Heridas Emocionales: Humillación, Traición e Injusticia según Lise Bourbeau

Heridas Emocionales: Humillación, Traición e Injusticia según Lise Bourbeau

*Continuación publicación “Qué son las Heridas Emocionales según Lise Bourbeau”
Anteriormente te contábamos sobre las heridas de Rechazo y Abandono. Veamos que nos dice Bourbeau sobre la humillación, traición y la injusticia y sus respectivas máscaras que se crean para no verlas, sentirlas ni percatarse de ellas:

Humillación

Es una de las heridas emocionales más difícil de detectar y se produce cuando el niño siente que uno o ambos padres se avergüenzan de él. Generalmente ocurre a través de mensajes donde los padres les comparan con otros niños, les critican (de forma verbal o mediante gestos), les dicen las cosas que hacen mal y, en muchas ocasiones, lo hacen públicamente. El niño crece con la sensación de que desagrada a sus padres. Las personas que deberían amarle incondicionalmente no lo hacen, entonces se castigará porque su conducta no sea digna de ese amor.
El sentimiento que emerge es el de la culpa y vergüenza.
Son personas que se olvidan por completo de ellas mismas, tienden a olvidarse de sus propias necesidades para complacer a los demás y ganarse su cariño, aprobación y respeto.

La máscara que generan es la del MASOQUISTA. La humillación se busca de manera inconsciente y antes de que les castiguen los demás, se castigan ellos mismos.
Algunas características significativas de estas personas es que niegan todos sus deseos ya que creen no merecerlo, se avergüenzan de ellos mismos y creen no merecer lo bueno que les pasa, se castigan a sí mismo y se exponen a situaciones humillantes. Se centran en las necesidades y deseos de los demás, incluso suelen culparse si alguien de su alrededor no es feliz. Por otro lado, cuando se enfadan se desahogan humillando a los demás.
Quien ha sufrido la humillación de pequeño tiene dificultades para expresarse como adulto, y es especialista en ridiculizarse a sí mismo. Se considera mucho más pequeño, menos importante y menos digno, valioso o capaz de lo que en realidad es.
Al estar dispuestos a hacer cualquier cosa por sentirse útiles y válidos, contribuye a alimentar más su herida, ya que su propio auto-reconocimiento depende de la imagen que los demás tienen de él.

Esta herida se sana soltando la pesada carga que el humillado lleva en la espalda. Se consigue trabajando sobre la creencia errónea de que solo puede ser amado a través de los demás, haciendo énfasis también en reconocer las fortalezas, valorar lo que hacen bien y por sobre todo que él o ella se ocupe y se cuide a sí misma.

 

Traición

Es posible traicionar a alguien o sufrir una traición de distintas maneras.


Es natural que el bebé se fusione desde el nacimiento con su madre y que tenga gran necesidad de atraer su atención y sus cuidados. Sin embargo, la madre debe seguir dedicándose a sus labores cotidianas y ocuparse también de otros miembros de la familia.
Muchas personas que tienen la herida de traición han sufrido porque el progenitor del sexo opuesto no cumplía sus compromisos según sus expectativas infantiles de un «progenitor ideal».
Cuando el niño comienza a vivir experiencias de traición se crea la MÁSCARA del CONTROLADOR para protegerse de cualquier forma de traición, proveniente de ellos mismos o de los demás.

Como les es difícil aceptar cualquier forma de traición, hacen todo lo que está en sus manos por ser personas responsables, fuertes, especiales e importantes.
Cuando las cosas no funcionan según sus expectativas, es fácil que se vuelva agresivo, aunque no parezca estarlo, ya que en realidad aparenta ser alguien seguro de sí mismo, fuerte y una persona que no permite que la pisoteen.

Algunas características de estas personas son:
– Tiene altibajos en su estado de ánimo.
– Le es difícil delegar una tarea y depositar su confianza en otros.
– Son muy exigentes consigo mismos porque necesitan demostrar a los demás de lo que son capaces.
– Le teme a los compromisos, lo que proviene de un miedo aún más profundo: el miedo a la ruptura de un compromiso.
– Cree que debe ayudar a los demás a organizar sus vidas, sin percatarse de que actúa así para controlar.
– Si alguien no confía en él, piensa que le han traicionado; para evitar este sentimiento doloroso de traición, hace todo lo posible para que los demás depositen su confianza en él.
– Le aterroriza que le mientan.
– El mayor temor es la DISOCIACIÓN, sentirse separado o apartado del otro.
– Si temen comprometerse es porque también temen la separación.
– La NEGACIÓN es otro gran temor, ya que para él recibir una negativa significa ser traicionado.

La herida de traición se despierta en él cada vez que tiene frente a sí a alguien que no cumple con sus compromisos y cuanto más profunda sea la herida de traición, más deseará tener el control y prever el porvenir, sobre todo para evitar sufrir la traición, pero cuanto más profunda también, dice la autora, más significará que traiciona a los demás o que se traiciona a sí mismo al no confiar o no cumplir consigo mismo sus propias promesas».

Injusticia

Esta herida se crea cuando durante la infancia se siente que los padres son autoritarios, exigentes, fríos e intolerantes.
El mensaje que reciben los niños es que «no son suficientes», ya que los padres buscan que sus hijos sean perfectos y que no se equivoquen nunca.
El nivel de exigencia es muy alto, predominando las obligaciones por sobre los derechos, lo que genera la sensación de INJUSTICIA.

Estos niños tienen creencias asociadas a tener que ser el/la mejor en todo, a la necesidad de control, las creencias de no tener que pedir ayuda y que la vida es una competencia. Por lo mismo son perfeccionistas con ellos mismo y con el resto, además de ser muy exigentes y controladores, críticos y rígidos. También tienden a enfadarse y frustrarse fácilmente cuando las cosas no son como ellos quieren, cuando se equivocan o no hacen las cosas bien. Su valía la relacionan con las cosas que hacen, por eso pasan gran parte de tiempo haciendo cosas. Por último, tienen un marcado sentido de la injusticia y el deber. Estas son las características más significativas.

La máscara que se genera es la de la RIGIDEZ e INFLEXIBILIDAD, no permitiéndoles disfrutar de lo que hacen ya que para ellos todo es como un examen. Ya de adultos, suelen tener problemas para aceptar otros puntos de vista u opiniones, para poner límites, llegar a acuerdos y aceptar los propios errores.

Son personas muy sensibles, pero tratan de todas las formas de no mostrarlo para no parecer débiles. Además, para protegerse, intentan desvincularse de sus sentimientos, proyectando ser fríos e insensibles.

¿Qué hacer para sanar? Cultivar la flexibilidad, la tolerancia y la confianza hacia los demás. Siempre partiendo por ellos mismos, practicando la empatía, la identificación de emociones y la expresión de las mismas.
La sanación se alcanzará siendo autocompasivos y amables con ellos mismos.

Por último, enfaticemos que la causa principal de una herida, dice Bourbeau, se deriva de la incapacidad de perdonar lo que nos hacemos a nosotros mismos o lo que hacemos sufrir a otros.

 

Ref. Libro “Las cinco heridas que impiden ser uno mismo” Lise Bourbeau

Por Michelle Oberreuter Gallardo

Qué son las Heridas Emocionales según Lise Bourbeau

Qué son las Heridas Emocionales según Lise Bourbeau

Muchas veces no se tiene claridad de lo que ocasiona temor o dolor en la vida, y tampoco se tiene consciencia de que el origen puede estar en lo aprendido cuando se era niño/a, en las primeras vivencias en el mundo. Cuando se ha tenido experiencias dolorosas en la infancia, que ocasionaron heridas y no se han sanado, es probable que se atraigan circunstancias y personas que harán revivir esa misma experiencia.

En el libro “Las cinco heridas que impiden ser uno mismo” Lise Bourbeau manifiesta que todos los problemas de orden físico, emocional o mental provienen de cinco heridas importantes: el miedo al rechazo, el miedo al abandono, la humillación, el miedo a confiar y la injusticia.

Bourbeau se ha dedicado a investigar el comportamiento humano. Queremos compartir las principales ideas de su libro, ya que nos parece un gran aporte a la comprensión del ser humano.

Bourbeau plantea que al nacer te concentras principalmente en las necesidades de tu alma, la cual desea que te aceptes junto con tus experiencias, defectos, potenciales, debilidades, deseos, personalidad. Sin embargo, poco después, nos daríamos cuenta de que cuando nos atrevemos a ser nosotros mismos, alteramos el mundo de los adultos, porque seguramente, no estamos coincidiendo con lo que estaban esperando de nosotros. Este dolor, de no sentir que tenemos “el derecho de ser nosotros mismos”, podría seguirse de un período de crisis, de rebeldía y finalmente, con objeto de reducir el dolor, una resignación en la que terminaríamos transformándonos en lo que los demás quisieran que seamos.

En consecuencia, se crean numerosas máscaras que sirven para protegerse del sufrimiento vivido, las que corresponden también a cinco grandes heridas fundamentales que vive el ser humano.

Bourbeau concluye que todos los sufrimientos del ser humano se resumen en estas cinco heridas. Las heridas emocionales son experiencias dolorosas de la niñez que influyen en nuestra forma de ser y en cómo afrontaremos las adversidades.

La autora enfatiza en la necesidad de aprender a conocernos y aceptarnos en la mayor medida posible ya que es lo que nos permitirá vivir menos situaciones de sufrimiento. Al contrario, si en una experiencia existe la no aceptación, es decir, juicios, culpabilidad, temor, lamento u otra forma de no aceptación, el ser humano se convierte en un poderoso imán que atrae sin cesar circunstancias y personas que le hacen revivir esa misma experiencia.

Aceptar una experiencia no significa que ésta represente nuestra preferencia o que estemos de acuerdo con ella, señala Bourbeau, más bien se trata de ayudarnos a experimentar y aprender a través de lo que vivimos. Sobre todo, debemos aprender a reconocer lo que nos es beneficioso y lo que no lo es. El único medio para lograrlo es adquiriendo consciencia de las consecuencias que trae consigo la experiencia.

Cuando uno se percata de que una experiencia produce consecuencias perjudiciales, en lugar de reprocharse a sí mismo o reprocharlo a otra persona, simplemente debe aprender a aceptar haberla elegido, aunque lo haya hecho inconscientemente. ¿Por qué no lo comprendemos desde un principio? Por nuestro ego, sostenido por nuestras creencias. Todos tenemos muchas creencias que nos impiden ser lo que deseamos ser. Cuanto más nos perjudican estas formas de pensar o estas creencias, más tratamos de ocultarlas y esto perjudica la sanación.

Debemos hacernos conscientes de estas heridas ya que mientras más tiempo esperemos a sanarlas, pueden volverse más profundas. Bourbeau plantea que viviremos “las experiencias una y otra vez hasta que podamos aceptarlas y amarnos a través de ellas». Pero no podemos desconocer que hacerle frente a todo esto exige mucho valor, porque inevitablemente tocamos antiguas heridas que pueden hacernos sufrir mucho.

Veamos algunas características de estas heridas y de las máscaras que se crean para no verlas, sentirlas ni percatarse de ellas:

 

El rechazo

El rechazo es una herida muy profunda, ya que quien la sufre se siente rechazado en su interior y, sobre todo, siente rechazo con respecto a su derecho de existir.

Lise Bourbeau plantea que mientras la herida no sane por completo, se activará fácilmente una y otra vez. La persona que se siente rechazada no es objetiva, pues interpreta lo que sucede a su alrededor a través del filtro de su herida, y se siente rechazada aun cuando no lo sea.

Desde el instante en el que el bebé comienza a sentirse rechazado, empieza a crear una máscara de HUIDA. La primera reacción de la persona que se siente rechazada es huir.

Como ejemplo tenemos el bebé no deseado o el bebé que nace del sexo contrario al que han deseado sus padres. Sin duda, hay muchas razones por las que uno de los progenitores o cuidadores puede rechazar a su hijo/a; pero también es común que el progenitor no haya tenido la intención de rechazar a su hijo, y que él mismo se sienta rechazado y lo manifieste inconscientemente a la menor oportunidad, ya sea al escuchar un comentario descortés o cuando vive la impaciencia o la ira.

Bourbeau nos dice que aquel que fue rechazado no se otorgó el derecho a ser niño. Se esforzó en madurar rápidamente, creyendo que así se le rechazaría menos. Es por eso que su cuerpo, o una parte de éste, es infantil.

La MÁSCARA HUIDIZA es la personalidad o el carácter que se desarrolla precisamente para evitar el sufrimiento de la herida de rechazo

La persona huidiza es aquélla que duda de su derecho a existir; intentará toda la vida no ocupar demasiado lugar, se anula, se INFRAVALORA; debido a ello, necesita a toda costa ser perfecto y obtener reconocimiento ante sus propios ojos y ante los de los demás. Prefiere la SOLEDAD, pues si recibe mucha atención teme no sabe qué hacer. No se percibe como un individuo completo porque no ha conquistado el amor del progenitor en cuestión.

Con el tiempo, puede volverse rencoroso, y en ocasiones llegar al odio, porque su sufrimiento es verdaderamente intenso.

Un niño huidizo puede verse sumamente frágil. Por ello, en general la reacción de la madre es la de protegerlo en exceso. Para este niño, ser amado se convierte en «sentirse sofocado». Así, más adelante, su reacción consistirá en rechazar o huir cuando alguien lo ame por su temor a sentirse asfixiado.

Es tal el miedo a revivir el dolor asociado a cada herida, que por cualquier medio evitamos confesarnos a nosotros mismos que si vivimos el rechazo es precisamente porque nosotros mismos nos rechazamos.

Es muy importante aceptar que, aun si te rechazan, es tu herida que no ha sanado la que en realidad atrae hacia ti este tipo de situaciones.

Recuerda que el origen de cualquier herida proviene de la incapacidad de perdonar lo que nos hacemos o lo que los demás nos han hecho. Por lo general, nos resulta difícil perdonamos porque somos incapaces de comprender por qué tenemos resentimientos. Cuanto más importante sea la herida de rechazo, más significará que te rechazas o que rechazas a otras personas, situaciones o proyectos.

 

Miedo al Abandono

Puede llegar a ser muy doloroso y traumático para un niño sentir miedo de estar solo, aislado y desprotegido ante un mundo que no conoce. Recordemos que en los primeros años de vida dependemos absolutamente de otro para sobrevivir y si este “otro” no está, puede significar la muerte. No somos como otros mamíferos que nacen más independientes.

Entonces, es probable que el niño/a que ha sufrido ABANDONO, cuando adulto/a intente prevenir volver a sufrirlo.

¿Te parece conocido “te dejo antes de que tú me dejes a mí”? Esto puede estar respondiendo al temor que le ocasiona revivir el sufrimiento de un abandono.

Quienes sufren abandono consideran que no son queridos. La máscara que se crea el humano para intentar ocultar su herida es la del DEPENDIENTE. El dependiente cree que no puede lograr nada por sí mismo, y por tanto, tiene necesidad de alguien más como sustento.

Su principal temor es a la SOLEDAD, ya que está convencido de no poder soportarla. está dispuesto a aguantar situaciones muy difíciles en lugar de ponerles fin. Su temor es «¿Qué voy a hacer solo? ¿Qué será de mí? ¿Qué me sucederá?». Por ello se acoge en los demás y hace todo lo posible por llamar la atención. Lo que está intentando en realidad es sentirse lo suficientemente importante como para recibir apoyo, y cuando recibe apoyo, se siente ayudado y amado.

 

La TRISTEZA es la emoción más intensa que experimenta el dependiente y para no sentirla, busca la presencia de otros. Sin embargo, es capaz también de irse al extremo opuesto; es decir, de alejarse o apartarse de la persona o la circunstancia que le causa esa tristeza o ese sentimiento de soledad.

Lo que se oculta tras la sensación de aislamiento es que inconscientemente se cierra a ese algo o a ese alguien que tanto desea tener a su lado, terminando por sabotear su propia felicidad. Tan pronto se intensifica una relación, se las arreglan para ponerle fin. No se abre para recibir o para aceptar esa situación o persona por temor a no poder enfrentarla.

Hace demasiadas maniobras para ser lo que los demás quieren que sea y vive a la sombra de las personas que ama.

Por lo tanto, es clave trabajar para sanar esta herida y para ello se debe abordar el miedo a la soledad. También percatarte de los momentos en que eres tú mismo… al hacerlo, te será posible ser el amo de tu vida en lugar de dejarte dirigir por tus temores. Recuerda que la causa principal de cualquier herida proviene de la incapacidad de la persona para perdonar lo que se ha hecho a sí misma o lo que ha hecho a los demás. La herida de abandono significa también que te has abandonado a ti mismo o que abandonas a los demás, las situaciones o los proyectos.

Pronto te contaremos de las otras heridas.

Ref. Libro “Las cinco heridas que impiden ser uno mismo” Lise Bourbeau

Por Michelle Oberreuter Gallardo

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Meditación y Autocuidado: ¿cómo ayudar al sanador herido?

Meditación y Autocuidado: ¿cómo ayudar al sanador herido?

Por Francesca Nilo


Introducción

En este artículo abordaremos, desde mi experiencia personal, las relaciones que he observado entre autocuidado, relación terapéutica y práctica de meditación. Los terapeutas y las personas que trabajan con el sufrimiento ajeno pueden, desde una disciplina simple y profunda, cuidarse a sí mismos en su relación con el trabajo clínico. Dentro de este artículo utilizaré como metáfora el mito de Quirón, el sanador herido, y lo que esto implica en términos de lidiar con el sufrimiento humano propio y ajeno de manera cotidiana.

Inicié mi trabajo como psicóloga clínica hace 26 años y, en los últimos 15, mi práctica profesional se vio favorablemente afectada debido a que comencé a practicar la Meditación Shamatha-Viphashana, también conocida como práctica de mindfulness (atención plena).

Por años, antes de atender a mis pacientes meditaba por aproximadamente una hora en el Centro de Meditación Shambhala Chile (fundado 30 años atrás por Francisco Varela y Leonor Palma) y después, partía a mi consulta con una “mente meditada”. En este Centro tomaba cursos y además tenía acceso a un instructor de meditación (IM). Recuerdo que en una entrevista con mi instructor Acharya Simón Luna, un enorme norteamericano avecindado en Chile con la misión de compartir el Dharma, me dijo: “es muy importante que sepas cada día como está el cielo de tu mente y, de acuerdo a eso, veas qué vas hacer con ese día”

Estas palabras han calado hondo en mí y me han permitido trabajar con mi mente, ha tenido un impacto en mi forma de trabajar con mis pacientes, me ha permitido ayudar a otros terapeutas y a otros profesionales que trabajan con el sufrimiento humano en su autocuidado.

El Cielo de Nuestra Mente

Cuando se entrega la Primera Instrucción de Meditación Shamatha se utilizan varias imágenes, siendo una de ellas que “la mente humana es tan vasta como el cielo, como un cielo azul despejado y los pensamientos son como nubes que se mueven según el viento las sople.”

Ahora bien, cada mañana el cielo de nuestro planeta amanece distinto, puede ser que esté lleno de nubes blancas enormes o con pequeñas nubes aisladas, a veces podrá estar completamente nublado o lloviendo con rayos y truenos.

Resulta muy importante conocer el estado del cielo –lo que conocemos como “el tiempo”– para saber si uno necesita usar una camisa, paraguas o un abrigo más grueso, y esto lo sabemos hacer, de hecho tendemos a escuchar todos los días a los meteorólogos, esos profesionales que son parte formal de las noticias en todos los países. Ahora me resulta extraño pensar en cómo podemos estar acostumbrados a estar pendientes del clima, de cómo va estar el cielo sobre nuestras cabezas y, sin embargo, olvidarnos de prestar atención a cómo amanece cada uno de nosotros en el cielo de nuestra mente.

Este cielo se refiere a cómo estamos anímicamente, cómo sentimos nuestro cuerpo, cuáles son las emociones que estamos sintiendo, cuáles son los pensamientos que estamos pensando y si estamos abiertos o no al ambiente y a los otros. Si bien el saber cómo está el cielo de la mente podría ser algo importante para todos, resulta ser algo necesario y primordial especialmente para las personas que trabajamos con el sufrimiento ajeno.

Otro aspecto que cambió mi forma de estar con los pacientes, fue otro comentario de Simón Luna: “el lugar de la mente es aquí, (señaló su corazón) y en occidente pensamos que es aquí (señaló su cabeza); con la meditación se une lo que sea que está en la cabeza con lo que sea que está en el corazón”. Entonces, una mente meditada es una mente que sincroniza adentro y afuera, mente y cuerpo, corazón y cabeza, pensar y sentir.

Sakyong Mipham Rinpoche profundiza más en esto y dice: “Así como el viento sopla, así como el río fluye los seres humanos sentimos y esto es lo que nos convierte en seres humanos, nuestra capacidad de sentir”. De esta manera, por un lado la meditación nos permite estabilizar la mente, permanecer en el momento presente y, por otro, redescubrir lo que estamos sintiendo y pensando momento a momento, lo que resulta tremendamente importante para nuestra labor clínica al estar con otro.

El cielo de la mente sería, entonces, un lugar enorme y espacioso que a veces recibe dolor, duda, confusión y eventos traumáticos que son acogidos por el terapeuta en su mente corazón.

Si sabemos lo que estamos sintiendo con un paciente y si estamos entrenados en meditación, entonces podemos esperar a que nuestros pensamientos sean coherentes con nuestro sentir y que por eso las palabras dichas a los pacientes provengan de un estado genuino del ser.

El estado genuino del ser, se refiere a algo simple y profundo a la vez, que es la posibilidad de sostener la propia experiencia tal cual esta siendo en el momento presente sin pretender corregirla o cambiarla de ninguna forma. Es poder habitar el momento presente con todo lo que esto implica.

Lo anterior resulta muy importante en la sesión para la relación terapéutica en cuanto a que decirle a un paciente y muy importante post sesión para la relación con uno mismo en cuanto a ejercer autocuidado. El ritmo más lento que se empieza a instalar en una mente meditada permite que surjan preguntas post sesión:

  • ¿Quedé cansada?
  • ¿Quedé con energía
  • ¿Quedé triste?
  • ¿Quedé alegre?
  • ¿Quedé enojada?
  • ¿Quedé indiferente?

Si puedo saber esto de mi misma podré hacerme cargo de mi propio estado anímico.

Quirón, el sanador herido

Relacionado con lo anterior y después de años de experiencia clínica, me parece que indudablemente las personas que trabajamos con el sufrimiento ajeno hemos tenido experiencias de sufrimiento que nos han sensibilizado al tema. Esto me ha llevado a pensar en el mito de Quirón.

Desde la intensidad dramática de la mitología griega recibimos este relato de un ser, mitad hombre mitad caballo, que fue concebido en la pasión de una persecución injusta, en un contexto de engaño y posterior abandono. Todo lo anterior lleva al ser mitológico a buscar conocimiento y sabiduría a modo de compensación de sus “defectos”.Quiron resulta ser brillante en su saber y muchos estudiantes, héroes, quieren aprender con él, lamentablemente resulta herido por uno de ellos. Esta herida es algo que no puede sanar y que lo lleva nuevamente a buscar diversas formas de conocimiento transformándose en un erudito y sanador brillante que sin embargo no puede curarse a si mismo.

Por esto se reconoce a Quirón como el sanador herido, pues representa las cosas que podemos hacer muy bien por los demás, pero que no somos capaces de hacer por nosotros mismos. Podríamos pensar que solo un sanador herido puede abrirse al espacio de cuidar a otros que sufren, ya que el cuidador o la cuidadora sabe de sufrimiento.en su propia vida lo ha experimentado, a veces lo ha olvidado y reprimido y otras, elaborado en trabajos terapéutico personales.

Con lo anterior quiero señalar basicamente que es muy dificil sostener el autocuidado para alguien que trabaja con el tema de cuidar a los demás y por otro lado se hace tan necesario reconocer con humildad y paciencia que uno también necesita ayuda y que es muy importante realizar las acciones necesarias para recibirla.

Autocuidado

¿Qué significa saber cuidarse a uno mismo? Entenderemos autocuidado desde esta perspectiva: la capacidad de poner atención y darse cuenta de uno mismo, para acoger lo que surge momento a momento en el presente, de modo que uno pueda responsabilizarse de sí mismo en cuerpo, mente y espíritu, y actuar de acuerdo a lo que necesite para poder ejercer la acción del cuidado personal.

Cada terapeuta, siguiendo con los mitos, debería conocer su talón de Aquiles, saber dónde está su herida, si está en un dolor físico (un órgano concreto, jaquecas, colon irritable, lumbago, hipertensión), en un dolor emocional (depresión, duelos, etc.) y/o a nivel del pensamiento (representado en conflictos actuales, pasados o futuros que pueden ocupar su mente, etc).
La meditación permite entonces, ejercer una función de autocontención, de toma de conciencia al posibilitar el darse cuenta del estado actual del sí mismo. Uno puede darse cuenta si uno está cansado, triste, alegre, si uno está con pensamientos recurrentes, si necesita tiempo, espacio, alimento, salir, quedarse etc. Aparecen, y uno es capaz de darse cuenta, todas aquellas informaciones propioceptivas que el cuerpo y la mente sincronizados pueden entregar en el ámbito del cuerpo, de los pensamientos y las emociones. A partir de esta información, el terapeuta puede tomar desiciones, redistribuir su tiempo, y realizar acciones coherentes con lo que descubra .

De esta forma, los terapeutas pueden ir reconociendo sus patrones habituales tanto mentales como corporales y emocionales, ya que la meditación, en su aspecto técnico, va produciendo una toma de contacto directo y profundo con el despliegue de la propia mente. Al estar practicando con gentileza, al poner atención en sentir la respiración y al tocar y soltar los pensamientos, es posible ver cómo se arman y se desarman pensamientos, sensaciones, emociones, y cómo algo que parecía tan difícil, era solo algo pensado, pero no vivido. Se puede producir un alivio, un descanso de la mente y también, se pueden generar darse cuentas o insights que a su vez permiten tomar las decisiones que finalmente facilitan una relación de cuidado responsable con uno mismo, para un bienestar personal que sin duda favorecerá un bienestar colectivo.

Mente Meditada

Cuando uno puede darse cuenta de cómo está el cielo de la propia mente, puede crear una alianza consciente con uno mismo y puede tomar responsabilidad por su propia herida. Llama la atención que en las carreras relacionadas con la salud como medicina, enfermería, psicología, terapia ocupacional, educación diferencial y otras, no exista un ramo de autocuidado dentro de la malla curricular. Nuestra cultura nos sigue llevando hacia el polo de la urgencia más que al de la prevención de los daños que, obviamente, pueden ocurrir al atreverse a trabajar con el dolor de los otros.

A continuación, veremos una síntesis de lo que llamo Patrones Habituales del Descuido. Estos pueden ser categorizados en tres áreas: del cuerpo, de las emociones y de los pensamientos. Algunos de ellos pueden ser pensados en continuos donde, en los polos, se encuentra el descuido:

Del cuerpo

  • Comer poco y mal / comer demasiado.
  • Dormir poco / dormir demasiado.
  • Desconexión corporal / obsesión con el cuerpo.
  • No respetar ritmos de evacuación corporal.

De las emociones

  • Registro emocional escaso / hipersensibilidad emocional.
  • Quedarse estancado en una emoción / buscar incesantemente sentir diversas emociones.
  • No poder llorar / solo poder llorar.
  • No poder enojarse / estar enojado todo el tiempo.
  • Evitar la angustia / estar angustiado constantemente.
  • Evitar el miedo / estar temeroso constantemente.

De los pensamientos

  • Ideas de culpa, vergüenza y agresión que se repiten que pueden provocar gran cansancio afectando el estado animico.
  • No permitirse decir NO.
  • No permitirse el descanso.

Desde mi punto de vista, estos patrones del descuido producen un círculo vicioso que puede llevar hacia la enfermedad. Por otro lado, con la práctica de meditación se puede interrumpir este el ciclo del descuido. La atención plena Shamatha, permite la consciencia plena Vipashana, que nos puede entregar información para llegar a saber cómo nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestras emociones descansan, entendiendo que no existe una receta replicable y que cada cuidador, si está conectado consigo mismo, sabrá que necesita y podrá tomar acciones preventivas más que de urgencia.

La práctica de meditación facilita una conexión que ya está dada. Como dice Trungpa Rimpoche: uno no enseña a meditar, solo ayuda a que los otros recuerden cómo poner atención y darse cuenta que es algo que ya saben hacer.

Finalmente, solo me queda recordarles la pregunta: ¿Cómo está el cielo de tu mente?

Referencias

ChogyamTrungpa (2005). Nuestra Salud Innata, Un Enfoque Budista de la Psicología. Barcelona: Kairòs.
March, J. (2008). Diccionario de mitología clásica. España: Crítica.
Miller, A. (1998). El drama del niño dotado. España, Tusquets Editores.
Nilo, F. (2011a). Documento de Trabajo para Auto Cuidado de Equipo FAE del Hogar de Cristo. Archivo personal.
Nilo, F. (2011b). Espiritualidad y Psicología: La Persona del Terapeuta, Meditación y Auto cuidado, Santiago: Ediciones UDD.
SakyongMiphan (2003). Convertir la mente en nuestra aliada. Bilbao: Desclee de Brouwer.

Las madres estamos solas

Las madres estamos solas

Por Catalina Infante/Ilustración Sofía Valenzuela


Antes de convertirme en madre, varias mujeres, incluyendo mi psicóloga, intentaron advertirme de lo difícil que sería. En específico recuerdo una que, en una fiesta, al verme embarazada se acercó a saludarme. Era una antigua conocida de la época universitaria, entonces una alocada cantante de cumbia a quien yo admiraba. Por las redes sabía que había sido mamá de mellizos, así que intuí querría felicitarme y darme algunos consejos. Sin embargo, solo me dijo con un gesto serio: “Estamos solas. Nadie va a ayudarte”. Atribuí el dramatismo a su contexto personal, pero ahora me doy cuenta de que esa mujer solo intentaba advertirme de una verdad brutal, y de paso me regaló una frase que iría apareciendo una y otra vez durante mi puerperio; las madres estamos súper solas.

La página del Minsal define al puerperio como el período que se inicia con el nacimiento de la guagua y se prolonga durante seis semanas, cuando el organismo vuelve a su estado normal. Esta definición es la aceptada por los profesionales de la salud; sin embargo, si consideramos los aspectos psicológicos, emocionales y propios del sistema nervioso, otros especialistas (y las madres mismas) aseguran que dura hasta los dos años de vida, cuando la guagua alcanza una relativa independencia emocional de la madre. El mismo Minsal, en un instructivo dirigido a la familia y el entorno cercano de la madre, advierte sobre este delicado período. Dice, de manera literal, que estar en puerperio es como volverse loca. Sobre todo los primeros meses, cuando se asienta la lactancia y no existen los horarios de sueño. Las mujeres pasamos de tener el control de nuestras vidas a la pérdida absoluta de esta; sin horarios y ciento por ciento disponibles a las necesidades urgentes y vitales de un otro. Si no estamos preparadas y no tenemos apoyo del entorno familiar, vivimos este tiempo con mucha angustia y soledad, incluso con riesgo para nuestra psiquis. Al leer esto pienso qué alivio que exista conciencia de parte del Ministerio sobre la importancia de acompañar a las madres. Lástima que eso no se traduzca en un apoyo real y concreto, sino que se deje a la suerte de cada mujer procurar esa contención vital.

Resulta paradójico; desde que tengo uso de razón que la maternidad es un incentivo constante en el discurso público. A medida que las mujeres crecemos y envejecemos, la consigna del “tengan hijos” se alza, y aparece en la televisión cuando la prendemos, en los carteles publicitarios cuando caminamos por la calle, en las reuniones familiares cuando nos interrogan, en las conversaciones con las amigas, incluso en los discursos presidenciales. Hasta que llega el día en que eres madre y todos desaparecen. Desapareces de la televisión, porque nadie muestra a una madre real en posparto. Desaparecen los amigos que prometieron ayudarte, porque nadie coincide con tus horarios. El padre también desaparece, porque a los tres días está obligado a volver a trabajar. Las pocas personas que quedan, por ignorancia de las necesidades de una madre, te estresan tanto que no los quieres cerca. Y en esa realidad silenciada está la resignación de que la maternidad es responsabilidad de las madres y que solas debemos resistirla. Ya lo planteó hace unos años la filósofa Carolina del Olmo en el libro Dónde está mi tribu, una especie de biblia para la madre posmoderna. El ensayo, basado en la experiencia de la autora, interpela el famoso dicho “para educar a un niño hace falta una tribu entera” y expone la soledad que viven las madres en las grandes ciudades, desprovistas de cualquier red de apoyo. El sistema actual, dice, ha puesto en peligro los lazos sociales en los cuales se fundan los cuidados y nos ha dado la espalda a las mujeres, quienes hemos asumido solas este rol a lo largo de la historia. “El mundo occidental se ha quedado sin tribu”, dice. Porque ha desaparecido el clan que antes apoyaba a las madres: padres, abuelos, hermanos, vecinos. Las mujeres se han visto en la necesidad de incurrir en creativas formas de solventar esta carencia, aunque casi todas recaen en la única opción que ofrece el sistema: la ayuda pagada.

Las mujeres en puerperio tomamos esta carga como propia. Pensamos que es una prueba que tenemos que pasar y normalizamos en esos primeros meses no comer, no dormir, no ducharnos, pasar el día solas e incluso deprimirnos. Bajamos el moño ante esta realidad porque no tenemos energía ni tiempo para volver esta causa algo político. Vamos a doctores en busca de ayuda, quienes asocian nuestro estado a las hormonas o a la depresión posparto. Muchas terminan así, deprimidas. En Chile más del 40% de las madres presenta síntomas de ansiedad y depresión durante este período, donde el mayor número de casos se registra en los sectores socioeconómicos bajos, y asumimos que es porque son las que tienen menos posibilidad de ayuda.

Me atrevo a decir que la mayoría de esos casos podrían prevenirse con un simple cambio: que las madres no estén solas. La psicóloga Pamela Labatut, que cuenta con más de 24 mil madres que la siguen en Instagram buscando de forma virtual esa ‘tribu’ perdida, afirma que actualmente se aprecia en la mujer un aumento dramático en el deterioro de la salud mental; poco autocuidado y mucha sobrecarga mental. “No se ha educado socialmente que las madres necesitamos que nos cuiden. Además, todos los días necesitamos tiempo de autocuidado para sentirnos en mayor equilibrio, conectar y validar nuestras emociones, tener espacios de escucha y momentos de calma para proteger nuestra salud mental y la de nuestros hijos”, dice Jenny Bruna, fundadora de la web mamadre.cl -un blog que creó a partir de su propia experiencia de soledad y que se convirtió en un referente hace unos años cuando nadie hablaba de este tema-, comparte la idea de que las madres nunca hemos estado tan solas como lo estamos actualmente. “Aún se cree que criar es cosa de mujeres, y en ese camino corremos riesgo de padecer algún problema de salud mental, que finalmente también rebota en el niño o niña”. A esto Pamela Labatut agrega: “Un niño que crece con la madre mentalmente sana tiene menos posibilidades de padecer un trastorno psicológico en su adultez, eso está demostrado”. Considerando que Chile es el país que tiene la peor salud mental en niños, creo que aprender a cuidarnos es urgente.

Las puérperas sobrevivimos; el tiempo pasa, los hijos crecen, encontramos finalmente el equilibrio y el disfrute. Muchas lo resuelven con antidepresivos, porque aman a sus hijos y no quieren que carguen con una madre estresada. Y esto no es la realidad de unas pocas, en mayor o menor medida es transversal a las mujeres. Las más privilegiadas tienen ayuda de sus madres o suegras, o bien pagan por ella. Pero creo que eso solo habla de un círculo que no se rompe; esa ayuda la brindan otras mujeres. Por donde se mire, el cuidado de los hijos es para la cultura tarea nuestra, y mientras nosotras vivimos al filo del colapso, allá afuera el mundo se llena la boca con el discurso de la maternidad.

¿Por qué la soledad de una madre debe ser una causa política? Porque dejar a una mujer sola en su puerperio es un acto de violencia, que atenta contra la mujer y la vulnera. Porque la crianza de los hijos no es una responsabilidad exclusiva de nosotras, es una labor de la sociedad completa. Existen muchas formas de evitar esa soledad; un posnatal para los padres (no opcional a la madre, sino el suyo propio); ayuda psicológica gratuita para todas las mujeres en puerperio; subsidio para ayuda en los primeros meses en caso de no contar con el padre; redes de apoyo gratuitas con profesionales a disposición de la familia (asesoras de lactancia, por ejemplo) son solo algunas ideas, pero ninguna es hoy una lucha política real. Procurar el cuidado y el descanso de la mujer en puerperio es una labor y una responsabilidad social. Ser madre siempre será difícil, pero en soledad se vuelve imposible. Para vivir la experiencia materna de una forma saludable y que los niños lleguen a este mundo en un ambiente más sano y amable necesitamos con urgencia más apoyo. Las madres no debemos nunca estar solas.

Fuente: www.paula.cl

El Puerperio y las Flores de Bach

El Puerperio y las Flores de Bach

Si bien cada mujer vive de manera distinta el momento posterior a dar a luz, las Flores de Bach suelen servir para ayudar a transitar el camino de adaptación durante el puerperio.

libro-el-misterio-de-la-teta-dibujo-de-soledad-martc3adnezEl puerperio es el período postparto que atraviesa la mujer desde el nacimiento de su hijo hasta 40 a 60 días después. Es relativo y subjetivo, varía con cada mujer. En este periodo se presentan cambios hormonales, físicos y sobre todo emocionales. En esta etapa las Flores de Bach ayudan a equilibrar los aspectos emocionales desarmonizados. La embarazada que ha tomado las flores durante el embarazo tienen un puerperio mucho más feliz y la capacidad de adaptación ha aumentado. Veamos algunas situaciones que pueden presentar la puérpera y las Flores de Bach que hay que tener en cuenta para cada situación.

Para cada situación

La mujer imaginó a su hijo durante 9 meses y ahora ese bebé real que tiene frente a sí es un desconocido y habrá un tiempo de adaptación mutua, conocimiento y adaptación. Clematis ayudará a aceptar al bebé real frente al idealizado, imaginario.
Desde el momento del parto, mamá y bebé que estuvieron fusionados durante el embarazo, se separan físicamente por primera vez. El vínculo que los une es el más fuerte, el primero para todo ser humano. El cachorro humano es, al nacer, el más débil y dependiente para sobrevivir, comparado con otras especies. De ahí la importancia de la función materna como sostén. Desde aquí comienza un período de entrar en sintonía mamá y bebé, encontrar un ritmo mutuo donde el bebé buscará como solicitar lo que necesita y la mama aprenderá a identificar sus pedidos y proveer lo que él le demanda: alimento, contacto, abrazos y mimos, dormir, limpieza. Walnut la ayudará a adaptarse a los cambios y Chicory la conectará con la gran capacidad de dar para sostener adecuadamente al niño.

Tiempos difíciles

La mujer debe encontrar ahora su nueva identidad como madre, dejando de lado todos sus intereses previos al nacimiento. El bebé exigirá una atención completa las 24 horas del día. Este periodo de readaptación exige muchísimo emocionalmente a la mujer. Ha perdido su imagen corporal, el cuerpo está ocupado por la lactancia, las heridas de la episiotomía o de la cesárea pueden ser muy molestas la primera semana. Heather ayuda a las madres que han sido muy egocéntricas y les cuesta mirar más a su bebé que a ellas mismas en este período. Crab Apple conecta con el amor y la aceptación de su imagen corporal. El rechazo del propio cuerpo crea grandes conflictos de silueta que traen consecuencias emocionales negativas como la baja autoestima, ausencia de libido, rechazo de la pareja entre otras.

Los dolores pueden ser intensos la primera semana y se deben a las heridas de la episiotomía o de la cesárea, los pezones que pueden agrietarse y los entuertos del útero que va recobrando su tamaño original. Si son muy intensos, y sobre todo para las mujeres que tienen muy bajo umbral del dolor, Impatiens y Elm lo hacen mucho más soportables.

Los miedos siempre pueden estar presentes, ser de diferentes intensidades y por diferentes motivos. Red Chestnut: para los miedos por el bebé y que le suceda algo. Mimulus para los miedos en general, que puedan identificarse y nombrarse. Rock Rose cuando ese miedo se convierte en terror y Aspen cuando hay aprensión y presentimientos negativos de que “algo” indefinido pueda suceder en cualquier momento.

Rescue Remedy será la esencia principal de todo este período como gran equilibrador y conector con las capacidades naturales del cuerpo y la psiquis de volver a equilibrarse y readaptarse después de cambios tan marcados en todos los niveles.

Depresión postparto

Las prioridades en su vida han cambiado y a veces cuesta muchísimo compatibilizar la mujer de antes con la madre actual. Las pautas culturales imponen que ella debe sentirse la súper madre y amar al bebé desde el primer momento. Esto no siempre sucede de esta manera y la mujer puede sentirse muy culpable y frustrada si no lo logra desde el principio. Por todo esto es muy común oír hablar de depresión postparto que hasta un 20 % de las mujeres pueden sufrir. Los síntomas que pueden aparecer en estos casos son:

• Irritabilidad,
• llanto fácil,
• tristeza,
• ansiedad,
• sensación de vacío.

En estos casos Agrimony la conectará con sus sentimientos más profundos y será más fácil compartirlos y expresarlos. Y Gentian mejorará la tristeza y le permitirá conectarse con la alegría de ser madre.

Los sentimientos de culpa por no ser o sentir lo que se espera de ella pueden aliviarse con Pine. La sensación de no ser capaz de poder llevar adelante la crianza de su hijo o sentirse abrumada por tanta tarea que realizar, mejorarán notablemente con Elm. La fatiga, agotamiento o falta de energía se restituirán rápidamente con la esencia floral de Olive. Las alteraciones del sueño ya sea si es excesivo o que cueste conciliarlo se beneficiarán con Clematis y White Chestnut u Oak, respectivamente.

Es bueno que la madre trate de dormir y recuperarse en los momentos que duerme el bebé. Es fundamental la ayuda de la pareja, la familia y las amigas en estos períodos, sobre todo si hay otros hijos que atender, para que ella pueda relajarse y sentirse apoyada en estos momentos.

A no desesperar papá y mamá si alguno de estos síntomas aparecen, muchas veces son pasajeros y se acomodan rápidamente, de no ser así tengan en cuenta que las Flores de Bach indicadas por un profesional en la materia serán de excelente ayuda para la puérpera, su bebé y su entorno familiar.

Fuente: www.remediosfloresdebach.wordpress.com

Foto: www.serpadres.es

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