Las madres estamos solas

Las madres estamos solas

Por Catalina Infante/Ilustración Sofía Valenzuela


Antes de convertirme en madre, varias mujeres, incluyendo mi psicóloga, intentaron advertirme de lo difícil que sería. En específico recuerdo una que, en una fiesta, al verme embarazada se acercó a saludarme. Era una antigua conocida de la época universitaria, entonces una alocada cantante de cumbia a quien yo admiraba. Por las redes sabía que había sido mamá de mellizos, así que intuí querría felicitarme y darme algunos consejos. Sin embargo, solo me dijo con un gesto serio: “Estamos solas. Nadie va a ayudarte”. Atribuí el dramatismo a su contexto personal, pero ahora me doy cuenta de que esa mujer solo intentaba advertirme de una verdad brutal, y de paso me regaló una frase que iría apareciendo una y otra vez durante mi puerperio; las madres estamos súper solas.

La página del Minsal define al puerperio como el período que se inicia con el nacimiento de la guagua y se prolonga durante seis semanas, cuando el organismo vuelve a su estado normal. Esta definición es la aceptada por los profesionales de la salud; sin embargo, si consideramos los aspectos psicológicos, emocionales y propios del sistema nervioso, otros especialistas (y las madres mismas) aseguran que dura hasta los dos años de vida, cuando la guagua alcanza una relativa independencia emocional de la madre. El mismo Minsal, en un instructivo dirigido a la familia y el entorno cercano de la madre, advierte sobre este delicado período. Dice, de manera literal, que estar en puerperio es como volverse loca. Sobre todo los primeros meses, cuando se asienta la lactancia y no existen los horarios de sueño. Las mujeres pasamos de tener el control de nuestras vidas a la pérdida absoluta de esta; sin horarios y ciento por ciento disponibles a las necesidades urgentes y vitales de un otro. Si no estamos preparadas y no tenemos apoyo del entorno familiar, vivimos este tiempo con mucha angustia y soledad, incluso con riesgo para nuestra psiquis. Al leer esto pienso qué alivio que exista conciencia de parte del Ministerio sobre la importancia de acompañar a las madres. Lástima que eso no se traduzca en un apoyo real y concreto, sino que se deje a la suerte de cada mujer procurar esa contención vital.

Resulta paradójico; desde que tengo uso de razón que la maternidad es un incentivo constante en el discurso público. A medida que las mujeres crecemos y envejecemos, la consigna del “tengan hijos” se alza, y aparece en la televisión cuando la prendemos, en los carteles publicitarios cuando caminamos por la calle, en las reuniones familiares cuando nos interrogan, en las conversaciones con las amigas, incluso en los discursos presidenciales. Hasta que llega el día en que eres madre y todos desaparecen. Desapareces de la televisión, porque nadie muestra a una madre real en posparto. Desaparecen los amigos que prometieron ayudarte, porque nadie coincide con tus horarios. El padre también desaparece, porque a los tres días está obligado a volver a trabajar. Las pocas personas que quedan, por ignorancia de las necesidades de una madre, te estresan tanto que no los quieres cerca. Y en esa realidad silenciada está la resignación de que la maternidad es responsabilidad de las madres y que solas debemos resistirla. Ya lo planteó hace unos años la filósofa Carolina del Olmo en el libro Dónde está mi tribu, una especie de biblia para la madre posmoderna. El ensayo, basado en la experiencia de la autora, interpela el famoso dicho “para educar a un niño hace falta una tribu entera” y expone la soledad que viven las madres en las grandes ciudades, desprovistas de cualquier red de apoyo. El sistema actual, dice, ha puesto en peligro los lazos sociales en los cuales se fundan los cuidados y nos ha dado la espalda a las mujeres, quienes hemos asumido solas este rol a lo largo de la historia. “El mundo occidental se ha quedado sin tribu”, dice. Porque ha desaparecido el clan que antes apoyaba a las madres: padres, abuelos, hermanos, vecinos. Las mujeres se han visto en la necesidad de incurrir en creativas formas de solventar esta carencia, aunque casi todas recaen en la única opción que ofrece el sistema: la ayuda pagada.

Las mujeres en puerperio tomamos esta carga como propia. Pensamos que es una prueba que tenemos que pasar y normalizamos en esos primeros meses no comer, no dormir, no ducharnos, pasar el día solas e incluso deprimirnos. Bajamos el moño ante esta realidad porque no tenemos energía ni tiempo para volver esta causa algo político. Vamos a doctores en busca de ayuda, quienes asocian nuestro estado a las hormonas o a la depresión posparto. Muchas terminan así, deprimidas. En Chile más del 40% de las madres presenta síntomas de ansiedad y depresión durante este período, donde el mayor número de casos se registra en los sectores socioeconómicos bajos, y asumimos que es porque son las que tienen menos posibilidad de ayuda.

Me atrevo a decir que la mayoría de esos casos podrían prevenirse con un simple cambio: que las madres no estén solas. La psicóloga Pamela Labatut, que cuenta con más de 24 mil madres que la siguen en Instagram buscando de forma virtual esa ‘tribu’ perdida, afirma que actualmente se aprecia en la mujer un aumento dramático en el deterioro de la salud mental; poco autocuidado y mucha sobrecarga mental. “No se ha educado socialmente que las madres necesitamos que nos cuiden. Además, todos los días necesitamos tiempo de autocuidado para sentirnos en mayor equilibrio, conectar y validar nuestras emociones, tener espacios de escucha y momentos de calma para proteger nuestra salud mental y la de nuestros hijos”, dice Jenny Bruna, fundadora de la web mamadre.cl -un blog que creó a partir de su propia experiencia de soledad y que se convirtió en un referente hace unos años cuando nadie hablaba de este tema-, comparte la idea de que las madres nunca hemos estado tan solas como lo estamos actualmente. “Aún se cree que criar es cosa de mujeres, y en ese camino corremos riesgo de padecer algún problema de salud mental, que finalmente también rebota en el niño o niña”. A esto Pamela Labatut agrega: “Un niño que crece con la madre mentalmente sana tiene menos posibilidades de padecer un trastorno psicológico en su adultez, eso está demostrado”. Considerando que Chile es el país que tiene la peor salud mental en niños, creo que aprender a cuidarnos es urgente.

Las puérperas sobrevivimos; el tiempo pasa, los hijos crecen, encontramos finalmente el equilibrio y el disfrute. Muchas lo resuelven con antidepresivos, porque aman a sus hijos y no quieren que carguen con una madre estresada. Y esto no es la realidad de unas pocas, en mayor o menor medida es transversal a las mujeres. Las más privilegiadas tienen ayuda de sus madres o suegras, o bien pagan por ella. Pero creo que eso solo habla de un círculo que no se rompe; esa ayuda la brindan otras mujeres. Por donde se mire, el cuidado de los hijos es para la cultura tarea nuestra, y mientras nosotras vivimos al filo del colapso, allá afuera el mundo se llena la boca con el discurso de la maternidad.

¿Por qué la soledad de una madre debe ser una causa política? Porque dejar a una mujer sola en su puerperio es un acto de violencia, que atenta contra la mujer y la vulnera. Porque la crianza de los hijos no es una responsabilidad exclusiva de nosotras, es una labor de la sociedad completa. Existen muchas formas de evitar esa soledad; un posnatal para los padres (no opcional a la madre, sino el suyo propio); ayuda psicológica gratuita para todas las mujeres en puerperio; subsidio para ayuda en los primeros meses en caso de no contar con el padre; redes de apoyo gratuitas con profesionales a disposición de la familia (asesoras de lactancia, por ejemplo) son solo algunas ideas, pero ninguna es hoy una lucha política real. Procurar el cuidado y el descanso de la mujer en puerperio es una labor y una responsabilidad social. Ser madre siempre será difícil, pero en soledad se vuelve imposible. Para vivir la experiencia materna de una forma saludable y que los niños lleguen a este mundo en un ambiente más sano y amable necesitamos con urgencia más apoyo. Las madres no debemos nunca estar solas.

Fuente: www.paula.cl

El Puerperio y las Flores de Bach

El Puerperio y las Flores de Bach

Si bien cada mujer vive de manera distinta el momento posterior a dar a luz, las Flores de Bach suelen servir para ayudar a transitar el camino de adaptación durante el puerperio.

libro-el-misterio-de-la-teta-dibujo-de-soledad-martc3adnezEl puerperio es el período postparto que atraviesa la mujer desde el nacimiento de su hijo hasta 40 a 60 días después. Es relativo y subjetivo, varía con cada mujer. En este periodo se presentan cambios hormonales, físicos y sobre todo emocionales. En esta etapa las Flores de Bach ayudan a equilibrar los aspectos emocionales desarmonizados. La embarazada que ha tomado las flores durante el embarazo tienen un puerperio mucho más feliz y la capacidad de adaptación ha aumentado. Veamos algunas situaciones que pueden presentar la puérpera y las Flores de Bach que hay que tener en cuenta para cada situación.

Para cada situación

La mujer imaginó a su hijo durante 9 meses y ahora ese bebé real que tiene frente a sí es un desconocido y habrá un tiempo de adaptación mutua, conocimiento y adaptación. Clematis ayudará a aceptar al bebé real frente al idealizado, imaginario.
Desde el momento del parto, mamá y bebé que estuvieron fusionados durante el embarazo, se separan físicamente por primera vez. El vínculo que los une es el más fuerte, el primero para todo ser humano. El cachorro humano es, al nacer, el más débil y dependiente para sobrevivir, comparado con otras especies. De ahí la importancia de la función materna como sostén. Desde aquí comienza un período de entrar en sintonía mamá y bebé, encontrar un ritmo mutuo donde el bebé buscará como solicitar lo que necesita y la mama aprenderá a identificar sus pedidos y proveer lo que él le demanda: alimento, contacto, abrazos y mimos, dormir, limpieza. Walnut la ayudará a adaptarse a los cambios y Chicory la conectará con la gran capacidad de dar para sostener adecuadamente al niño.

Tiempos difíciles

La mujer debe encontrar ahora su nueva identidad como madre, dejando de lado todos sus intereses previos al nacimiento. El bebé exigirá una atención completa las 24 horas del día. Este periodo de readaptación exige muchísimo emocionalmente a la mujer. Ha perdido su imagen corporal, el cuerpo está ocupado por la lactancia, las heridas de la episiotomía o de la cesárea pueden ser muy molestas la primera semana. Heather ayuda a las madres que han sido muy egocéntricas y les cuesta mirar más a su bebé que a ellas mismas en este período. Crab Apple conecta con el amor y la aceptación de su imagen corporal. El rechazo del propio cuerpo crea grandes conflictos de silueta que traen consecuencias emocionales negativas como la baja autoestima, ausencia de libido, rechazo de la pareja entre otras.

Los dolores pueden ser intensos la primera semana y se deben a las heridas de la episiotomía o de la cesárea, los pezones que pueden agrietarse y los entuertos del útero que va recobrando su tamaño original. Si son muy intensos, y sobre todo para las mujeres que tienen muy bajo umbral del dolor, Impatiens y Elm lo hacen mucho más soportables.

Los miedos siempre pueden estar presentes, ser de diferentes intensidades y por diferentes motivos. Red Chestnut: para los miedos por el bebé y que le suceda algo. Mimulus para los miedos en general, que puedan identificarse y nombrarse. Rock Rose cuando ese miedo se convierte en terror y Aspen cuando hay aprensión y presentimientos negativos de que “algo” indefinido pueda suceder en cualquier momento.

Rescue Remedy será la esencia principal de todo este período como gran equilibrador y conector con las capacidades naturales del cuerpo y la psiquis de volver a equilibrarse y readaptarse después de cambios tan marcados en todos los niveles.

Depresión postparto

Las prioridades en su vida han cambiado y a veces cuesta muchísimo compatibilizar la mujer de antes con la madre actual. Las pautas culturales imponen que ella debe sentirse la súper madre y amar al bebé desde el primer momento. Esto no siempre sucede de esta manera y la mujer puede sentirse muy culpable y frustrada si no lo logra desde el principio. Por todo esto es muy común oír hablar de depresión postparto que hasta un 20 % de las mujeres pueden sufrir. Los síntomas que pueden aparecer en estos casos son:

• Irritabilidad,
• llanto fácil,
• tristeza,
• ansiedad,
• sensación de vacío.

En estos casos Agrimony la conectará con sus sentimientos más profundos y será más fácil compartirlos y expresarlos. Y Gentian mejorará la tristeza y le permitirá conectarse con la alegría de ser madre.

Los sentimientos de culpa por no ser o sentir lo que se espera de ella pueden aliviarse con Pine. La sensación de no ser capaz de poder llevar adelante la crianza de su hijo o sentirse abrumada por tanta tarea que realizar, mejorarán notablemente con Elm. La fatiga, agotamiento o falta de energía se restituirán rápidamente con la esencia floral de Olive. Las alteraciones del sueño ya sea si es excesivo o que cueste conciliarlo se beneficiarán con Clematis y White Chestnut u Oak, respectivamente.

Es bueno que la madre trate de dormir y recuperarse en los momentos que duerme el bebé. Es fundamental la ayuda de la pareja, la familia y las amigas en estos períodos, sobre todo si hay otros hijos que atender, para que ella pueda relajarse y sentirse apoyada en estos momentos.

A no desesperar papá y mamá si alguno de estos síntomas aparecen, muchas veces son pasajeros y se acomodan rápidamente, de no ser así tengan en cuenta que las Flores de Bach indicadas por un profesional en la materia serán de excelente ayuda para la puérpera, su bebé y su entorno familiar.

Fuente: www.remediosfloresdebach.wordpress.com

Foto: www.serpadres.es

Trastorno de estres postraumático

Trastorno de estres postraumático

¿QUÉ ES EL TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO?

El trastorno de estrés postraumático (TEPT) es un trastorno de ansiedad que puede surgir después de que una persona pasa por un evento traumático que le causó pavor, impotencia u horror extremo. El trastorno de estrés postraumático puede producirse a raíz de traumas personales (por ejemplo violación, guerra, desastres naturales, abuso, accidentes serios o cautiverio) o por haber presenciado o saber de un acto violento o trágico.

Aunque es común pasar por un breve estado de ansiedad o depresión después de dichos eventos, las personas que sufren de trastorno de estrés postraumático siguen «volviendo a vivir» el trauma; evitan a las personas, los pensamientos o situaciones relacionadas con el evento y tienen síntomas de emociones excesivas. Las personas con este padecimiento sufren estos síntomas durante más de un mes y no pueden llevar a cabo sus funciones como lo hacían antes del suceso traumático. Los síntomas del trastorno de estrés postraumático por lo general aparecen en un período de tres meses de la situación traumática, sin embargo, a veces se presentan meses o hasta años después.

Se enfatiza sobre el trastorno emocional y el desequilibrio, además del fracaso en la solución de problemas o enfrentamientos durante el estado de crisis. Taplin, subrayó el componente cognoscitivo, es decir, la violación de las expectativas de la persona sobre su vida por el proceso traumático, o la incapacidad para manejar situaciones nuevas y dramáticas. “Todos los humanos pueden estar expuestos en ciertas ocasiones de sus vidas a experimentar crisis caracterizadas por una gran desorganización emocional, perturbación y trastornos en las estrategias previas de enfrentamiento”.

Uno de los aspectos más obvios de la crisis, es el trastorno emocional grave o desequilibrio experimentado por el individuo. Se describen sentimientos de tensión, ineficacia e impotencia. A rasgos generales, las personas en crisis experimentan significativamente:

– Sentimientos de cansancio y agotamiento, desamparo, inadecuación y confusión.
– Síntomas físicos, ansiedad y desorganización.

Una parte de la desorganización es la vulnerabilidad del individuo. Cuando ya no es capaz de enfrentar, todo parece destruirse, ya no queda nada por defender. La sobrecarga de la estructura cognoscitiva deja al organismo confundido. En este estado de la crisis, el individuo puede aceptar información que le explique lo que está pasando. De la forma de integrar o recibir esta información, va a resultar un comportamiento más o menos desestructurado. Probablemente, el individuo oscile en estos episodios confusionales, ofreciendo un estado de ánimo o expresión alternante. En este tipo de acontecimientos tan críticos, graves o inesperados, el desconocimiento de lo que está sucediendo puede facilitar comportamientos automáticos no determinados por ninguna estrategia cognoscitiva, tal y como suele apreciarse.

Casi cualquier definición de crisis se centra en la idea de que el enfrentamiento o la solución de problemas se ha trastornado. La crisis es demasiado grave, demasiado intensa para nuestros recursos, que no resultan ni suficientes ni disponibles para resolver lo que está sucediendo (apreciación subjetiva). La persona en crisis se siente completamente ineficaz para abordar esas circunstancias.

El estado de crisis se caracteriza por un trastorno en estos procesos: una primera valoración de la situación y el peligro y una respuesta adaptada. La solución racional de problemas es imposible (petición de ayuda, resolver una cosa cada vez…) y se tiene incapacidad para manejar aspectos subjetivos: miedo, dolor, etc.

FASES O MOMENTOS FUNDAMENTALES EN LA CRISIS

– Impacto, retirada y recuperación o desadaptación.
– El impacto produce un efecto de exceso emocional y sobrecarga. Aparece un primer momento de retirada con síntomas tales como la negación, la ansiedad y la inhibición o agitación.
– Si el individuo cuenta con los recursos personales suficientes, o recibe la ayuda necesaria, la recuperación adaptativa supone la resolución de la crisis y, generalmente, hay un fortalecimiento de las defensas y un aumento de la autoestima y la independencia. En el caso de fracasar los mecanismos adaptativos, aparecerán síntomas crónicos con persistencia de las memorias traumáticas, indefensión futura y dependencia.

Pasados estos primeros instantes y una vez fuera del lugar de peligro, lo habitual es que se produzca un cierto enturbiamiento de la conciencia, que varía desde una leve sensación de flotamiento o extrañeza, hasta un cuadro semiestuporoso con escasa respuesta a los estímulos. Se aprecia un embotamiento general, con lentitud y pobreza de reacciones, acompañado por una sensación de gran laxitud y abatimiento.
Los primeros pensamientos suelen ser de extrañeza e incredulidad y, a medida que la conciencia se va haciendo más penetrante y se diluye el embotamiento producido por el estado de “shock”, van abriéndose paso las vivencias afectivas de una colorido más violento y dramático: dolor, indignación, rabia, impotencia, culpa, miedo, alternándose con momentos de profunda aflicción y abatimiento.

Estas escenas producen en el sujeto una dolorosa conmoción que suscita un estado de intensa alteración emocional, pudiendo desencadenarse un ataque de angustia. Este mecanismo de intrusión de recuerdos se considera normal en la mayoría de los casos. También suelen observarse irrupciones del recuerdo durante el sueño, en forma de pesadilla recurrente, con despertares frecuentes de alto contenido emocional.
Hasta aquí son reacciones genéricas ante una situación de peligro y se producen sistemáticamente en la mayoría de los individuos. En cambio, lo que sucede a continuación depende mucho de las características y la situación del afectado y su entorno.

Un acontecimiento traumático puede desembocar en situaciones muy distintas si el sujeto se encuentra bien apoyado por su entorno más cercano o si no es así. Prácticamente todos los autores coinciden en el papel de la familia/grupo social como fuente principal de apoyo. En este sentido, se habla de la intervención de dos tipos de factores: Factores de vulnerabilidad y factores de protección. El destino psicológico de la víctima, va a depender en gran medida de la dialéctica entre estos dos tipos de factores.

Factores de vulnerabilidad: existen tres tipos de factores característicos del sujeto y de su entorno, previos al trauma, que pueden vulnerabilizarle hacia cuadros psicológicos posteriores:

– Factores de personalidad: generalmente son personas con tendencia a evitar experiencias nuevas. Presentan un tiempo de adaptación lento y un locus de control externo.
– Factores biológicos: dependen de unas pautas determinadas de respuesta endocrina y de neurotransmisión.
– Ausencia-Influencia de factores de protección social.

Factores de protección: son aquellos que, siendo tanto internos como externos, van a proteger al individuo de la posibilidad de desarrollar cuadros psicopatológicos posteriores:

– Factores de personalidad y biológicos: recursos de afrontamiento al estrés.
– Apoyo y protección familiar
– Apoyo social próximo: amigos, grupos de afiliación.
– Apoyo social general: opinión pública, medios de comunicación
– Apoyo social institucional: Estado, Administración Pública

Si la dinámica de estos factores favorece al sujeto, los síntomas se irán metabolizando (readaptación funcional). Si ocurre lo contrario, el desequilibrio de esta segunda etapa se irá agravando, emergiendo y fraguándose en un conjunto de síntomas que determinarán su vida: TEPT y trastornos asociados.

Se van a añadir a los cuadros psicopatológicos, ciertas consecuencias difícilmente tipificables en ocasiones, pero que influyen en gran medida en el sufrimiento subjetivo de las víctimas:

– Ruptura del sentimiento de seguridad, indefensión.
– Pérdida del rol personal o social previos, cambio de jerarquías y criterios de valor.
– Graves problemas de desadaptación social, laboral y familiar.
– Trastornos de carácter: introversión, pasividad, regresividad, dependencia, e irritabilidad.
– Conflictos socio-familiares: que, obviamente, se derivan y cierran el círculo vicioso, desembocando frecuentemente en una situación de desencuentro recíproco, desconfianza y frustración, en el que conviven el aislamiento y el rechazo.

Desde la perspectiva de la víctima, la incapacidad por parte del entorno para comprender la situación y ofrecerle reconocimiento y compensación, acaba constituyendo una segunda victimización, a menudo más dolorosa que la inicial.

Ante la muerte inesperada de un ser querido, se suceden según Horowitz (1.976), reacciones de tensión graves, que pueden ser tipificadas en una serie de etapas:

– El Grito: según este modelo, la primera reacción es el grito, una reacción emocional reflexiva, así como llanto, pánico, grito, desmayo o lamentos. La reacción puede ser más o menos obvia. El llanto conduce a la negación o a la intrusión.
– La Negación: conduce a un bloqueo del impacto. Puede acompañarse de un entorpecimiento emocional, en no pensar en lo ocurrido. Una viuda puede entrar en esta etapa en el momento del funeral, llevando a la conclusión de fortaleza aparente.
– La Intrusión: incluye la abundancia involuntaria de ideas y sentimientos de dolor sobre el suceso. Aparecen pesadillas periódicas. Puede empezar a experimentarlo en los momentos en que han finalizado las gestiones iniciales y se enfrentan a la soledad o a la normalidad. Es entonces cuando suele aparecer el impacto pleno de la pérdida. La abundancia de pensamientos intrusivos puede incluir afirmaciones sobre la pérdida y su impacto.

Algunos individuos omiten la fase de negación y entran en la de intrusión. También se aprecian oscilaciones y retornos de una etapa a otra.

– La Penetración: es el proceso en el que se expresan, identifican y divulgan pensamientos, sentimientos e imágenes. Algunos hacen solos este proceso, otros necesitan ayuda externa.
– La Consumación: Es la etapa final de la experiencia en crisis. Conduce a una integración de la misma en la vida del individuo. A la desorganización de la crisis la sustituye el sentimiento de tristeza por el recuerdo de la pérdida, que se sitúa cronológicamente en el pasado (atención a rituales presentes, altares…).

TIPO DE TRAUMAS

Meichenbaum distingue 5 tipos de acontecimientos traumáticos:

1) Acontecimiento traumático simple:
– Peligroso, perjudicial, amenazador, a menudo imprevisto y abrumador para casi todo el mundo.
– Desastres naturales: inundaciones, terremotos…
– Desastres accidentales: coche, tren, explosión, accidente químico, avión, incendio…
– Desastres de diseño humano intencional: bombardeo, atentado terrorista, violación, agresión, disparos…

2) Trauma repetido, prolongado:
– Natural. Exposición a la radiación, enfermedad…
– Ejecución humana intencional: abuso sexual, maltrato doméstico, prisioneros…

3) Exposición indirecta:
Especialmente en el caso de los niños.
– Hijos de supervivientes
– Exposición a la experiencia traumática de alguien muy cercano, o cercanía situacional al propio lugar del suceso.

4) Traumas Tipo I:
– Hechos traumáticos simples.
– Experiencias traumáticas aisladas.
– Hechos repentinos inesperados y devastadores.
– Duración limitada.
– Desastres naturales, accidentes de coche.
– Los hechos se recuerdan con detalle.
– Mayor probabilidad de síntomas de idea intrusiva, evitación y síntomas de hiperactividad.
– Recuperación rápida más probable.

5) Traumas Tipo II:
– Traumas variables, múltiples, crónicos y permanentes.
– Con más probabilidad de ejecución humana intencional.

¿QUIEN LO PADECE?

La mayoría de las personas que han sufrido un trauma no llegan a padecer el estrés postraumático, un hecho que todavía no tiene explicación. Además y al contrario de lo que se cree, la gravedad del síndrome no depende de la naturaleza del trauma que lo desencadena.

La reacción a una situación dura e inusual depende mucho de la sensibilidad de las personas afectadas y de sus recursos para afrontar los traumas. En parte esto se encuentra determinado por las características genéticas de cada uno, pero también influye la personalidad y la situación vital concreta que esté atravesando, si ha sufrido o no otros traumas en el pasado o el tejido familiar y social que pueda apoyarle.

Puede aparecer a cualquier edad, aunque suele ser más frecuente entre las personas jóvenes, quizá porque tienen más posibilidades de exponerse a los traumas desencadenantes. También es más común en aquéllos individuos socialmente aislados.

En concreto, las principales consecuencias de las agresiones sexuales sobre el equilibrio emocional de las víctimas son las siguientes (según Echebur, Zubizarreta y Sarasua, 1995):

1.A CORTO PLAZO: quejas físicas, alteraciones del apetito, trastornos del sueño, pesadillas…. Lo que predomina como resultado de todo ello es una conducta global desorganizada y un cierto grado de dificultad para retomar la vida cotidiana.

2.A MEDIO PLAZO: depresión, pérdida de autoestima, dificultades en la relación social y disfunciones sexuales, así como temores diversos. Es decir la víctima es capaz de retomar su vida habitual, pero con limitaciones.

3.A LARGO PLAZO: irritabilidad, desconfianza, alerta excesiva, embotamiento afectivo, disfunciones sexuales y capacidad disminuida para disfrutar de la vida. La experiencia sexual, aunque deseada, puede verse evocada al trauma experimentado.

Fuente: www.trastornolimite.com

Vive consciente: Comprende y sana para amarte

Vive consciente: Comprende y sana para amarte

Mujer: ¿Quieres mejorar tu autoestima, pero no sabes cómo?

Para generar confianza en nosotras y respetarnos es necesario que vivamos consciente de nuestro sentir, pensar y accionar. Cuando somos conscientes de aquello que queremos para nuestras vidas somos más honestas y generamos acciones coherentes con nuestro sentir.

Cuando transitamos nuestra vida reflexivamente somos responsables frente a la realidad interna y externa, ejecutamos acciones coherentes y nos sentimos más honestas, y así nuestra autoestima crece.

¡Ahora es el momento!

Si deseas comenzar este camino o crecer en él, no necesitas esperar la ocasión “ideal” para ello, no necesitas ponerte grandes metas, ni proponerte grandes cambios, sólo necesitas asumir la responsabilidad de empezar, asumir que eres responsable de tu plenitud, bienestar y felicidad.

Lo importante es a ir paso a paso, un pequeño movimiento, subir un peldaño, ya nos hace avanzar en el camino, nos sitúa más adelante de donde comenzamos.

¡Manos a la obra!

woman-writing-in-journal-in-cafe_sucewla7e_thumbnail-small01Te invito a elegir un área de tu vida en la que te gustaría vivir de forma más consciente, puede ser trabajo, pareja, como madre, hija, etc. Una vez que elegiste esa área pregúntate: ¿Qué es lo que hace que se me dificulte el estar consciente en esta área? y durante cinco minutos (con cronómetro si es necesario) escribe todo aquello que se venga a tu mente.

Una vez hayas terminado, quiero pedirte que cierres los ojos e imagines cómo sería el ser más consciente en el área que elegiste: ¿Cómo te sentirías? ¿Cómo serían tus relaciones? ¿Cómo caminarías? ¿Que es lo más importante que sería distinto?.

Y si te animas, proponte tres acciones concretas para realizar durante la próxima semana, que te lleven a ser más consciente y por lo mismo, más respetuosa, amorosa, confiada en ti, esto elevará tu autoestima y felicidad.

Fuente: www.nosotraselblog.cl

Autor: Ps. Isidora Serrano

www.isidoraserrano.com

La Terapia Brainspotting en qué consiste

La Terapia Brainspotting en qué consiste

¿Has oído hablar de la terapia Brainspotting? Probablemente no, porque no es una terapia demasiado conocida ni extendida. Sin embargo, puede ser una gran opción a la hora de aliviar la tensión física y emocional derivada de sucesos traumatizantes.

¿Qué es exactamente el Brainspotting?

Para explicar qué es el brainspotting, lo mejor que podemos hacer es explicar de dónde viene el término. Y es que, como puedes suponer, “brainspotting” es un término inglés, que significa, literalmente, “punto cerebral”.

Este es un método muy innovador que viene utilizándose en psicología desde hace relativamente poco tiempo, y que consiste en abordar el sufrimiento de una forma más profunda y transformadora que otras técnicas.

De esta forma, se puede ayudar a la persona que está sufriendo a recuperarse de las heridas emocionales que un evento traumático le ha causado.

Esta técnica, como decimos, es bastante novedosa. De hecho, fue descubierta en el año 2003 por el psicoterapeuta David Grand, mientras estaba practicando terapia EMDR con sus pacientes.

Durante una de estas terapias, se dio cuenta de que, cuando reducían los movimientos oculares, podían procesar las experiencias traumáticas de una forma más tolerable, sin un impacto tan elevado.

Es decir, Grand se dio cuenta de que las personas mostraban reacciones reflejas poco frecuentes cuando sus ojos se encontraban en determinadas posiciones.

Y es así como desarrolló el brainspotting, que consiste en conectar las reacciones emocionales y las reacciones físicas que una persona tiene en la actualidad con los eventos traumáticos del pasado. Con ello, se puede identificar el “punto cerebral” y, con trabajo, liberar las emociones de la experiencia traumática que han quedado bloqueadas.

¿Por qué las experiencias traumáticas se quedan bloqueadas en el cerebro?

Todas las experiencias estresantes que podemos considerar una amenaza pueden acabar por convertirse en un trauma. Es un mecanismo normal del cerebro, porque busca protegerse (y protegernos). Sin embargo, el hecho de que busque algo, no significa que lo consiga. De hecho, a menudo, esos mecanismos de protección son contraproducentes.

Esto se ve, especialmente, cuando los traumas se derivan de una situación difícil que hemos pasado en algún momento, y para la cual no hemos contado con el apoyo adecuado (algo fundamental a la hora de procesar emociones negativas e integrarlas en nuestra vida).

El resultado de esto es que la experiencia negativa se queda grabada en nuestro cerebro y se transforma en un trauma que se activa en distintas situaciones y que, como ya debes saber, afecta negativamente a nuestro equilibrio emocional y físico.

Esto, que podría sonar muy etéreo, lo cierto es que ha sido confirmado por estudios de la Universidad de Harvard, en los cuales se ha podido ver que las huellas dolorosas quedan grabadas en el cerebro, activando la amígdala, el núcleo del miedo y la corteza visual.

Esto es muy importante, porque, cuando una experiencia negativa se procesa correctamente, ésta pasa a formar parte de la narrativa vital de la persona, por lo que, al recordarla, el área del cerebro que se activa es el área de Broca, responsable del lenguaje.

Es decir, hay una relación clara entre las áreas del cerebro que se activan para un mismo suceso emocional doloroso procesado correctamente y uno procesado incorrectamente.

Teniendo esto en cuenta, el secreto del brainspotting reside en que la mayoría de las personas, cuando recuerdan las experiencias traumáticas, experimentan un nivel de excitación fisiológica que puede ser excesivo para ellas, y acaba conllevando que no procesen adecuadamente la situación (lo que impide su mejoría).

Con el brainspotting, en cambio, se pueden integrar las zonas relacionadas con la información visual y somatosensorial, lo que permite que la memoria reajuste el trauma sin necesidad de que aparezcan ansiedad ni angustia, que es lo que sucedía con los métodos y las técnicas tradicionales.

Cómo funciona el Brainspotting

Pero… ¿Cómo se aplica exactamente la técnica? Pues lo cierto es que el brainspotting no es más que una posición concreta del ojo, que se vincula con una activación de un circuito neuronal concreto en el cerebro, que es el que almacena la información sobre nuestra vida.

El psicoterapeuta buscará ese punto mientras mueves los ojos (y te pregunta, por ejemplo, si sientes más o menos ansiedad, etc). Y, una vez detectado ese punto, se trabajará en la terapia propiamente dicha, mientras mantienes la mirada fija en esa dirección.

Puesto que cuando miras en esa dirección el cerebro está en proceso de recuperar recuerdos y procesarlos, es normal que aparezcan reacciones fisiológicas y psicológicas razonablemente fuertes. Pero es en eso sobre lo que hay que trabajar para que se produzca la sanación emocional.

Parece magia, pero no: Es ciencia.

Como puedes ver, la terapia Brainspotting es una gran forma de aliviar la tensión física y emocional que se deriva de sucesos que causan lesiones emocionales. Por tanto, si has tenido algún trauma, deberías valorar la posibilidad de someterte esta terapia.

Fuente: www.psicoactiva.com

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