EL TRASTORNO QUE LLEVA A LOS NIÑOS A COMER MUY POCOS ALIMENTOS

EL TRASTORNO QUE LLEVA A LOS NIÑOS A COMER MUY POCOS ALIMENTOS

Llamado ARFID, es una conducta alimentaria selectiva que no permite una buena nutrición.

La hija de Soledad García tenía un año y medio cuando comenzó a rechazar ciertas comidas, en especial las caseras.

“Todos los días era lo mismo. Sólo permitía que le diera cuatro platos: nugget de pollo con puré o arroz, vienesa con arroz, y tallarines con salsa. No comía frutas ni verduras, sólo aceptaba manzanas. Me di cuenta que su alimentación no cubría el requerimiento nutricional que necesitaba y tuve que llevarla al pediatra para que le dieran vitaminas. Además, para ella era terrible ir al baño porque no había fibra en su dieta y presentó anemia”, cuenta García.

Para lograr que la niña comiera, ideó algunas estrategias. “Fue una etapa muy difícil, porque antes no existía el diagnóstico de este trastorno. No servía de nada castigarla o dejarla sin comer, porque sencillamente no comía. Tuve que recurrir a un proceso de ‘socialización’, algo que se me ocurrió que podía ayudar”, recuerda.

“Comencé a invitar a otros niños y les ofrecía distintas frutas para que las comieran y así mi hija los imitara. Fue algo muy gradual, que duró mucho tiempo, pero logré que empezara a comer otros alimentos. Hoy me doy cuenta que ella me manipulaba y que se debe pedir ayuda cuando se detecta el problema. Ahora mi hija tiene 13 años y come de todo, menos puré”, dice esta madre.

ARFID (Avoidant/Restrictive Food Intake Disorder, o trastorno por consumo restrictivo de alimentos), se llama este nuevo trastorno alimentario, que se da especialmente en niños, y que se caracteriza por la elección de pocos alimentos, provocando que no se alcancen los niveles necesarios nutricionales y de energía para el buen funcionamiento del organismo.

Este tema fue abordado en marzo pasado por la Sociedad para la Salud y Medicina del Adolescente de EE.UU. (Society for Adolescent Health and Medicine), donde se habló de los peligros de esta práctica, como la pérdida de peso, déficit de crecimiento o la dependencia nutricional a suplementos alimentarios.

Para la pediatra especialista en adolescentes de la Corporación SerJoven, Francisca Corona, entre un 25 y 50% de los lactantes y preescolares tienen algún grado de dificultad con la alimentación y asegura que durante estas edades es común comer selectivamente.

Esta elección se basa en el rechazo de ciertos alimentos por su textura, consistencia, color, olor o la sensación que les provoca. “El peak de la neofobia (el rechazo a los alimentos nuevos) es de los 2 a los 6 años y disminuye gradualmente con el tiempo”, dice.

Pero a veces este trastorno persiste o se transforma en un síndrome que deja de ser una simple maña.
“El ARFID se caracteriza por ser un comportamiento permanente, no es pasajero como las pataletas. Por lo general los niños comen sólo alimentos altos en grasas o procesados, y dejan de lado todo lo que sea saludable. Por ejemplo, tienden a inclinarse por los cereales, como el pan; a los nugget; y las papas fritas y rechazan lo natural. Los padres tienen responsabilidad en esto porque hay muchos que son muy permisivos, y dejan que sus hijos elijan qué comer, cuándo y en qué cantidades, cuando no debiese ser así”, aclara Claudia Quinteros, asesora del Colegio de Nutricionistas Universitarios de Chile.

Trinidad Aranda, académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Andrés Bello, dice que hoy los padres dedican muy poco tiempo a la introducción de alimentos en los niños y optan por lo más fácil, lo que genera una tendencia de consumo que puede derivar en ARFID.

Agrega que este trastorno también se puede desencadenar en infantes que viven en ambientes de estrés o disfuncionales.

“Si bien esta alteración se ve poco, cada día es más frecuente. Uno lo detecta entre los 2 y 3 años, porque los niños presentan conductas desafiante con los papás, frente a la comida. Cuando esto se vuelve permanente hay que evaluarlos con especialistas, como psicólogos, pediatras y nutricionistas”, indica Aranda.

Para revertir el problema, la experta asegura que con la ayuda de un especialista hay que introducir alimentos paulatinamente, sin obligar al niño, cambiar las preparaciones, y que vean que otros niños consumen alimentos que ellos no.

“Hay que detectar a tiempo el ARFID porque en la adolescencia puede desencadenar en anorexia, bulimia o un trastorno más grave”, finaliza Aranda.

Presentan problemas en las actividades sociales.

La pediatra especialista en adolescencia y trastornos alimentarios de la Clínica Las Condes, Verónica Gaete, afirma que el ARFID provoca alteraciones en la actividad social, ya que los niños no pueden comer en casas de amigos o en restaurantes por temor a exponer sus limitaciones frente a los demás o por no querer estar en escenarios en los que no estarán disponibles los pocos alimentos que sí comen. “En algunos casos incluso el rendimiento escolar de quienes sufren de ARFID disminuye, ya que se demoran tanto rato en comer que no alcanzan a hacer las tareas”, dice.

Fuente: www.lahora.cl

Los niños tienen derecho a no dar besos ni abrazos si no quieren hacerlo

Los niños tienen derecho a no dar besos ni abrazos si no quieren hacerlo

En ningún caso hay que obligar a los niños a hacer cosas que no desean hacer como dar besos o abrazos tanto a conocidos como a extraños, hay que respetar sus decisiones y dejarlos elegir sobre sus cuerpos.

Todo el que tenga niños sabe que en la mayoría de los casos lo más normal es que se muestre verdaderamente renuente a dar muestras de afectos tales como besos o abrazos tanto a familiares como a conocidos y lo cierto es que obligarlos a hacerlo de todos modos es la peor de las opciones en cualquiera de los casos. Lo cierto es que obligar a los niños a demostrar afecto que no les nace de manera natural en realidad no los vuelve más sociables sino más vulnerables al abuso sexual y al desarrollo de conductas sexuales de complacencia, aunque los adultos desconozcan estas graves consecuencias.

Lo máximo que se le puede solicitar a un niño es que trate a los otros con respeto, pero nunca que haga demostraciones solamente por contentar a dicha persona o al adulto que se lo indica, ellos deben tener siempre el control de las elecciones en lo referente a su cuerpo y a la forma en la que interactúan con los otros, ya que mientras más rápido asimilen que tienen el total derecho de decidir qué hacer y con quienes, mejor será su desarrollo personal y más positiva su visión sobre si mismos, aprendiendo a respetarse y a cuidarse siempre, sin importar lo que digan los otros, algo que aunque parezca simple en una situación cotidiana de “dale un beso a la tía o se pondrá triste”, en realidad tiene un significado realmente importante en cuanto a no dejar paso a la manipulación, a la obligación o al condicionamiento.

Especialistas en el tema como la cofundadora y directora ejecutiva de Kidpower Teenpower Fullpower International, Irene van der Zande que maneja esta agrupación sin fines de lucro que se especializa en brindar información sobre prevención de la violencia y seguridad personal, indica:

“Cuando forzamos a los niños a someterse al afecto no deseado para evitar ofender a un familiar o lastimar los sentimientos de un amigo, les enseñamos que sus cuerpos en realidad no les pertenecen porque tienen que dejar a un lado sus propios sentimientos sobre lo que se siente bien para ellos”…“Esto lleva a que los niños sean abusados sexualmente, a que las adolescentes se sometan a comportamientos sexuales para ‘que yo le guste’ y a que los niños soporten el bullying porque todos están ‘divirtiéndose’”.

La gran mayoría de los padres no consiguen observar la magnitud del problema, obligar a un niño a tocar a la gente de forma inofensiva cuando ellos no lo sienten de forma natural los deja vulnerables a cualquier otra situación de riesgo con pederastas, teniendo en cuenta que en un alto porcentaje de casos de pedófilos, el abusivo es un conocido del niño, es sumamente probable que los adultos hayan obligado al niño a demostrarle “afecto” a ese individuo con anterioridad, por lo que el mensaje es realmente confuso para el pequeño, que se verá obligado a soportar los abusos ya que siente que eso es lo que sus padres quieren que haga.

Ursula Wagner, especialista de salud mental explica por su parte:

“envía un mensaje de que hay ciertas situaciones en las que lo que hacen con sus cuerpos no depende de ellos”…“Si son obligados a mostrar afecto aunque no quieran, más adelante los hace vulnerables al abuso sexual”.

Vía | El Mañana
Foto | Lance Shields de Flickr

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