Un maestro sufí tenía la costumbre de contar una parábola al terminar cada lección, pero los alumnos no siempre entendían el mensaje de la misma.
– Maestro – le dijo en tono desafiante uno de sus estudiantes un día -, siempre nos haces un cuento pero nunca nos explicas su significado más profundo.
– Pido perdón por haber realizado esas acciones – se disculpó el maestro-, permíteme que para reparar mi error, te brinde mi rico durazno.
– Gracias maestro.
– Sin embargo, quisiera agradecerte como mereces. ¿Me permites pelarte el durazno?
– Sí, muchas gracias – se sorprendió el alumno, halagado por el gentil ofrecimiento del maestro.
– ¿Te gustaría que, ya que tengo el cuchillo en la mano, te lo corte en trozos para que te sea más cómodo?
– Me encantaría, pero no quisiera abusar de su generosidad, maestro.
– No es un abuso si yo te lo ofrezco. Sólo deseo complacerte en todo lo que buenamente pueda. Permíteme que también te lo mastique antes de dártelo.
– ¡No maestro, no me gustaría que hicieras eso! – se quejó sorprendido y contrariado el discípulo.
El maestro hizo una pausa, sonrió y le dijo:
– Si yo les explicara el sentido de cada uno de los cuentos a mis alumnos, sería como darles a comer fruta masticada.
Desgraciadamente, muchos maestros y padres piensan que es mejor darles a los niños las frutas perfectamente cortadas y masticadas. De hecho, la sociedad y las escuelas están estructuradas de tal forma que se enfocan más en la transmisión de conocimientos, de verdades más o menos absolutas, que en enseñarles a los niños a pensar por su cuenta y sacar sus propias conclusiones.
Los padres, educados en este esquema, también lo repiten en casa ya que todos tenemos la tendencia a reproducir con nuestros hijos las pautas educativas que utilizaron con nosotros, aunque no siempre somos conscientes de ello.
Sin embargo, enseñarle a un niño a creer a ciegas en supuestas verdades sin cuestionarlas, enseñarles lo que deben pensar implica arrebatarles una de sus capacidades más valiosas: la capacidad para autodeterminarse.
Educar no es crear sino ayudar a los niños a crearse a sí mismos
La autodeterminación es la garantía de que, elijamos lo que elijamos, seremos nosotros los protagonistas de nuestras vidas. Podremos equivocarnos. De hecho, es muy probable que lo hagamos, pero aprenderemos del error y seguiremos adelante, enriqueciendo nuestro kit de herramientas para la vida.
Desde el punto de vista cognitivo, no existe nada más desafiante que los problemas y los errores ya que estos no solo demandan esfuerzo sino también un proceso de cambio o adaptación. Cuando nos enfrentamos a un problema se ponen en marcha todos nuestros recursos cognitivos y, a menudo, esa solución implica una reorganización del esquema mental.
Por eso, si en vez de darles verdades absolutas a los niños les planteamos desafíos para que piensen, estaremos potenciando la capacidad para observar, reflexionar y tomar decisiones. Si enseñamos a los niños a aceptar sin pensar, esa información no será significativa, no producirá un cambio importante en su cerebro sino que simplemente se almacenará en algún lugar de su memoria, donde poco a poco se irá difuminando.
Al contrario, cuando pensamos para solucionar un problema o intentamos comprender en qué nos equivocamos se produce una reestructuración que da lugar al crecimiento. Cuando los niños se acostumbran a pensar, a cuestionar la realidad y a buscar soluciones por sí mismos, comienzan a confiar en sus capacidades y enfrentan la vida con mayor seguridad y menos miedos.
Los niños deben encontrar su propia manera de hacer las cosas, deben conferirle sentido a su mundo e ir formando su núcleo de valores.
¿Cómo lograrlo?
Una serie de experimentos desarrollados en la década de 1970 en la Universidad de Rochester nos brinda alguna pistas. Estos psicólogos trabajaron con diferentes grupos de personas y descubrieron que las recompensas pueden mejorar hasta cierto punto la motivación y la eficacia cuando se trata de tareas repetitivas y aburridas pero pueden llegar a ser contraproducentes cuando se trata de lidiar con problemas que demandan la reflexión y el pensamiento creativo.
Curiosamente, las personas que no recibían premios externos obtenían mejores resultados en la resolución de problemas complejos. De hecho, en algunos casos esas recompensas hacían que las personas buscaran atajos y asumieran comportamientos poco éticos ya que el objetivo dejaba de ser solucionar el problema, para convertirse en obtener la recompensa.
Estos resultados llevaron al psicólogo Edward L. Deci a postular su Teoría de la Autodeterminación, según la cual para motivar a las personas y a los niños a que den lo mejor de sí, no es necesario recurrir a recompensas externas sino tan solo brindar un entorno adecuado que cumpla con estos tres requisitos:
1. Sentir que tenemos cierto grado de competencia, de manera que la tarea no genere una frustración y una ansiedad exageradas.
2. Disfrutar de cierto grado de autonomía, de manera que podamos buscar nuevas soluciones e implementarlas, sintiendo que tenemos el control.
3. Mantener una interacción con los demás, para sentirnos apoyados y conectados.
Por último, os animo a disfrutar de este corto de Pixar, que se refiere precisamente a la importancia de dejar que los niños encuentren su propio camino y no darles respuestas y soluciones predeterminadas.
Para la mayoría de nuestros hijos las vacaciones son lo máximo, una oportunidad para alejarse del estrés escolar y hacer lo que les gusta. Pero su desarrollo integral no sale de vacaciones, lo que ellos hacen en este periodo (o dejen de hacer) afecta su crecimiento.
¿Cuál debe ser nuestra meta como padres? La misma de siempre: lograr en nuestros hijos un desarrollo emocional, cognitivo y social integral y balanceado que les permite estar preparados para la vida y ser personas felices. Esto no significa que debemos recargarlos de actividades, el descanso también es una actividad importante. Pero podemos ayudarlos a disfrutar de unas vacaciones seguras y saludables, evitando el uso excesivo de la televisión, Internet, celular, y video juegos, que no les dejan beneficios importantes.
Las vacaciones deben tener como propósito fomentar la salud y prepararlos para que vuelvan a clases renovados. En este periodo podemos fortalecer la integración familiar y el crecimiento personal.
Durante las vacaciones es fácil caer en ciertas conductas que alteran los ciclos de nuestro organismo. Por eso es bueno mantener las normas establecidas en cuanto a horarios para acostarse a dormir o del tiempo dedicado a la televisión y videojuegos, entre otros. Todo esto no debe ser muy diferente al periodo de clases, de este modo existirá una transición natural y no tan brusca al terminar las vacaciones.
Idealmente las vacaciones de los niños deben coincidir con las vacaciones de los padres, esto tiene la ventaja de que los padres pueden participar y orientar el tiempo libre de sus hijos. Pero si esto no es posible, existen varias opciones de recreación y sobre todo actividades que educan a los niños y desarrollan habilidades personales en ellos.
Aquí hay algunas recomendaciones:
1.- El deporte no solamente desarrolla el cuerpo:
Las vacaciones son un momento ideal para comenzar con la práctica continua de algún deporte, el cual hay que adecuar a la edad y preferencias del niño. Buenas opciones son el fútbol, voleibol, natación, básquetbol, bicicleta, entre otros.
Realizar actividades deportivas fortalece la voluntad, la disciplina, el trabajo en equipo, los hace más fuertes no solo físicamente, sino también emocionalmente. Además de desarrollar coordinación, equilibrio y concentración, habilidades primordiales en un buen estudiante. Cuando un niño realiza un deporte, esto favorece la formación de su autoconcepto y de su autoestima, ya que, siente que es “capaz” de realizar alguna destreza en particular. Por otro lado, niños diagnosticados con “hiperactividad” o “agresividad” encuentran un buen medio para expresar sus impulsos y canalizarlos.
Una de las mejores maneras para incentivar la actividad física en los niños es que los padres sean el ejemplo y lleven una vida activa y saludable. Por lo que aprovechen estas vacaciones para salir a andar en bicicleta en familia o realizar una simple caminata. Además de hacer deporte, puede ser un momento único para iniciar diálogos, conocer más a sus hijos y entregar valores.
2.- Alimentación saludable siempre:
Para volver a clases con mucha energía tenemos que cuidar nuestro cuerpo y mente, por esto hay que cuidar la alimentación. Es recomendable mantener una buena hidratación, pero evitar bebidas gaseosas y jugos llenos de azúcar. Igualmente, es bueno acostumbrar a leer las etiquetas de las comidas envasadas, evitando las que tienen muchas calorías, grasas o azucares (hidratos de carbono). Siempre preferir frutas y verduras. Lo que hay disponible en la casa es lo que van a comer los niños, por eso, el momento de comprar la comida es clave para decidir qué tipo de alimentación queremos entregar.
Muchos papás ofrecen premios a sus hijos por su buena conducta en forma de comida, casi siempre comida chatarra. Hacer esto ocasionalmente no traerá efectos negativos, pero recuerde que a través de los premios se entregan valores. Otras formas de premios pueden ser más efectivas, como el cariño y pasar tiempo junto haciendo alguna actividad entretenida como las que vienen a continuación.
3.- El arte de la vida:
La música y el arte estimulan nuestra creatividad, memoria, emociones, motricidad fina, disciplina y mucho más. Usemos nuestras manos para crear! Podemos aprender a tocar algún instrumento o pintar, crear un collage, papel maché, maquetas, pulseras, álbumes de fotos, etc.
Gracias a Internet se pueden descargar cursos o ver videos para aprender música y/o cursos de manualidades. A la misma vez que su hijo se divierte, es una gran estimulación para ambos hemisferios cerebrales, especialmente el creativo. Encontrará un canal para expresar sus emociones y su ingenio. Permite al niño conocer sus propios talentos y desarrollar sus múltiples inteligencias y habilidades, lo que lo ayudará en cualquier cosa que se proponga. La imaginación y la creatividad son fundamentales para resolver problemas de manera más asertiva.
Si además puede tomar talleres grupales, esto le permitirá al niño y/o adolescente interactuar con otros y potenciar sus habilidades sociales. Afianzar vínculos es esencial, pues nuestra naturaleza es ser individuos sociales. Las vacaciones son una buena oportunidad para estimular las relaciones interpersonales.
4.- La magia en los libros:
Muéstreles a sus hijos que leer no es algo aburrido y obligatorio, sino que puede ser un mundo mágico por descubrir, que puede ser algo entretenido, como jugar o hacer deportes. Elijan libros juntos, es importante que ellos se sientan parte de las decisiones y haga la lectura un espacio lúdico, donde se puede compartir y dialogar. Esto, ayudará a su hijo a aumentar su vocabulario y estimular su pensamiento.
Para muchos papás esto es una gran tarea durante el año escolar, pero no se desanimen, acuérdese que los niños aprenden por el ejemplo, por lo tanto, es importante que los vean leer y que los vean entretenidos leyendo. Coménteles las noticias del diario que les puedan interesar, vean libros entretenidos juntos, hay textos con muchas imágenes que son muy atractivos para leer. Lo importante es que logre mantener su interés y la constancia.
Así como lavarse los dientes, leer también es un hábito que hay que cultivar desde temprana edad. Enséñeles a sus hijos que leer se entrena, igual como se entrenan los músculos en el gimnasio.
5.- Actividades en casa:
En vacaciones no debemos olvidarnos de exigirles responsabilidades y colaboración, aunque con unos horarios más flexibles. Se pueden hacer actividades que promuevan la autonomía y valores personales como el orden o la limpieza. Por ejemplo, podemos pedirles ayuda para arreglar o limpiar algunas cosas, preparar el almuerzo o comida, algo que requiera mayor responsabilidad que lo que habitualmente les solicitamos. El trabajo colaborativo es una experiencia que puede enseñar valores de la importancia, como el reciclado (separando la basura), el cuidar la naturaleza (regar las plantas), fomentar la solidaridad (llevando los juguetes o libros que no usen tus hijos a una ONG o una parroquia que los distribuya a los niños sin recursos). Los niños logran de esta forma desarrollar la empatia, es decir, ponerse en el lugar del otro. Recuerda que los estamos preparando para el futuro, donde existen responsabilidades y si las incorporan con naturalidad, la vida se les hará más fácil.
6.- Actividades fuera de casa:
Aproveche de ir con ellos a conocer las bibliotecas, muchas tienen espacios infantiles y así las niños sabrán cómo acceder a ellas. Infórmese de la variedad de actividades gratuitas que hay en su ciudad. En verano hay espectáculos como obras teatrales o cuentacuentos para niños, los argumentos que se presentan en estos escenarios, no sólo entretienen, sino también los educa.
Los paseos en familia no deben faltar, lo conveniente es que se dedique por lo menos una tarde a conocer algún lugar distinto a los habituales, esto favorece la unión familiar y la interacción con el medio, además los niños pasarán un momento agradable. Salga de picnic con sus hijos, organizando con ellos lo que necesitarán.
7.- No nos olvidemos de jugar:
Desde el punto de vista psicológico, el juego le permite al niño canalizar sus emociones, fortalecer su autoestima, tener más tolerancia a la frustración, trabajar en equipo, desarrollar una competencia sana, entre otras. Aunque a veces el juego puede ser fuente de discusiones, ya que, hay a quienes les molesta más perder. Es el momento perfecto para ayudarles a gestionar sus impulsos y a enseñarles que algunas veces se gana y otras se pierde y que tienen que respetar las normas (reglas del juego) y el resultado. También se les pueden enseñar que hay juegos donde todos ganan, como son los juegos de cooperación. Algunos ejemplos de juegos: el dominó, el pictionary, juegos de cartas, un rompecabezas, etc.
8.- Hablar sobre los sueños y objetivos:
Es fundamental que nuestros hijos sean capaces de crear sus propios objetivos, no los nuestros, y que éstos se conviertan en sus motivaciones diarias para ir al colegio. Siéntense con ellos una tarde y fijen objetivos a 6 meses, 1 y 5 años. Hablen de sueños y deseos, la imaginación no tiene límites, pregúnteles como pueden lograrlo. A veces se enseña más preguntando, que mostrándoles el camino. Los niños y adolescentes comienzan a buscar su propia identidad. Lo importante es acompañar a nuestros hijos en ese proceso, apoyarlos y orientarlos para que el tiempo de calidad sea parte de la construcción de sus propios destinos.
9.- Que importante es compartir:
Aprovechemos este tiempo y compartamos con nuestros hijos. Tratemos de almorzar con ellos, de llegar más temprano a la casa, de armar planes para el fin de semana, buscar actividades entretenidas para hacer juntos. Estos espacios y momentos, son especiales para que nuestros hijos se habrán a compartir sus inquietudes y se inicie un diálogo. Escuchar sus opiniones los hace sentirse importantes, aumenta su autoestima y la resiliencia, que es la capacidad para afrontar situaciones adversas, aprender y salir fortalecidos de ellas.
Por último, algo que no debemos de olvidar nunca es: entrégueles mucho afecto.
Autora: Dra. Mariana Labbé T. Psiquiatra Infanto-Juvenil.
La diabetes tipo 1 (la que implica la inyección de insulina diaria) supone entre el 10% y el 15% del total de la diabetes y es la segunda enfermedad crónica más frecuente en la infancia. En España, cada año se producen 1.100 nuevos casos de diabetes tipo 1 en menores de 15 años. Sin duda, la adaptación a esta nueva situación, que acompañará al niño durante toda su vida, es uno de los aspectos más difíciles que hay que tratar con cuidado para que el pequeño pueda llevar una vida normal.
La Fundación para la Diabetes y Olga Sanz Font, psicóloga y experta en terapia Infanto-Juvenil, proponen una serie de sencillos mecanismos con los que los familiares pueden ayudar a desarrollar la autonomía personal del niño.
1. Favorece su independencia. Enséñale a valorar por sí mismo sus resultados e implícale, en función de su edad y madurez, en el tratamiento de su diabetes y en los controles.
2. Dale pequeñas responsabilidades. Considérale capaz de ir aprendiendo y manejando el tratamiento de la enfermedad igual que un niño sin diabetes puede aprender tareas de su vida cotidiana.
3. No fiscalices todas sus acciones. Enséñale cómo hacer las tareas que su tratamiento requiere y muéstrale que puede cuidar de sí mismo.
4. No resuelvas por él problemas entre niños, enséñale a afrontarlos él solo. Promueve su autoestima y autonomía para hacerle más fuerte y resistente frente a las presiones sociales cuando está fuera de casa.
5. Valora sus opiniones. Entre los 5 y 7 años empieza a preguntarle su opinión, corrige sus errores y escúchale. Así conseguiréis llegar a acuerdos en temas como la manera más fácil de cómo llevar a cabo las distintas tareas del tratamiento.
6. No hagas del niño el centro de tu universo. Apóyate en otras personas e intenta que otros familiares como hermanos, abuelos, etc., se impliquen en el tratamiento. De esta forma, alguna vez podrán quedarse con el niño si los padres salen fuera. Se trata de normalizar la situación en toda la familia, pues de lo contrario, a la larga desgasta y acarrea problemas de dependencia familiar.
7. Deja que vaya tomando la iniciativa en pequeñas cosas. No es adecuado estar diciéndole sistemáticamente lo que debe hacer, sin explicaciones, sino lo que él piensa y lo que entiende y no entiende.
8. Fomenta la comunicación con él. Háblale a cerca de todo lo que pueda estar relacionado con su enfermedad y escucha sus dudas o preocupaciones que puedan surgir.
9. Felicitale por las cosas que hace bien relacionadas con su tratamiento. Enséñale a sentirse orgulloso por sus avances; reforzando cada paso que dé en pro de la diabetes. Ante el fracaso, hazle ver el lado positivo de las cosas.
10. No somos perfectos. No te culpes si las cosas no salen perfectas, todos los padres cometen errores y siempre es tiempo de rectificar.
En ningún caso hay que obligar a los niños a hacer cosas que no desean hacer como dar besos o abrazos tanto a conocidos como a extraños, hay que respetar sus decisiones y dejarlos elegir sobre sus cuerpos.
Todo el que tenga niños sabe que en la mayoría de los casos lo más normal es que se muestre verdaderamente renuente a dar muestras de afectos tales como besos o abrazos tanto a familiares como a conocidos y lo cierto es que obligarlos a hacerlo de todos modos es la peor de las opciones en cualquiera de los casos. Lo cierto es que obligar a los niños a demostrar afecto que no les nace de manera natural en realidad no los vuelve más sociables sino más vulnerables al abuso sexual y al desarrollo de conductas sexuales de complacencia, aunque los adultos desconozcan estas graves consecuencias.
Lo máximo que se le puede solicitar a un niño es que trate a los otros con respeto, pero nunca que haga demostraciones solamente por contentar a dicha persona o al adulto que se lo indica, ellos deben tener siempre el control de las elecciones en lo referente a su cuerpo y a la forma en la que interactúan con los otros, ya que mientras más rápido asimilen que tienen el total derecho de decidir qué hacer y con quienes, mejor será su desarrollo personal y más positiva su visión sobre si mismos, aprendiendo a respetarse y a cuidarse siempre, sin importar lo que digan los otros, algo que aunque parezca simple en una situación cotidiana de “dale un beso a la tía o se pondrá triste”, en realidad tiene un significado realmente importante en cuanto a no dejar paso a la manipulación, a la obligación o al condicionamiento.
Especialistas en el tema como la cofundadora y directora ejecutiva de Kidpower Teenpower Fullpower International, Irene van der Zande que maneja esta agrupación sin fines de lucro que se especializa en brindar información sobre prevención de la violencia y seguridad personal, indica:
“Cuando forzamos a los niños a someterse al afecto no deseado para evitar ofender a un familiar o lastimar los sentimientos de un amigo, les enseñamos que sus cuerpos en realidad no les pertenecen porque tienen que dejar a un lado sus propios sentimientos sobre lo que se siente bien para ellos”…“Esto lleva a que los niños sean abusados sexualmente, a que las adolescentes se sometan a comportamientos sexuales para ‘que yo le guste’ y a que los niños soporten el bullying porque todos están ‘divirtiéndose’”.
La gran mayoría de los padres no consiguen observar la magnitud del problema, obligar a un niño a tocar a la gente de forma inofensiva cuando ellos no lo sienten de forma natural los deja vulnerables a cualquier otra situación de riesgo con pederastas, teniendo en cuenta que en un alto porcentaje de casos de pedófilos, el abusivo es un conocido del niño, es sumamente probable que los adultos hayan obligado al niño a demostrarle “afecto” a ese individuo con anterioridad, por lo que el mensaje es realmente confuso para el pequeño, que se verá obligado a soportar los abusos ya que siente que eso es lo que sus padres quieren que haga.
Ursula Wagner, especialista de salud mental explica por su parte:
“envía un mensaje de que hay ciertas situaciones en las que lo que hacen con sus cuerpos no depende de ellos”…“Si son obligados a mostrar afecto aunque no quieran, más adelante los hace vulnerables al abuso sexual”.
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