñar a nuestros hijos a hacerlo porque, asegura, todas las personas “tienen la capacidad de ser asertivas, independientemente de cómo sea su personalidad”.
Tu anterior libro ‘La asertividad: expresión de una sana autoestima’ ha alcanzado ya la 40ª edición. ¿Qué novedades sobre este tema has querido desarrollar en ‘Quiero aprender… a quererme con asertividad’?
He querido darle más énfasis a la parte interna de la asertividad, que es todo lo que tiene que ver con cómo nos tratamos, respetamos y cuidamos a nosotr@s mism@s.
Tú eres experta en autoestima y asertividad. ¿Es posible disfrutar de una sana autoestima y no ser asertivo a la hora de comunicarse con los demás?
Sí, es posible. La parte externa de la asertividad son las estrategias de comunicación asertiva, “cómo decimos qué”. Aunque tengamos una buena autoestima, podemos haber aprendido un modelo de comunicación sumiso, simplemente porque es lo que hemos visto y nadie nos ha enseñado a comunicarnos de forma asertiva, o habernos asentado en una comunicación agresiva porque nuestro puesto de trabajo nos lo exige y, a partir de ahí, no sabemos comunicarnos de otra forma.
Pero si está la base, que es una autoestima sana, aprender estrategias de comunicación asertiva es peccata minuta, y lo aprenderemos rápidamente.
¿Cuáles son las principales características de la personalidad y los factores ambientales que más dificultan el desarrollo de la asertividad?
Características de la personalidad, ninguna. Todas las personas tienen la capacidad de ser asertivas, independientemente de cómo sea su personalidad. Y cada persona tiene que buscar sus puntos fuertes para desarrollar su asertividad a partir de ahí.
Respecto a los factores ambientales, los que más dificultan el desarrollo de la asertividad son las pautas educativas que se reciben de niño. Si te educan desde la dependencia hacia el qué dirán, la imagen que des a los demás, etcétera, desarrollarás una forma de comunicarte sumisa o agresiva, pero difícilmente asertiva.
En los adultos, un entorno laboral hostil, una situación de acoso o una sensación de no pertenencia pueden derivar en conductas sumisas o agresivas
También hay factores ambientales que influyen de adultos: un entorno laboral hostil, una situación de acoso, una sensación de no pertenencia…, pueden derivar también en conductas sumisas o agresivas.
Cuando enumeras los derechos de la persona asertiva incluyes el “derecho a elegir no comportarme de forma asertiva”. ¿Significa eso que en determinadas circunstancias o situaciones es mejor comportarse o comunicarse de otra forma?
Si, por ejemplo, tienes un jefe que abusa de tu tiempo y energía, pero sabes que si te opones, te echa, y a la vez tienes una familia que depende de ti y te resultaría muy difícil encontrar otro trabajo con esta remuneración…, te puedes acoger al derecho a no ser asertivo, y aparentemente ceder ante el jefe y mostrar una conducta sumisa. En realidad, estás siendo asertivo contigo mismo, porque estás eligiendo, previa consulta contigo mismo, lo que más te interesa en esa situación concreta.
Enseñar a los niños a ser asertivos
La asertividad es una habilidad social que se puede aprender. ¿Qué deben hacer los padres para enseñar a sus hijos a ser asertivos desde pequeños?
En primer lugar, predicar con el ejemplo, y me refiero a querer y aceptar incondicionalmente al niño y mostrar respeto hacia sus gustos, intereses, capacidades…, aunque no sean las nuestras. Si el niño siente que se le respeta, aprenderá a respetarse a sí mismo. Si ve en los padres una conducta de respeto, aprenderá a respetar a los demás.
Hay que aprender a tolerar la frustración de que los demás no hagan lo que nosotros queremos en cada momento, respetándolos
En segundo lugar, y dentro del respeto a cómo sea el niño, educar en límites: igual que tú tienes unos límites, los demás también los tienen, y hay que aprender a tolerar la frustración de que los demás no hagan lo que nosotros queremos en cada momento, respetándolos.
Y finalmente no dejar pasar y, por el contrario, trabajar con tu hijo, todas aquellas situaciones que le estén afectando y tengan que ver con la asertividad: si otro niño le agrede; si quiere negarse a algo que el grupo quiere; si tiene que expresar una opinión o un gusto diferente a los del resto, etcétera.
Y en la escuela, ¿cómo crees que se podría acostumbrar a los niños a ponerse en el lugar de los demás, y evitar de esta forma que se produzcan situaciones como el bullying?
Trabajando la empatía y la inteligencia emocional. Estos conceptos deberían de figurar en las escuelas como temas transversales, que se pueden introducir en cualquier asignatura y en cualquier nivel educativo, y no como una asignatura suelta a la que no se le concede importancia.
Comunicación asertiva en las redes sociales y en la pareja
Las redes sociales se han convertido en los principales canales de comunicación para muchas personas, especialmente los más jóvenes. ¿Cuáles son las claves para que también esa comunicación resulte asertiva?
Por un lado, cuidar el lenguaje. La comunicación en las redes sociales se basa en un gran porcentaje en el lenguaje, aunque a veces se limite a ser una frase suelta. Con una expresión despreciativa o insultante se puede hacer mucho daño en las redes sociales, por la difusión que tiene. Pero también no respondiendo a una provocación, o respondiendo de forma inadecuada (respondiendo simplemente “jajaja”, sin más) se está mostrando una sumisión.
En las redes sociales la clave es enviar mensajes claros que muestren exactamente lo que se quiere decir, y cuidando mucho las expresiones que pueden dañar a otros
La clave es enviar mensajes claros, que muestren exactamente lo que se quiere decir, sin esperar que los demás sobreentiendan y, por supuesto, cuidando mucho las expresiones que pueden dañar a otros. Y si hay que decir no, se dice ‘no’ sin disimulos ni emoticones que puedan trivializar el mensaje.
Hablando de redes sociales… ¿Se puede distinguir si una persona tiene una baja autoestima o no es asertiva analizando su uso de las redes sociales?
Vaya por delante que nadie tiene derecho a analizar a los demás para saber si tienen buena o mala autoestima, porque podemos utilizar esa información, que no sabemos si es acertada, para hacer mucho daño a una persona. Pero sí; las redes sociales son comunicación, y en nuestra forma de comunicarnos mostramos mucho de nuestro ser.
La persona con buena autoestima no tendrá necesidad de mostrar una y otra vez lo que hace y lo bien que lo hace, porque no necesita la aprobación externa
La persona que depende de los demás, que busca la admiración, el reconocimiento, incluso la envidia de los otros, está demostrando no sentirse bien consigo misma y necesitar del beneplácito ajeno. Las redes sociales ofrecen muchas posibilidades de ejercer esta dependencia de la aprobación de la gente, pero una persona con buena autoestima no tendrá necesidad de mostrar una y otra vez lo que hace y lo bien que lo hace, porque no necesita de esa aprobación externa.
Y en las relaciones de pareja, ¿cómo podemos evitar ‘perder los papeles’ en una discusión y comunicarnos siempre con la otra persona con asertividad?
“Siempre” es una palabra que no es muy útil ya que, aun intentando ser lo más asertivos que podamos, somos seres emocionales y a veces nos dejamos invadir por nuestras emociones. Si perdemos frecuentemente los papeles con nuestra pareja, podemos analizar qué está pasando. Detectar qué estímulos (frases, actitudes, temas…) nos afectan y pueden tener como consecuencia que perdamos los papeles. Observarnos y comprobar qué señales nos manda el cuerpo cuando estamos a punto de estallar (¿apretamos los dientes? ¿Nos decimos internamente algo? ¿Cerramos los puños?).
Con esta información podemos intentar prevenir la siguiente situación y elaborar un plan de respuestas asertivas que podemos emitir cuando se toquen ciertos temas o notemos determinadas señales corporales.
Fuente: webconsultas.com
por Carolina Herrera | Jul 11, 2018 | Uncategorized
La muerte es un hecho natural que debemos aprender a aceptar, porque solo así podemos asumir la pérdida y dar paso a la nueva vida que nos espera.
En Occidente, la muerte se ha convertido en un tabú y los ritos funerarios se hacen cada vez de manera más aséptica, de modo que los familiares no tengan apenas contacto con el muerto.
Tradicionalmente, el ritual tenía lugar en casa y los niños asistían al velatorio, que duraba días, con toda naturalidad. Esto les daba una cercanía con la muerte, integrada a la vida cotidiana como un elemento más del devenir.
El actual rechazo a todo lo que tiene que ver con el deceso ha provocado un incremento del miedo a la muerte, pues se ha convertido casi en una desconocida. Esto hace que también nos resulte más difícil despedirnos de nuestros seres queridos.
La lección de la mostaza
Un relato que empezó a popularizarse hacia el siglo V ilustra cómo Siddhartha Gautama abordaba este tema.
Esta fábula no hace menguar la tristeza, pero nos permite compartir. No se puede pretender que la persona que ha sufrido una pérdida se libere enseguida de la tristeza y el dolor, ya que asimilar la muerte de un ser querido requiere tiempo.
Una mujer llamada Kisa Gotami fue una vez a ver al Buda, muy trastornada por la muerte de su hijo. Con el niño entre sus brazos, la madre imploró que le devolviera la vida.
—De acuerdo –respondió el iluminado–, pero primero debes traerme una semilla de mostaza.
—¡Una semilla de mostaza! ¡Qué fácil!
—Pero, debes tomarla de una casa donde no haya muerto nadie.
Kisa Gotami salió corriendo a pedir una semilla de mostaza y llamó a una casa tras otra. Pero al preguntar si alguien había fallecido en la casa, la respuesta era siempre:
–Desgraciadamente sí. Los muertos son muchos, y los vivos, pocos.
La mujer estaba totalmente desesperada y se preguntaba dónde podría encontrar la semilla que necesitaba. Finalmente comprendió el mensaje: la muerte llega a todo el mundo. Así pues, fue a reunirse con el Buda y dejó a su hijo en el suelo, diciendo:
–Ahora sé que no estoy sola en este inmenso duelo. La muerte llega a todos.
Las 5 etapas del duelo
La psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross fijó en su libro de 1969 On death and dying («Sobre la muerte y el morir»), las cinco etapas del duelo, tanto si se trata de la muerte de un familiar como del diagnóstico en la propia persona de una enfermedad terminal:
- Negación. La primera reacción del individuo es defensiva y de incredulidad. Se dice interiormente: «Esto no puede estar pasándome a mí.»
- Ira. La segunda fase es de rebelión e indignación: «¿Por qué tiene que pasarme esto a mí? ¡No es justo!»
- Negociación. Se da sobre todo cuando la muerte no ha llegado aún, en enfermos terminales. La persona tiene la esperanza de retrasar el fin y piensa cosas como: «Dios, solo necesito un poco más de tiempo para…»
- Depresión. Una vez aceptado el hecho inevitable, la persona se entrega a la tristeza y se hace preguntas sobre el sentido último de la vida: «¿Para qué vivir si luego hay que morir?». Según Kübler-Ross, no hay que intentar alegrar a la persona que está en esta fase, que debe ser respetada.
- Aceptación. El individuo reconoce que «dado que no hay remedio, debo asumirlo». Es una fase de paz en la que se deja de luchar contra la muerte y el dolor va remitiendo.
El pensador romano Marco Aurelio escribió:
«No hay que temer a la muerte, sino a no haber empezado nunca a vivir»
El temor a la muerte enmascara muchas veces un temor a la vida: se sabe que en realidad no se está sacando jugo a la existencia.
La mayoría de personas pasan, de hecho, por diferentes «muertes» a lo largo de su vida. Quien sufre un despido, un divorcio o una ruina económica se encuentra de pronto en un lugar totalmente distinto en el que debe integrar la pérdida y aprender a vivir de nuevo.
El problema es cuando intentamos entrar en la siguiente etapa sin haber «dejado ir» la anterior, ya que entonces continuaremos anclados al pasado.
La Teoría U: si no dejar ir, no dejas venir
La llamada Teoría U, de Otto Scharmer (Ed. Eleftheria) trata esta cuestión. Muchas personas no logran que suceda nada realmente nuevo en su vida –encontrar la pareja, descubrir otra vocación– porque analizan su vida en clave de pasado. Filtran todo lo que les sucede a través de lo que ya han vivido, manteniendo las mismas ideas preconcebidas.
Según Scharmer, hasta que no dejemos ir el pasado, no llegarán los regalos del futuro. En la «Teoría U» esto se sintetiza con dos frases en inglés: sin el Let it go («déjalo ir») no puede haber Let it come («deja que llegue»).
Cualquiera que sea nuestro duelo, una vez hayamos comprendido y honrado el pasado, debemos dejarlo allí para abrir puertas a lo nuevo. Si lo hacemos así, permitiremos que lleguen otras experiencias que darán valor a cada día de nuestra vida.
Los cuatro mandamientos de Elisabeth Kübler-Ross
- Vive de tal forma que, cuando mires hacia atrás, no lamentes haber desperdiciado tu existencia.
- Vive de tal forma que no lamentes las cosas que has hecho ni desees haber actuado de otra manera.
- Vive con sinceridad y de manera plena.
- Vive.
Después de la pérdida
La doctora en metafísica Anji Carmelo señala que, tras completar el duelo, llega el momento de honrar al difunto a través del recuerdo y la renovación personal, de modo que podamos integrar lo mejor de quien acabamos de perder.
- Es importante buscar momentos de armonía y paz, que se pueden fomentar por medio de encuentros con la naturaleza, la música, la lectura y la relajación.
- El paso siguiente es la conversión del bienestar interno en una manifestación real externa y la mejora de la vida cotidiana, haciendo algo bueno para uno mismo.
- Vale la pena entonces volver a conectar con las personas queridas, redescubrir pequeños placeres y permitirse disfrutar de ellos.
- Y finalmente, analizar y valorar las vivencias y ver cuán enriquecido y fortalecido se está, sabiendo que ya nadie ni nada podrá separarnos del familiar o amigo tan querido, ya que se lleva dentro del corazón en paz y armonía.
Fuente: mentesana.es
por Carolina Herrera | Jul 6, 2018 | Uncategorized
Todos somos conscientes de que el clima influye en nuestro estado de ánimo. De hecho, a la mayoría nos afecta en cierto modo la llegada del calor o los días lluviosos, los días soleados o los días grises, por ejemplo. Pero, ¿cómo funciona realmente este impacto? ¿Es algo meramente psicológico o tiene el tiempo un efecto real sobre nuestro organismo?
A continuación vamos a ver cuál es la influencia del clima en nuestro estado de ánimo y algunos datos curiosos que pueden resultar muy útiles.
El invierno nos desanima
Con el invierno, además del frío, llega el llamado trastorno afectivo estacional. En inglés muchos bromean con ello, puesto que lo conocen por sus siglas, SAD (Seasonal Affective Disorder), ya que “sad” significa triste. Pero, sin embargo, para muchas personas el frío no tiene ninguna gracia.
Se cree que los que sufren este trastorno pueden sentirse particularmente afectados por la falta de luz durante los meses de invierno más oscuros. De hecho, los estudios han encontrado que cuando estas personas se exponen a la luz del sol, sobre todo durante las horas de la mañana, tienden a sentirse mejor.
Aunque el trastorno afectivo estacional es relativamente poco común, incluso los que no lo padecen pueden experimentar bajadas de ánimo durante los meses de invierno o en climas más fríos.
¿Afecta el clima al estado de ánimo?
Sin embargo, también podríamos estar sobrestimando lo mucho que el tiempo frío afecta a nuestro estado de ánimo. Algunas investigaciones han encontrado que la incidencia de esta especie de “depresión de invierno” es muy exagerada, y que la mayoría de las personas no se ven afectados por los cambios de humor de temporada, es decir, que el frío no afecta tanto al ánimo (tanto como para sufrir depresión) como parece.
El clima extremo puede influir en nuestra empatía
Las dificultades relacionadas con el mal tiempo pueden cultivar la empatía en la gente. De hecho, en su máximo extremo, en ninguna ocasión más que cuando ocurren grandes catástrofes se puede observar hasta qué punto el espíritu solidario y comunitario está arraigado en la gente.
En lo que se refiere a eventos cotidianos, las situaciones climatológicas extremas puede influir en detalles tan sencillos como dejar más propina.
Aunque parezca que los desastres sacan lo peor de la gente y que desencadenan un egoísmo desenfrenado y la competencia brutal por la supervivencia, la realidad es muy distinta, ya que las personas que hacen frente a las crisis son en realidad muy altruistas y se ayudan unas a otras.
El mal tiempo convierte un día malo en un día horrible
Si tienes un buen día, es probable que el mal tiempo no te afecte demasiado. Pero si te sientes mal ya desde que te levantas, un día triste y frío podría fácilmente hacer que tu estado de ánimo vaya de mal en peor.
¿Afecta el clima al estado de ánimo?
En un estudio de 2008 publicado en la revista Emotion, los investigadores evaluaron las personalidades y los estados de ánimo de más de 1.200 hombres y mujeres adultos a través de cuestionarios diarios.
Al analizar los resultados, se encontraron con que los factores relacionados con el clima, como la temperatura, la luz del sol, el viento y las precipitaciones no tuvieron un impacto notable en el estado de ánimo positivo, pero la temperatura, el viento y la luz del sol sí tuvieron un efecto sobre el estado de ánimo negativo.
El aumento de la temperatura tuvo un efecto positivo en la mayoría de personas con ánimo negativo, mientras que el aumento del viento y la disminución de la luz solar tuvo un efecto negativo en la mayoría de las personas con estado de ánimo negativo, aunque estos efectos variaron de un individuo a otro.
También se encontró que la luz solar puede afectar al modo en el que los participantes dijeron que estaban cansados. Los resultados fueron poco concluyentes, pero sí apuntan a la necesidad de más investigación futura en la relación del estado de ánimo de clima.
El crimen violento aumenta con el calor
Una investigación sugiere que el clima puede jugar un papel importante en la incidencia de crímenes violentos, junto con otros factores. Los investigadores de la Universidad de California en Berkeley analizaron 60 estudios previos en los Estados Unidos sobre las tasas de crímenes violentos y encontraron un vínculo entre la violencia y el calor, así como con las lluvias extremas.
Encontraron que en estas circunstancias los conflictos intergrupales (guerras, conflictos armados) subieron un 14% mientras que los casos de violencia interpersonal (violaciones, violencia doméstica, homicidios) aumentaron un 4%.
Teniendo en cuenta que se espera que la temperatura global aumente en las próximas décadas, el panorama es desolador.
El suicidio podría estar ligado a factores estacionales
Algunas investigaciones han sugerido que los suicidios son más frecuentes a finales de la primavera y principios del verano, un fenómeno que se observó por primera vez en el siglo XIX. Aunque algunos estudios han contradicho este hallazgo, otra investigación apoya la existencia de un pico estacional de suicidio.
Los estudios han sugerido que el sol y las temperaturas más altas podrían estar relacionados con pensamientos suicidas y las tasas de suicidio más altas, incluso a pesar de la asociación general de los meses más fríos con la tristeza y el aislamiento.
La gente es más feliz en climas templados
Algunas investigaciones han identificado un vínculo entre el clima y los niveles de felicidad. Así, las temperaturas medias más cálidas en el invierno y las temperaturas medias más bajas en el verano parecen estar correlacionadas con el aumento de la felicidad.
Además, los inviernos suaves y los veranos más fríos hacen que sea fácil de conseguir disfrutar del aire libre durante todo el año, no solo porque facilitan la actividad física, sino porque pasar tiempo al sol se ha asociado amenores niveles de estrés y el aumento de bienestar.
Fuente: lamenteesmaravillosa.com
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