Una experiencia de parto natural y respetado en el Sistema Público de Salud

Una experiencia de parto natural y respetado en el Sistema Público de Salud

Daniela Aguilar, Francisca Vergara
Madre, Estudiante 3° año, Escuela de Obstetricia y Puericultura, USACH.
Testimonios de un parto respetado.


Sabemos que en Chile aún tenemos mucho que avanzar en materia de parto respetado, es un tema que el Sistema Chile Crece Contigo instaló en los Servicios de Salud en sus inicios y que ha tenido un desenvolvimiento lento a diferencia de la movilización que este mismo tema ha generado en otras organizaciones civiles y del mundo académico. Sabemos que el proceso de la gestación y del nacimineto son fundamentales y que marcan la vida de los seres humanos, sabemos también que nuestra niñez determina mucho de nuestro potencial de desarrollo y plenitud; y por sobre todo, como Sistema de Protección Integral a la Infancia, queremos que esos primeros años puedan ser vividos en las mejores condicones, no sólo por tod@s l@s niñ@s, sino también por sus familias y comunidades.

Este sueño es un sueño que se construye entre muchos y que implica revisar muchos supuestos y formas de relacionarnos con la gestación , el nacimiento y la niñez (y todos los temas asociados a ello como la lactancia materna, crianza respetuosa, apego y un largo etcetera). Son temas que no dejan indiferentes a nadie porque tocan nuestra propia historia de vida como hij@s, padres y comunidad, todos hemos sido parte de una familia y hemos sido criados -mal o bien, más o menos…- y sí, todos hemos nacido y ese nacimiento ha dejado una huella subjetiva e indeleble, como cada hito relevante en nuestra existencia.

Hay especialistas en el tema del parto respetado, como el dr. Michel Odent, que aseguran que modificar nuestra manera de recibir a l@s niñ@s en este mundo, asi como el apoyo que damos a las gestantes; determinará el futuro de nuestra civilización. Y esto porque en esos momentos se demuestra la capacidad de una sociedad de amar y respetar la vida, y que eso se refleja simultaneamente en nuestra relación con la naturaleza, con nuestra comunidad, relaciones y nuestra propia vida.

Si esto es asi, queremos sumarnos a la visión de apoyar y respetar a las madres gestantes y a sus hij@s por nacer, facilitando las condiciones más respetuosas para que esto suceda. Para esto se necesita información, trabajo y la apertura para que tod@s l@s que forman parte de este proceso -equipos médicos, madres, organizaciones e instituciones- dialoguen, compartan y dispongan de nuevas prácticas que devuelvan a la gestación y al parto su valor y el rol que cada mujer-madre tiene en ese momento, asi como su hij@.

Desde esta perspectiva entendemos que en la medida en que compartamos buenas y nutritivas experiencias de partos respetados, podremos sembrar nuevos entendimeintos y formas de mirar este hecho; tal como en estos testimonios veremos que quizás es un poco más sencillo de lo que imaginabamos y a la vez, mucho más asombroso de lo que sabíamos que un parto puede ser. Se los compartimos con el consentimiento de sus dueñas y del equipo que las acompañó en esta hermosa vivencia. Agradecemos a todas las personas que hicieron posible en el Hospital del Pino que Nina Killen pudiera ser recibida por sus padres de forma tan amorosa, haciendo de su primera respiración, de su primer contacto con el mundo un momento de calma, amor y tranquilidad. Particularmente a Juan Chirino Salazar -matrón y docente- y a Pilar Céspedes -matrona jefa del hospital del Pino-. Disfruten de estos bellos testimonios.

DEL MIEDO A LO DESCONOCIDO AL AMOR POR LO NUESTRO

Daniela Aguilar, Madre.

A las 40 semanas y 2 días mi hija me avisa que ya viene en camino, desde las 5 de la madrugada del jueves 10 de julio. Me di cuenta al sentir que había tenido una contracción muy larga. Le pedí a mi pareja, papá de mi hija, que me hiciera masajes, cuando de repente sentimos un crujir que salió de mi espalda. Hace unas semanas había leído sobre la rotura de membranas y claro, había un aviso antes de que cayera el líquido, entonces me paré para ir al baño y comenzó a bajar el flujo con olor a amoniaco entre mis piernas. Indudablemente era el momento que tanto estaba esperando y al que tanto le tenía dudas, temores, pero también una gran significancia. Esa significancia la daba todo mi amor hacia la guagua que comencé a sentir desde que supe que la estaba esperando, y que lo demostré preparándome física y emocionalmente para tener un parto libre y natural; pero las dudas y temores, como las dije en un conversatorio sobre parto respetado[1], era hacia el grupo de matronas y matrones, técnicos y técnicas del Hospital El Pino, público y para Fonasa A, que asistieran mi parto y que hicieran imposible esa libertad y respeto que tanto deseaba como regalo inicial a mi hija.

Cuando nos dimos cuenta que la bolsa se había roto, decidí tomar una ducha de agua caliente, avisé a mi mamá para que se pudiera bañar y calentar el auto, mientras yo la esperaba caminando y respirando profundamente. Dos semanas antes había ido en una falsa alarma a urgencias de maternidad, porque haciendo caso a las recomendaciones de las matronas, me fijé en tomar la distancia horaria entre contracción y contracción. Esta vez decidí no tomar el tiempo, y más bien me preocupé de sentir las contracciones, que realmente eran muy distintas a las que “calentaban motores”.

Al llegar a urgencias de maternidad del Hospital El Pino, a las 7 am, luego de esperar unos 30 minutos, me hacen pasar para tomarme los signos vitales, y de nuevo, a esperar otros 20 minutos para esperar a que la matrona de turno me revisara y me diera el visto bueno para ingresar a la sala de pre-parto. Mientras mis contracciones seguían intensas, la matrona me invita a tomar asiento para llenar un formulario. No pude hacerlo y seguí caminando en la pequeña sala, respondiendo sus preguntas y conteniendo mis contracciones, accedí a que me hiciera un tacto vaginal y me dice, felicitándome, que tenía 8 cm de dilatación, “ahora espera a que te llamen”.

Mientras esto ocurría, mi pareja estaba realizando el papeleo en el ingreso a urgencias de maternidad y llega justo en el momento para decirle a la técnico que no era necesario contabilizar la ropa y accesorios que traía en mi bolso y en el bolso de mi bebé porque nosotros habíamos hecho una visita previa a maternidad para ahorrar tiempo. Ella, un poco molesta dice que era su deber realizarlo, pero que esta vez lo dejaría pasar. Luego llega otra mujer con una silla de ruedas, para llevarme, tal cual una enferma a punto de parir. Insistí en que no era necesario, que prefería caminar para soportar el dolor, pero los argumentos que escuché en ese momento era que “¿y qué pasa si tiene la guagua en el pasillo?”…como si yo, mujer, con una ficha que decía que había tenido un embarazo absolutamente normal, no fuese capaz de recibir a mi hija en una circunstancia de adversidad, como si le tuviera miedo desde ya al hecho de parir…en fin, accedí a la silla de ruedas para llegar lo más rápido a la sala de pre-parto, que según el matrón que nos guió en la visita previa a maternidad, era el lugar más íntimo que había en el proceso de parto, y que ahí tendría la libertad de realizar mis movimientos. En ese momento, mi pareja era nuevamente relegado sutilmente con un “usted tiene que esperar, lo van a llamar”.

Eran las 8 am, estaba ingresando sola como una enferma a la sala de pre-parto, con los ojos cerrados para tratar de concentrarme en las contracciones, que por el engorroso recibimiento estaban siendo muy dolorosas. Por lo que escuché, estaba siendo derivada a la sala número 2. Por las risas, comentarios, teléfonos sonando y muy poco respeto, deduje que estaba justo al frente del mesón de las matronas. Al llegar a la sala de pre-parto, que era individual, lo primero que me dicen es “acuéstese en la cama para que la controlemos”, me negué; luego llegó una matrona y me dice “acuéstese para que le pongamos el suero”, le dije que no quería suero, luego sube un poco la voz y me pregunta “¿y cómo quiere que le pongamos la anestesia?”, le respondí “no quiero anestesia” –“¿cómo no va a querer anestesia?” (esa pregunta ya me lo habían hecho en recepción y estaba anotado en el documento que autorizaba o no la utilización de anestesia, y claro, no lo leyeron) Y se va, entonces de afuera de la sala escucho un “a lo mejor quiere parto natural”, entonces cambia la matrona y me ofrece el balón kinésico, luego me dice que me acueste que me pondrá un suero para tranquilizarme, siendo que yo estaba tranquila y sólo quería estar en silencio. En aquél momento aparece Mauricio, mi acompañante, por fin, y en medio de esa tranquilidad, escucho gritos de otras mujeres que estaban pariendo, y el miedo toma mi cuerpo, las contracciones se comenzaban a hacer insoportables y le digo a Mauro “no quiero gritar así” casi llorando, al punto de que estaba desistiendo de tener un parto como lo había planeado.

Fue en ese momento en que veía todo más negro que blanco, cuando escucho (estuve casi todo el momento anterior con los ojos cerrados) “¿ella es Daniela Aguilar?, ¿quiere parto natural?” e inmediatamente dije que sí, “entonces yo le asistiré el parto”. La voz era del matrón Juan Carlos Chirino, que lo había conocido en el conversatorio sobre parto respetado que mencioné anteriormente. En aquel momento sentí una calma inmediata, y fue como un abrigo que caía sobre nosotros tres para recibir a nuestra hija de manera libre. Al levantar la vista me fijé que el matrón venía con dos ángeles, vestidas de azul, eran dos jóvenes de tercer año de obstetricia, que actuaron como doulas[2].

Inmediatamente nos cambiamos de pieza, a una más apartada del mesón de matronas. Raudamente Juan Carlos, el matrón, se puso a adecuarla, puso un biombo para tapar las ventanas que daban hacia las ventanas del pasillo, tiró el colchón de la cama al suelo, y la apegó a la pared, pegó unas bolsas de basura en la ventana para atenuar la luz, se consiguió un calefactor, se consiguió unos guateros, sacó la cama, todo en silencio, hasta que me dice “puedes moverte como quieras, eres libre, ponte lo más cómoda que sientas” y ahí sólo atiné a agradecerle por su existencia. Entonces volví a cerrar los ojos, le pedí a Mauricio que pusiera las canciones de Beatriz Pichi Malén[3] a respirar profundamente y a escuchar mi cuerpo, que me dijo que debía estar sobre el colchón, probé estar en cuclillas, pero no me era cómoda, me puse en 4 y me quedé así por unos 40 minutos, y de vez en cuando sentía que una de las ángeles me hacía masajes muy certeros en la cadera. Luego sentí la necesidad de cambiar de posición y me puse acostada de lado, pero debía subir una pierna y mis fuerzas no eran tantas, o por lo menos no se estaban concentrando en levantar una pierna, así que le pedí a una de las ángeles que sostuvieran mi pierna por un ratito.

Mauricio, mientras tanto me acompañó con cariños, con aliento a mi trabajo de parto, activó la música y me comunicaba lo que el matrón o alguna de las ángeles aconsejaban pues los presentes activos hablaban muy bajito y sólo con mi acompañante. Luego del parto supe que si no tenían nada que hacer se ponían detrás del biombo, permitiendo un ambiente más íntimo. Durante la mayor parte del parto permanecí con los ojos cerrados, para encontrar el trance del cual siempre hablé durante el embarazo, una conexión entre mi cuerpo, mi mente y mi hija, formar una triada para que pudiéramos hacerlo bien juntas, pues estaba consciente que para las guaguas salir del vientre es realmente un trabajo.

Cuando sentí las ganas de pujar estando acostada de lado, le pedí al matrón que me hiciera un tacto vaginal para estar segura de que debía ponerme ya en mejor posición, entonces él me avisa que tenía ya 10 cms de dilatación, y sentí cosquillas en mi panza. Entonces volví a quedar en 4, me saqué el camisón que estaba todo mojado con fluidos y comencé a pujar. Las sensaciones que sentí con esas contracciones sólo me hacía sentir que la cabecita de mi hija estaba avanzando, por lo mismo, no lo recuerdo tanto como un dolor, sí una incomodidad porque da la sensación de querer defecar, y seguramente eso es lo que a las mujeres de la miedo como para soltar y relajar los músculos perineales. Luego de quizás unos 3 pujos, Mauricio me dice que podía tocar la cabecita de mi hija, pero en ese momento retrocedió, asique volví a preocuparme de sólo pujar. En la siguiente contracción, ya sentí como un círculo de fuego, y fue cuando Mauro me dice muy emocionado al oído “tiene tu misma oreja!”, entonces, además de alegrarme que mi hija sacó algo mío, supe que ya había salido la cabeza, asique faltaba muy poco para que saliera el cuerpecito. Pujé nuevamente con todas mis fuerzas y sentí toda la humanidad de mi pequeña salir de mi cuerpo.

Una de las ángeles recibió a mi hija y la puso en posición para que yo la recibiera por abajo a la secara. Tomé a mi hija y estuvimos las dos desnudas, conectadas aún por el cordón, con Mauro la limpiamos para que no se enfriara y la sostuve sobre mi pecho. A las 10:22 am, luego de 2 horas de trabajo de parto brutal y hermoso, Mauricio corta el cordón umbilical y se anota como hora de nacimiento. Por fin llegó el momento en que podíamos ver sus ojitos, por fin nuestra hija llegó a África[4], y nosotros, Mauricio y yo éramos las únicas voces que tranquilizaría a Nina Killen, porque mientras estuvo dentro de mi vientre, le conversábamos, le cantábamos, le leíamos y la molestábamos con nuestras manos. Ella ya nos conocía. Más tarde supe que no hubo intervención para sacar a Nina, ella giró sola para que sus hombros salieran, lo único que se hizo fue sacar el cordón umbilical de su cuello para que no hubiera problemas.

Luego del nacimiento, venía el alumbramiento, el momento en que debía salir la placenta de mi cuerpo. Yo aún sentía contracciones, similares a las de parto, pero distintas a la vez pues su función era contraer mi útero. Según mi plan de parto, yo deseaba llevar la placenta, la casita de mi hija durante 9 meses, y creación de mi cuerpo, para plantarla debajo de un limón pequeño que tengo cultivando, pero en la visita previa a maternidad, el guía nos dice que eso era imposible pues se hacía una quema de las placentas, que estaban contabilizadas según el número de partos en el día, debido a un posible mal uso de ellas. Sin embargo, el matrón Chirino me pregunta “¿y qué deseas hacer con tu placenta? ¿te la quieres llevar?” y creo que mis ojos brillaron y le dije que si era posible, que sí, entonces él fue a preguntar a la jefa matrona para pedir una autorización, que fue aceptada. Buscaron a mi mamá, que estuvo afuera durante todo el tiempo, para que se llevara la placenta a casa y la refrigerara inmediatamente. Mientras tanto, las matronas de neonatología pidieron a mi hija, pues ya su temperatura había bajado a 36°C, y debían seguir su protocolo. Mauricio acompañó a Nina en ese proceso.

Ya estando en casa mi madre me comenta que al llegar a la sala de preparto a buscar la placenta, las personas que estuvieron presentes tenían una cara de gozo, de alegría, de emoción, y claro, para todos y todas fue un parto muy especial. Según lo que conversamos, para el matrón le fue especial porque él había sido contactado por Silvina, de quien estoy muy agradecida, una interna del hospital, de quinto año de la USACH, avisando que yo estaba cerca de la fecha de parto, y que coincidíamos en el deseo de realizar un parto respetado, que fue pionero en El Pino. Para las dos ángelitos, o doulas, estudiantes de tercer año, me agradecieron por darles la oportunidad de practicar un parto respetado, que la verdad de las cosas no se lo esperaban, menos en un hospital público. Y bueno, para Mauricio y para mí fue un parto que más allá de salir de lo común en su planificación, nunca pensábamos que las cosas se darían así. Todo resultó como deseábamos sin necesidad de planearlo todo. Para nosotros, personas que no tenemos altos ingresos y que no podíamos pagar una clínica, tampoco teníamos para pagarle a una matrona y realizar el parto en casa, pudimos traer a nuestra hija libre y respetada de forma gratuita, y sabemos bien que este tipo de parto realiza un menor gasto tanto para el hospital como para los y las matronas. Ese día nos dimos cuenta que es cosa de voluntad respetar la decisión de las mujeres al momento de parir, porque el cuerpo y la sexualidad es de nosotras.

Sin más que agregar, reitero mis agradecimientos al matrón Juan Carlos Chirino, a las angelitos estudiantes de obstetricia, Francisca y Gabriela, a Silvina por dar aviso, a mi mamá por entregar sus energías desde lejos y a Mauricio, por crear conmigo a tan hermosa pequeña mujer, Nina Killen.

UN PARTO NATURAL EN UN HOSPITAL PÚBLICO
Un parto naturalmente bello.

Francisca Vergara, estudiante de 3° año, Escuela de Obstetricia y Puericultura, USACH.

Era un día jueves 10 de julio del 2014 y nosotras con mis compañeras íbamos a iniciar un día mas de práctica, que solo tenemos en las mañanas. Cuando llegamos inmediatamente le dijeron al profe: “la paciente de allá es tuya”, indicándonos un box de preparto, luego nos explicaron que la joven quería tener su parto de manera natural y que cuando llego al preparto no dejo que le realizaran un monitoreo, ni que le pusieran una vía venosa, ni otros procedimientos que se hacen de rutina al ingreso. Entramos en su sala de prepartos y su pareja tenía música de meditación en su celular y de inmediato nos contagiamos de una atmósfera especial. La trasladamos a otra sala de prepartos, un poco más grande y que aislaba mejor el ruido ambiental y después que entendimos muy bien como ella quería su parto nos dijimos manos a la obra. Tiramos el colchón de la cama al suelo y sacamos la cama para afuera, trajimos un calefactor y mi profesor puso un biombo que tapaba toda la visión del que estaba afuera de la sala, también cubrió las ventanas con unos plásticos, la idea era disminuir en lo máximo la entrada de luz.

En esos momentos todos los que estaban afuera asomaban sus cabezas de curiosidad intentando observar que estaba pasando en ese lugar, escuchamos muchos comentarios respecto a esto, pero solo hicimos oídos sordos y continuamos en lo que estábamos. Dejamos que la mujer pudiese deambular y tomar las posiciones que quisiera, también le ofrecimos el balón kinésico, pero no fue muy cómodo para ella así que no se ocupo. En ese instante mi compañera y yo entendimos sobre lo que nos habían enseñado de que la mujer buscaba ciertas asimetrías, y justo eso estaba pasando frente a nuestros ojos, en un clima de absoluto silencio, solo con la maravillosa música de fondo que la pareja había seleccionado para ese especial momento.

Mi compañera y yo nos turnábamos con los masajes sin decir ninguna sola palabra, y así también con la pareja. Nos dimos cuenta que no eran necesarias y que ese silencio no era para nada incomodo era más bien un silencio mágico. Una de las cosas más bonitas era ver la increíble comunicación que ella tenía con su pareja, un amor incondicional que les brotaba por los poros. La mujer se colocaba en cuatro patas, en cuclillas, luego se recostaba hacia un lado, estiraba sus piernas y se las tomaba, caminaba y volvía a recostarse en una especie de danza. En un momento ella nos pregunto si las posiciones que ella adoptaba estaban bien o eran otras y que si de verdad lo estaba haciendo bien, nos miramos y le dijimos lo estás haciendo perfecto. Con mi compañera ya estábamos insertas en esa atmósfera tan bonita, nunca paramos de hacerle masajes, cuando ella estaba cansada de sostener sus piernas le ayudábamos y se las sosteníamos nosotras, aplicamos calor local con guateros de semilla y sueros que calentábamos periódicamente. En un momento decidimos quitarle la camisa que llevaba puesta pues estaba muy mojada, su pareja nos ayudo y le trajimos otra limpia y seca, pero ella prefirió parir lo más cómoda posible, con su cuerpo totalmente desnudo.

Mi profesor se encontraba detrás del biombo y la comunicación con el también era no verbal y todo el equipo se entendió de esa manera y con pequeñas palabras en forma de susurro. En todo este proceso el futuro padre podía ver como estaba avanzando el parto de su mujer y ella también podía tocarse inspeccionando como iba todo sin ningún impedimento por parte de nosotros, era su cuerpo, ella tenía el derecho de tocarlo como quisiera, era suyo.
Luego de todos los cambios de posiciones, decidió de que manera parir: era en cuatro apoyos o como lo conocemos mejor en 4 patas. Comencé a ver su cabecita y el profesor me dice solo colóquese guantes, nada más. Yo estaba muy nerviosa, era mi tercera asistencia de partos y primera vez de esa manera, pensando en formas técnicas de cómo iba salir esa nueva vida y no disfrutando del hermoso momento que estaba sucediendo. El profesor me vio y me dijo: “tranquila, mire como están ellos, súper tranquilos” y me di cuenta que los nervios y el miedo no iban en esa situación y de inmediato lo erradique de mi cuerpo, mi compañera que estaba realizando el trabajo de doula me hizo unos pequeños masajes, que de verdad sirvieron.
Ya , había llegado el momento tan esperado por sus padres y todos los que estábamos en esa sala, su cabecita comenzó asomarse y vi su carita ,venia con dos circulares de cordón que reducimos de inmediato, esperamos que rotara solita su cabeza y al próximo pujo su cuerpo salió, mis manos recibieron con mucho amor a esa hermosa criatura, dándole la bienvenida a este mundo, una niñita hermosa de 3380gr , la pase entre las piernas de su madre y sus padres la recibieron abrazándola con un amor infinito…por fin se conocían, su padre emocionado hasta las lagrimas y nosotros observando esa escena de esa amorosa triada, nos miramos entre todos y estábamos extasiados de tanta felicidad con una especie de orgullo de decir lo hicimos bien pero sin hacer nada. Los ojos de todos eran un mar de emoción que era imposible contener, se respiraba una paz y alegría extraordinaria casi imposible de expresar a través de estas letras.
Dejamos a la triada compartir este momento tan único, solos y todos nos fuimos tras del biombo, luego pinzamos y papá corto cordón dándole la hora de nacimiento a su hija a las 10:22 am, esperamos el alumbramiento y no fue necesario ninguna maniobra , ni otro procedimiento innecesario de rutina. En todo el proceso de trabajo de parto solo se realizo un tacto con permiso de la mujer y se ausculto LCF sin necesidad que la mujer modificara la postura que estaba adoptando, todo muy respetado, no se requirió ningún fármaco que interfiriera en su proceso de parto. Su oxitocina natural hizo y estaba haciendo efecto y no era necesario más.
Luego de un largo apego no recuerdo de cuanto fue, porque nadie estaba pendiente de los tiempos, se le tomo la temperatura a la bebe y estaba un poquito baja, se la querían llevar a la neonatología para colocarla en una cuna radiante, mi profesor de inmediato miro a la matrona y le dijo de manera respetuosa pero firme de sus convicciones: “tiene a su madre y a su padre y además hay una estufa al lado, no necesita más”, hicimos que el padre se sentara en el suelo a lo indio junto a la estufa junto a su hija en brazos y era verdad no necesitaban más.

En ese mismo instante a la madre se le dio su desayuno, se veía cansada pero feliz, había hecho un buen y hermoso trabajo de traer al mundo a su hija de una manera tan bonita y natural. Después conversando con ambos padres preguntamos como la iban a llamar y la llamarían Nina que significaba Fuego y su segundo nombre seria Quillen que significaba hermoso.
Ya cuando íbamos devuelta a clases, recordamos que ella había ido a un conversatorio que existió en nuestra universidad y pregunto cómo se podía tener un parto natural en el sistema público y en realidad nadie supo darle una respuesta ya que no existía tal posibilidad.
Lo sorprendentemente de esto que ella de alguna manera nos buscaba y nosotros la buscamos a ella y Nina eligió esa hora para nacer para darnos un hermoso regalo de poder ser parte del trabajo de parto y parto que tuvo su madre, una mujer informada y empoderada total y de ser partícipe de su hermoso, único, natural y especial nacimiento en el Hospital El Pino.

[1] Conversatorio Parto Respetado, celebrado el 22 de mayo del 2014, en Universidad de Santiago de Chile. Organizado por la ONG RELACAHUPAN Chile, y la escuela de Obstetricia de la universidad.

[2]“El término doula procede de la antigua Grecia y significa esclava, sierva. Otros autores sitúan su origen en el indi, lengua, en la que significa mujer experimentada. La antropóloga Dana Raphael, fue la primera persona que empleó este término, que proviene de la antigua Grecia, para refereirse a mujeres experimentadas que ayudaban a las futuras madres en el crianza de sus bebés, en Filipinas. Investigadores médicos como M. Klaus y J. Kennell extendieron el empleo de este término a ayudantes prenatales y durnate el parto, en una serie de estudios aleatorios controlados”. En http://www.doulas.es/definicion-2.html

[3]Beatriz Pichi Malen, disco Plata, año 2000. http://prensalibrepueblosoriginarios-mapuche.blogspot.com/2011/07/cantante-mapuche-beatriz-pichi-malen.html

[4]Taller realizado el 19 de junio, Consultorio Carlos Lorca. Última sesión prenatal.

Fuente: www.crececontigo.gov.cl

Paternidad consciente: Criar desde el hombre que eres

Paternidad consciente: Criar desde el hombre que eres

Hablamos sobre maternidad entre amigas, hablamos en nuestros círculos de mujeres. Hablamos de maternidad con los profesionales que nos apoyan en nuestro parto y embarazo, hablamos sobre maternidad con el pediatra. Leemos y escribimos mucho sobre maternidad. Pero sobre paternidad ¿cuándo hablamos? Sobre paternidad hablamos bastante poco.

Quizá sea porque al menos, quien escribe y gran parte de las que leen son madres y no padres. Pero también creo yo que se debe a que en nuestra cultura, la crianza es una tarea asignada a las madres. Los padres apoyan, ayudan, proveen. A pesar de las revoluciones feministas y de que todo apunta a promover el fin de los roles de género, los doctores, las publicidades, nuestras páginas informativas y reflexivas, le siguen hablando a las madres.

Hablemos hoy de los padres. Hoy se habla mucho de “coparentalidad”, o como padres y madres compartimos roles y tareas en la crianza de nuestros hijos. También se habla de la “paternidad activa”, como una forma de contraponerse a un rol pasivo en la crianza. Sin embargo a mi me acomoda mas, así como cuando hablamos de maternidad, hablar de PATERNIDAD CONSCIENTE. Porque tanto a un hombre como a una mujer no podemos pedirle que sea alguien que no es, la paternidad tiene que ser desde la conciencia de si mismo que tenga cada persona.

Si hablamos de “Paternidad activa”, podemos reducir el rol de padre en la crianza a realizar ciertas actividades. Un papá que haga comida y que de comida. Un papá que bañe y cambie pañales. Un papá que se despierte por las noches. Un papá que juegue y portee. Pero ¿es eso lo que los papás y los niños necesitan? ¿No será mejor que un papá “hacedor”, tener y ser un papá consciente?

Quizá la diferencia sea sutil, pero para mi representa un mundo. Un papá consciente es un papá que quiere hacer la comida porque le importa la calidad de los alimentos que sus hijos consumen y se siente responsable de su alimentación. Un papá consciente busca vincularse con sus bebés desde su propia historia, desde quien él es, no lo que hace. Un papá consciente no se preocupa de ser un papá presente, es un papá presente porque su paternidad, al igual que nuestra maternidad, lo cambió como persona. Un papá consciente ya no es el mismo que era antes, se revisa y reflexiona sobre quien es y como eso decanta en la relación con sus hijos/as. Un papá consciente repasa su historia y los mandatos que trae desde su familia de origen, desde la sociedad que habita y trabaja en liberar a sus hijos de los mismos. Un papá consciente se hace cargo de sus heridas y sus sombras, las mira de frente y crece. Un papá consciente busca ayuda cuando siente que no puede solo.

Un papá consciente nunca será un papá pasivo. Porque la consciencia de uno mismo implica ser agente de cambio, ser activo protagonista de mi vida, de mi parentalidad como parte de mi vida.

No se trata de que los roles en la crianza sean iguales para los padres que para las madres. Se trata de que dos personas conscientes de si mismas puedan encontrar el equilibrio distribuyendo tareas de manera en que cada uno sienta que es el mismo en esto también. Porque nadie puede ser mejor persona, nadie puede ser mejor padre o madre si eso es impuesto desde afuera. Es una cambio personal, un proceso único que pertenece a quien lo vive y a nadie mas.

Creo que por eso suele ser tan difícil que nos pongamos de acuerdo en la crianza. Somos ambos seres separados y diferentes, con diferentes historias, que crecimos en contextos diferentes, tratando de ser nosotros mismos en la relación con nuestros hijos, en el seno de nuestra propia familia.

¿Cómo derribar mitos respecto de los roles de género en la parentalidad? Trabajando en nosotros mismos para no reproducir mandatos respecto de la parentalidad, para liberarnos de culpas y criar en libertad. Y lo que siento es mas importante aún, criando a nuestros hijos alejados de los estereotipos. Criarlos libres de sentir y de expresar todas las emociones. Criandolos responsables y conscientes de la importancia que tienen como agentes de cambio en el mundo que ellos, así como nosotros, crean día a día.

Autora: Agustina Bosio
Fuente: Mamadre.cl

3 formas sencillas de practicar mindfulness en tu día a día

3 formas sencillas de practicar mindfulness en tu día a día

Iniciarse en la práctica del Mindfulness es dar el paso hacia una mejor calidad de vida. Ahora bien, lograrlo no siempre es fácil ya que necesitamos adaptar esta filosofía de raíces ancestrales a estos tiempos modernos. Para conseguirlo disponemos de múltiples caminos y estrategias: solo debemos hallar la que más se ajuste a nuestras necesidades, a nuestro día a día.

Hemos de admitirlo: a la mayoría nos atrae el Mindfulness, y no porque esté de moda, no porque nos hayan hablado de sus prácticas ni porque encontremos esta palabra casi en cada libro, en cada revista o artículo de autoayuda. Nos interesa y nos seduce porque nos invita a concebir nuestra mente como un espejo desde el que apreciar el mundo de una forma más amplia, cercana y vívida. Es algo revulsivo y ante todo, útil.

“Los sentimientos van y vienen como las nubes en un cielo ventoso. La respiración consciente es mi ancla”.
-Thich Nhat Hanh-

Sin embargo, nuestra cotidianidad nos arrastra con sus obligaciones, con sus férreos horarios y nuestra mirada siempre ocupada. No podemos sacar más horas al día para ir a un centro donde aprender, no podemos quitar tiempo de donde no tenemos y por ello, nos decimos a nosotros mismos que eso de la meditación, definitivamente, no va con nosotros.

Es un error. El Mindfulness está ahora más cerca de nosotros que nunca y de las más diversas formas. Hay quien se inicia en su propia casa, siguiendo las orientaciones de un libro o incluso de un curso vía on-line. Aún más, hay quien no concibe el quedarse inmóvil, quien no logra integrarse en la dinámica de un aula junto a más gente. Para ello, tiene a su alcance la opción de meditar mientras se hace deporte, mientras caminamos.

Como vemos, el Mindfulness siempre está ahí, al alcance de nuestra mente…

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El Mindfulness en tiempos modernos, en tiempos de movimiento

Los tiempos cambian pero las raíces de nuestra filosofía, de nuestra espiritualidad y de ese legado excepcional aportado por el Mindfulness no solo permanecen, sino que nos son más necesarios que nunca. Ahora bien, dada la actual complejidad de nuestro tren de vida… ¿Cómo y de qué manera podemos aprender a desarrollar una conciencia plena? ¿Cómo aprender a meditar, a respirar y a tomar contacto con el “aquí y ahora”?

  • Rohan Gunatillake es un creativo que está revolucionando el campo del Mindfulness por un aspecto muy concreto: concebir la meditación de un modo dinámico, activo gracias a las nuevas tecnologías o incluso mediante el deporte.
  • Este autor nos explica cómo y de qué manera hemos cambiado. Nuestras necesidades ahora son más intensas, nuestros mundos caóticos pero nuestros canales de aprendizaje son más amplios: Internet y las nuevas tecnologías nos acercan más que nunca al campo del crecimiento personal y nos inician incluso en el mundo de la meditación.
  • Rohan Gunatillake lo llama “meditación urbana”. Porque aunque nos sorprenda, el medio urbano y nuestra cultura laboral y digital es lo que nos define en la actualidad a muchos de nosotros. ¿Qué necesidad hay de escapar a un retiro natural durante 10 días para aprender a meditar? Si no hay posibilidad, tenemos nuestra propia casa, el trabajo y esas maravillosas tecnologías capaces de enseñarnos a conectar mucho más con nuestra realidad…
“Si quieres dominar la ansiedad de la vida, vive el momento, vive en la respiración”.
-Amit Ray-

En este mundo dinámico todos formamos parte del movimiento. Sin embargo, no debemos equivocarnos, porque el Mindfulness también es una práctica móvil: nos convertirnos en magníficos receptores del momento presente, de cada uno de sus maravilloso matices, de sus oscilaciones, sus cambios, sus olores, sabores, sensaciones….

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Formas en que podemos iniciarnos en el Mindfulness

Ya lo dijo Daniel Goleman en su momento, la atención es un músculo que debemos trabajar a diario para ser más receptivos a lo que nos envuelve así como a lo que acontece en nuestro interior. Sin embargo… ¿cómo lograrlo si apenas tenemos tiempo? ¿Podemos aprender a meditar de verdad una vez a la semana acudiendo a una clase de 18 a 19 de la tarde?

Bien, habrá personas que sin duda lo conseguirán pero son muchos los que van a estas clases por curiosidad y las acaban abandonando a los pocos días porque no les funciona, porque no logran controlar su mente errática y hallar ese punto perfecto de equilibrio con uno mismo donde todo lo demás, quede en un segundo plano.

Ahora bien, si esta práctica de origen budista con más de 2.500 años de antigüedad ha llegado a Occidente no es por casualidad, es porque científicos como el doctor Kabat-Zin -entre otros- saben y entienden que nuestra sociedad demandante y exigente nos acelera, y necesitamos por tanto de la ayuda y beneficios del Mindfulness. Para iniciarnos en esta práctica tenemos múltiples opciones, maneras y caminos.

“La vida es un baile. El mindfulness es presenciar ese baile”.
-Amit Ray-

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Mindfulness en el trabajo

Empresas como Apple, Google, Nike o eBay ya aplican el Mindfulness en sus trabajos en el día a día. Queda claro, no obstante, que para que esta técnica sea efectiva necesitaríamos sin duda de un entorno y una política laboral que facilite su integración, pero en realidad, no es tan complicada de llevar a cabo. Estas serían las pautas:

  • Llega al trabajo sin prisas ( puede que no lo logres la primera semana, pero poco a poco será posible)
  • Dedica 5 minutos para situarte, para estructurar la jornada, para tomar conciencia de lo que vas a hacer, de cómo te sientes.
  • Respira de manera profunda y toma conciencia el aquí y ahora, de tu cuerpo, de tus posturas y de las posibles tensiones.
  • Tómate un descanso de 5 minutos cada 40 minutos para meditar, para respirar, para conectarte de nuevo con tu propio ser.

Meditar mientras caminas

Lo ideal es que cada día nos “regalemos” media hora de paseo, media hora de caminata donde a paso rápido y con ropa cómoda, entrenemos no solo nuestro cuerpo, sino también nuestra mente en los principios básicos del Mindfulness. Estas serían las principales pautas:

  • Empieza a caminar a paso normal. Poco a poco debes encontrar el ritmo que sea más relajante, más catártico y liberador para ti. Hay quien camina a paso lento y quien decide iniciar una marcha más rápida.
  • Es momento de centrar tu atención en algún aspecto. Visualiza tu mente como si fuera una linterna que orienta su luz sobre un aspecto concreto y luego a otro: primero tu respiración, luego la sensación de tus pies cuando tocan el suelo, más tarde el viento que acaricia tu piel… Focaliza tu atención en esos aspectos de modo cíclico, primero uno y luego otro.
  • Poco a poco te darás cuenta de que ya no necesitas centrar tu atención en cada uno de esos aspectos de tu cuerpo. Al cabo de los días el foco de tu linterna será tan amplio que lo percibirás todo de una vez.

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Mindfulness en casa

Si eres una de esas personas que no se encuentra cómoda en un aula o siguiendo las pautas de un facilitador presencial, o incluso que carece de tiempo para acudir a un curso presencial, no olvides que siempre tenemos a nuestro alcance libros y cursos on-line. Gracias a ellos podemos aprender las bases del Mindfulness en casa.

Para ello, nunca está de más seguir estas orientaciones:

  • Elige un espacio, un lugar y un momento del día que más se ajuste a tus necesidades para practicar la meditación. Recuerda que debes comprometerte a ello con firmeza y voluntad, porque debe ser un trabajo continuado.
  • Empieza con 10 o 15 minutos. Poco a poco, a medida que cojas soltura puedes dedicarle más tiempo.
  • Elige la técnica que más se ajuste a tus necesidades.
  • Ten paciencia y no esperes resultados inmediatos. El Mindfulness requiere tiempo y compromiso.

Los tiempos cambian y a pesar de nuestras vidas tan dinámicas y exigentes siempre vamos a tener esta práctica tan interesante y beneficiosa a nuestro alcance. Solo necesitamos encontrar el camino que mejor se ajuste a nosotros, el que nos sea más cómodo, más cercano. Ampliemos nuestras experiencias y demos el paso al conocimiento que nos proporciona el Mindfulness.

Fuente: www.lamenteesmaravillosa.com

El amor protege la salud mental de los bebés

El amor protege la salud mental de los bebés

Por Dra. Ibone Olza


Nacemos para amar. Y para ser amados. El amor no es un capricho ni un lujo. Por el contrario es algo central para la supervivencia de nuestra especie. La naturaleza ha previsto que las madres se enamoren de sus bebés desde el nacimiento y que sea este amor el que modele el crecimiento de la criatura. En base a esta primera relación amorosa se irá desarrollando el cerebro y con él la personalidad del recién nacido. Lo que la naturaleza ha diseñado para la supervivencia de nuestras criaturas es una maravillosa y fascinante sincronía de madres y bebés.

Cuando el ambiente es respetuoso con las necesidades de ambos la crianza se convierte en una experiencia del más profundo y verdadero amor. Ahora sabemos que es la química de ese amor la que permite a los bebés crecer confiando en la vida y disfrutando al máximo. Esa química amorosa que se traduce en salud y placer.

Sin amor no crecemos. O crecemos maltrechos. Es la otra cara de la misma moneda. Cuando el vínculo falla, cuando por diversas razones los bebés no consiguen apegarse a sus madres y padres todo resulta mucho más difícil. Cuando se obstaculiza la química y no se permite la construcción natural de los cimientos del apego el resultado es dolor, dificultad, sufrimiento, desconfianza y en el peor de los casos desapego. Desapego que también se traduce en alteraciones cerebrales, crecimiento patológico, problemas de salud e incluso patologías mentales.

Nacemos para amar y sin amor no crecemos. Pero esto no se suele enseñar en las facultades de medicina. A los médicos no nos inculcan la importancia del amor, ni como afecta a la salud. Es más, raramente se menciona el efecto del amor en los cuidados o en la relación con los pacientes. Dedicamos años al estudio de la química de la vida y del funcionamiento del cuerpo humano pero apenas aprendemos nada sobre la necesidad de amor para el crecimiento y la salud.

A mí no me explicaron la teoría del vínculo en la facultad de Medicina. Tampoco me contaron nada sobre las necesidades amorosas de los bebés. Durante mi especialización como psiquiatra no oí hablar de lo importantes que son las caricias, el placer o la alegría para la salud mental. Aunque me formé como psiquiatra infantil poco o nada me explicaron durante la residencia sobre la lactancia materna o las consecuencias de cómo se desarrolla el nacimiento.

Pero resulta que además de médico soy madre. Creo que esa es la razón por la que escribo que necesitamos nacer (y morir) rodeados de amor. Lo siento, lo pienso, lo escribo convencida y busco en la ciencia la confirmación de lo que para mi –y para tantos- resulta evidente. Sin embargo al recurrir a la ciencia para encontrar la prueba que sostenga mi intuición los resultados son dispares. Por un lado me siento fascinada por los innumerables hallazgos que avalan la hipótesis. Por otro aumenta mi desconcierto: cuanto más leo menos entiendo como es posible que ese sólido conocimiento científico no se haya traducido en un mayor respeto a la fisiología y a la vida.

La teoría del vínculo, que el psiquiatra infantil John Bowlby formuló con brillantez entre los años cincuenta y setenta del siglo pasado ha generado un amplio número de estudios e investigaciones científicas. En resumidas cuentas Bowlby afirmó que la relación que establece el recién nacido con sus padres es algo central para la supervivencia humana y añadió que dicha relación cálida, íntima y continuada tiene que estar caracterizada por la satisfacción y el goce mutuo. Desde entonces infinidad de profesionales de la psicología, medicina, etología y neurobiología entre otras ciencias han estudiado en las últimas la naturaleza esta relación. Los hallazgos coinciden en esta conclusión: nada más nacer todos los bebés esperan ser queridos. En las primeras horas y semanas de vida se producen acontecimientos extraordinarios desde el punto de vista de la química cerebral que nunca más se repetirán. El amor en los primeros momentos de la vida no se parece a una película romántica sino más bien a una droga dura. Es tal la intensidad que a veces asusta. Las sensaciones de placer, unión, entrega y transcendencia se mezclan entre los efectos que llevan a la construcción del apego. La neurobiología del apego ha demostrado como en condiciones idóneas las hormonas del amor (como la oxitocina) invaden el cerebro de la madre y de su bebé y dirigen la orquesta durante los primeros años de la vida. A más hormonas de amor, más receptores en el cerebro del bebé, más conexiones neuronales, más crecimiento en las áreas de la empatía y la sociabilidad, más inteligencia y también mayor tendencia a la bondad.

Lo que la ciencia del apego nos enseña es fácil de resumir: hay que cuidar a las madres para que puedan vincularse eficazmente con sus bebés. Cuidar a las madres significa respetarlas, escucharlas, sostenerlas. Pero ese respeto a las madres que debería ser el punto de partida todavía brilla por su ausencia en muchas facetas de nuestra sociedad, incluida la ciencia. A lo largo de décadas las madres y sus experiencias han sido desautorizadas, ninguneadas o incluso culpabilizadas desde la psiquiatría, la psicología, el psicoanálisis o la medicina. En vez de ser tomadas en cuenta como verdaderas expertas y conocedoras de sus hijos han sido excluidas, privadas en ocasiones incluso del contacto con sus hijos o bebés, tachadas de inmaduras o inconscientes e incluso maltratadas.

Desde que inicié mi formación profesional como psiquiatra infantil me resultó chocante esa actitud despectiva hacia las madres en el entorno médico y psiquiátrico. “Esa madre es una histérica” era una sentencia habitual. A lo largo de la historia de la psiquiatría a las madres tristemente se les culpó de enfermedades tan graves como el autismo, la esquizofrenia o la anorexia nerviosa. Esta actitud persiste en muchos ámbitos y a veces reaparece disfrazada. No es de extrañar que el sentimiento de culpa sea tan frecuente entre muchas madres occidentales.

Fuente: www.saludmentalperinatal.es

Publicado en: “Maternidad, ciudadanía y cuidadanía”. Prensa Universitaria de Zaragoza

Texto completo:
http://www.iboneolza.com/articulos/LA%20CIENCIA%20DE%20LAS%20MADRES2010.pdf

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