La procrastinación, qué es y cómo superarla

La procrastinación, qué es y cómo superarla

Qué es la procrastinación

En primer lugar vamos a conocer exactamente lo que significa el término procrastinación, ya que no es algo de lo que se hable habitualmente. En realidad esta palabra proviene del latín: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro, postergación o posposición. Por tanto, la procrastinación es la acción o el hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables.

El término se aplica en psicología para definir la sensación de ansiedad generada ante una tarea pendiente de concluir. Es un trastorno del comportamiento que a todos nos afecta en mayor o menor medida en alguna ocasión, y que en términos más populares le solemos llamar “pereza” o dejar para mañana lo que deberíamos hacer hoy.

Ocasionalmente es algo normal sufrir procrastinación, pero hay personas especialistas en postergar, son aquellas que se comportan así de manera continuada porque de alguna forma creen que el día de mañana será más adecuado para llevar a cabo una o varias tareas que tienen pendientes. Pero en realidad la procrastinación es un problema de mala regulación y pésima organización del tiempo. Quien pospone o procrastina lo que está realizando en el fondo es una conducta claramente evasiva.

Las situaciones de la vida que más habitualmente procrastinamos todos en algún momento son:

  • Las tareas del día a día: ir a comprar, limpiar la casa, planchar, hacer las maletas para un viaje, ir al médico, cortarnos el pelo, etc.
  • El cuidado personal: lo típicos propósitos de cada año nuevo: dejar de fumar, hacer más ejercicio, hacer dieta, realizar mayor formación para mejorar en el trabajo, etc.
  • Los compromisos con los demás: no resolvemos conflictos de pareja, dejamos para el último día preparar una fiesta de aniversario, aplazamos el hecho de dedicarle más tiempo personal a nuestros hijos, etc. pero también en el trabajo procrastinamos cuando no nos preparamos una reunión o dejamos las tareas para el último momento.

Todo esto provoca en el procrastinador una sensación de caos, de no poder llegar a todo y de frustración, debido a la acumulación de tareas pendientes. También produce sentimientos de insatisfacción, inseguridad, inferioridad y estancamiento. Como consecuencia, además, se termina perdiendo la confianza y el respeto de los demás.

Aunque al parecer las personas que dicen que no tienen tiempo, extrañamente no lo tienen. Pero no nos engañemos, no dicen que no tienen tiempo porque no lo tengan realmente, sino que es exactamente lo opuesto: No tienen tiempo, porque siempre dicen que no lo tienen.

Como casi todo en esta vida, la mente juega un papel crucial en el desempeño y alcance de nuestro verdadero potencial. Gracias a la mente logramos o dejamos de lograr nuestros sueños y deseos. Si no fuese por nuestra predisposición (ya sea positiva o negativa) sería muy fácil decir que el éxito consiste simplemente en tomar acción.

Procrastinación por autodudas

El psicólogo Willian Knaus nos dice que las autodudas, junto con la baja tolerancia a la tensión, son las raíces de las conductas de postergación y evitación.

La autoduda es el reflejo de un proceso autodestructivo. Ocurre cuando juzgamos nuestras habilidades como deficientes o inadecuadas. Por ejemplo, si nos decimos a nosotros mismos: “Yo soy muy lento para escribir”, estamos diciendo que la conducta adecuada sería escribir rápido. De este modo, estamos haciendo una valoración negativa de nosotros mismos. Por ese motivo, si hemos llegado a la conclusión de que somos muy lentos para escribir; y no obstante tenemos que redactar un informe, entonces nos vamos a poner tensos, y probablemente lo vamos a postergar, diciéndonos: “Como soy muy lento, mejor lo hago mañana”.

La autoduda se va desarrollando en el contexto de la vida cotidiana y nos conduce a una conclusión irracional. Por ejemplo, una de las más comunes ideas erróneas y autodestructivas que está a la base de la autoduda y conduce a la postergación, es la creencia de que: “Todo lo que yo haga, tiene que ser hecho en forma fácil y de excelente calidad”.

Es decir, y volviendo al ejemplo anterior: “Yo soy lento para escribir”. “Va a ser muy difícil para mí hacerlo, y el trabajo me va a quedar mal”. “Por lo tanto, lo hago mañana”.

Este es un ejemplo típico de postergación, sobre la base de la autoduda.

Procrastinación por baja tolerancia a la tensión

Tiene lugar cuando tendemos a sobreactivarnos en términos emocionales, conductuales y cognitivos. También en aquellas ocasiones en que nuestras metas se hacen difíciles de lograr o cuando existe algún tipo de obstáculo o bloqueo en nuestros logros.

Si algo nos produce tensión o irritación como por ejemplo, conducir con mucho tráfico, prepararnos un examen, las discusiones de pareja, etc. focalizaremos toda nuestra tensión en ese acto, por el que vamos a sentirnos muy estresados, ya que magnificamos la importancia negativa de dichos sentimientos. Por ese motivo, simultáneamente intentaremos neutralizarlos. ¿Cómo? Procurando poner fin a la tensión que estábamos experimentando en ese momento, evitando o procrastinando.

Dejar de procrastinar con la Regla de 2 minutos

Existen bastantes formas y sistemas que nos pueden ayudar a dejar de procrastinar, pero de todas ellas he seleccionado la Regla de 2 minutos, de james Clear.

1. Si toma menos de dos minutos, entonces hazlo ahora: Esta parte surge del libro bestseller de David Allen “Getting Things Done”. Es sorprendente cuántas cosas que postergamos podríamos hacerlas en dos minutos o menos. Por ejemplo, lavar los platos después de comer, meter la ropa en la lavadora, sacar la basura, quitar la basura del escritorio, enviar un email, entre otras. Si una tarea requiere de menos de dos minutos, entonces sigue la regla y hazlo ahora mismo.

2. Cuando inicies un nuevo hábito, éste debe tomar menos de dos minutos en hacerse: ¿Todas nuestras metas pueden alcanzarse en menos de dos minuto? Claramente no. Pero todas las metas pueden iniciar en dos minutos o menos. Y ése es el propósito detrás de esta regla. Podríamos pensar que esta estrategia es demasiado básica como para lograr nuestras metas de vida, pero no. Funciona para cualquier objetivo por una simple razón: la física de la vida real.

La física de la vida real
Isaac Newton nos enseñó hace tiempo que los objetos en descanso tienden a mantenerse en descanso; y los objetos en movimiento tienden a mantenerse en movimiento. Esto es igualmente verdadero para los humanos como lo es para las manzanas que caen.

Beneficios de la regla de los 2 minutos

  • La ‘Regla de 2 minutos’ funciona para las grandes metas al igual que para las pequeñas debido a la inercia de la vida. Una vez que empezamos a hacer algo, es más fácil continuar haciéndolo.
  • la ‘Regla de 2 minutos’ porque adoptamos la idea de que todas las cosas buenas ocurren una vez que las iniciamos.
    ¿Quieres convertirte en un mejor escritor? Sólo escribe un párrafo (la ‘Regla de 2 minutos’), y seguido te encontrarás escribiendo por más de una hora.

¿Quieres comer más saludable? Sólo come un pedazo de fruta (la ‘Regla de 2 minutos’), y seguido te encontrarás inspirado a comer una ensalada sana.

¿Quieres crearte el hábito de la lectura? Sólo lee la primera página de un nuevo libro (la ‘Regla de 2 minutos’) y antes de que te des cuenta habrás leído los primeros tres capítulos.

¿Quieres correr tres veces a la semana? Todos los lunes, miércoles y viernes ponte tus tenis para correr y sal (la ‘Regla de 2 minutos’) y pronto terminarás fortaleciendo tus piernas en lugar de introducir frituras a tu estómago.

La parte más importante de un nuevo hábito es iniciar –no sólo la primera vez, sino cada vez. No se trata del desempeño; sino de consistentemente tomar acción. De muchas maneras, iniciar es más importante que triunfar. Esto es especialmente cierto en el comienzo porque habrá mucho tiempo para mejorar tu desempeño en el futuro.

La ‘Regla de 2 minutos’ no se trata de los resultados que quieres alcanzar, sino del proceso de realmente hacer el trabajo. Esto funciona mejor en las personas que creen que el sistema es más importante que el objetivo. El enfoque está en actuar y en dejar que las cosas fluyan a partir de ello.

Fuente: psicoactiva.com

Síntomas que indican la necesidad de acudir a terapia de pareja

Síntomas que indican la necesidad de acudir a terapia de pareja

Los motivos que pueden llevarnos a tener un problema en la relación de pareja son tan diferentes como las personas mismas, y dependen enormemente del ciclo vital y de la edad y etapa de la vida en que se encuentren sus miembros. Sin embargo, sea cual sea el motivo, las parejas con problemas manifiestan los siguientes síntomas que pueden alertar de la necesidad de acudir a una terapia de pareja:

  • Discusiones frecuentes por el problema en cuestión: la falta de conciencia y solución eficaz del problema hacen que estas discusiones se repitan constantemente.
  • Sentimiento de indefensión o incapacidad para resolver el problema.
  • Dificultad para entender o empatizar con los motivos y malestar del otro.
  • Ausencia de deseo de hacer feliz a tu pareja.
  • Disminución del cariño hacia el otro.
  • Sensación de que tu pareja es causante de tu dolor.
  • Incapacidad para comunicarse de forma efectiva.
  • Reducción en la frecuencia, satisfacción, etcétera, de las relaciones sexuales.
  • Falta de ganas o interés por estar con tu pareja. En algunos casos las personas los definen como ‘echarme a temblar cada vez que entro por la puerta’.
  • Círculos de agresividad-hostilidad: aparece una fase de contención (algo me molesta pero no digo nada) a la que le sigue una fase de explosión (discusión) que se resuelve con una fase de luna de miel (estamos mejor que nunca). Debido a que el problema real no se aborda, tampoco se resuelve, por lo que progresivamente la fase de luna de miel se acorta hasta desaparecer, dando lugar a parejas cuya relación alterna entre las fases de tensión y explosión.

Fuente: webconsultas.com

Adiós rutina, hola deseo

Adiós rutina, hola deseo

El deseo se nos escapa entre los nervios y las prisas del día a día: vive mejor entre las sorpresas, lo desconocido y lo prohibido. Necesita nuevos escenarios y juegos. Te damos 7 ideas.

Una parte de nosotros mismos busca siempre la repetición, porque nos da seguridad, ahorra energía y sabemos que funciona. Y como nuestro cerebro tiende sin pensarlo a la rutina, de vez en cuando es bueno preguntarnos cómo son nuestras relaciones sexuales: ¿Me siento satisfecho?, ¿son aburridas?, ¿tengo suficiente sexo?

Darse cuenta hasta qué punto la monotonía se ha instalado en nuestra vida sexual y aceptarlo es el primer paso para explorar e introducir cambios. Aunque la rutina es sinónimo de conocido, seguro, confortable, no es en sí misma nada negativa. Pero no es menos cierto que tiende a anular otros ingredientes necesarios para una sexualidad sana, estimulante, viva, como son la novedad, la sorpresa y la aventura.

Dice la terapeuta sexual Esther Perel que las parejas del mundo occidental nos estamos enfrentando a una larga vida en común, llena de seguridad, pero vacía de deseo. Y es que, según su experiencia, todo aquello que se cultiva en la vida estable de pareja, paradójicamente mata el deseo. El placer se esconde en nuestro yo más íntimo e instintivo y necesita que lo miremos con otros ojos, un poco egoístas.

La mente erótica más bien se acerca a un comportamiento egoísta en el que estamos más conectados con el propio yo, un yo más instintivo y presente, un yo que habita más el cuerpo y la sensación.

Para mantener una buena dinámica sexual conviene alimentar todo lo contrario de lo que hace crecer la seguridad. Como mantener cierto misterio y comportamientos que no siempre se asocian a las normas aceptadas de conducta, ya que el deseo no siempre es políticamente correcto. Conviene por tanto guardar un espacio para generar este misterio y seguir viendo al otro como alguien extraño, un terreno virgen por conquistar y explorar. ¿Quién no se ha sentido más atraído por su pareja cuando ve que esta se siente atraída por otra persona?

Es necesario mantener una distancia entre el yo y el tú, y seguir preservando mi espacio y mi sexualidad independientemente de la pareja que tengo. Es bueno que cada miembro de la pareja mantenga un espacio propio en el que experimente y sienta la expresión de su sexualidad. Un espacio en el que volver a conectarse. Cuando se sabe y se conoce absolutamente todo sobre el otro se acaban el misterio, la aventura y la curiosidad, elementos indispensables para propiciar el erotismo.

Resérvale un espacio al misterio para poder mirar al otro como algo desconocido, un extraño terreno que deseas conquistar.

Para evitar la rutina conviene ver las relaciones sexuales como un aprendizaje constante, conviene apostar también por nosotros, pensar en qué queremos, descubrirnos y experimentar. La imaginación, el ingrediente que más moviliza nuestro cerebro, tendrá un papel clave. Por tanto, es importante explorar, atreverse a romper las normas, introducir más curiosidad. Así podemos boicotear esa parte de nuestro cerebro instintivo que se aferra a lo repetitivo, rutinario y estereotipado para obtener seguridad y ahorrarse el esfuerzo.

7 ideas para recuperar el deseo

    1. Ponte en modo relax
      El cansancio y la tensión nos desconectan del cuerpo y llevan a repetir comportamientos, en lugar de permitirnos sentir. Un masaje previo, un baile o un baño caliente pueden ayudarte a conectar más con lo que deseas en el presente.

 

    1. Explotar todos los sentidos
      La rutina en la sexualidad tiende a reducir la actividad sexual a la zona genital
      . Proponerse implicar otras zonas del cuerpo y todos los sentidos es una manera fácil de introducir la novedad. Por ejemplo, prohibido mirar y tocar para poder saborear, escuchar y oler.

 

    1. Cambiar de escenario
      En la cocina, la terraza, por el suelo… Hacer el amor en otros lugares y momentos del día es otra forma de introducir el factor sorpresa. Atreviéndonos incluso en algún lugar público (playa, parque, la montaña, un baño público, un probador…). Aunque tal vez no puedan llegar a ser relaciones sexuales completas, la emoción del riesgo a ser descubierto seguro que acelerará el deseo.

 

    1. Nuevas estrategias
      Ampliar las formas de contacto, el ritmo, el orden… introduciendo cambios pequeños sin más, sentiremos cosas muy diferentes. Si habitualmente vamos rápido hacia la penetración, conviene explorar cómo es “prohibirse” o retrasarla lo más posible. O si siempre utilizamos una estimulación manual, probar cómo es hacerlo con la boca, los pies, etc.

      Celos, poder, travesuras, dominación… constituyen según Perel elementos que contribuyen a despertar el deseo.

    2. Impón otras posturas
      Animarse a practicar sexo en otras posiciones, analizando qué sentimos para después contarnos todas las sensaciones con pelos y señales.

 

    1. Juegos y juguetes eróticos
      Inventar nuevos juegos sexuales, ropa sexy, películas, cuerdas, vendas, alimentos o aceites… Ser curioso y explorar.

 

    1. ¿Cambiamos de papel?
      Si consciente o inconscientemente cada uno desempeña siempre el mismo rol, cambiadlos. Si tú eres la “dominada”, pasa a ser la “dominante”, o viceversa. Será excitante poder veros con otros ojos.

 

Fuente: mentesana.es

Crisis de pareja, ¿cuándo se debe recurrir a la terapia de pareja?

Crisis de pareja, ¿cuándo se debe recurrir a la terapia de pareja?

Las crisis de pareja son un hecho normal, e incluso deseable, a lo largo del ciclo vital de la pareja. Los distintos puntos de vista, las dificultades de la convivencia, la educación de los hijos, etcétera, son problemas comunes que pueden hacer saltar chispas en la relación. Y también es posible que éstos u otros factores causen un malestar demasiado intenso y prolongado en uno o ambos miembros de la pareja, amenazando la integridad de la unión. Cuando las personas desconocen cómo resolver estos problemas es importante buscar ayuda para evitar que se hagan mas grandes y causen un daño mayor que, en algunos casos, puede resultar irreparable; es en estos casos cuando hay que recurrir a una terapia de pareja.

Como hemos dicho, las crisis de pareja son situaciones que forman parte del ciclo vital normal de una relación. Las crisis sanas son periodos de malestar que atraviesan los miembros de la pareja y que pueden resolver por sí mismos sin la ayuda de terceros. Este tipo de crisis suelen aparecer cuando hay cambios importantes en la vida de pareja (por ejemplo, irse a vivir juntos, el nacimiento de un hijo, un despido, exámenes, etcétera) y no afectan al amor o apego que sienten sus miembros.

Por el contrario, los problemas de pareja se pueden considerar como crisis patológicas cuando el intenso malestar que producen es duradero y casi permanente. Este tipo de circunstancias pueden surgir como algo ocasional o ser la consecuencia del devenir de una crisis sana mal resuelta que, poco a poco, se ha ido complicando hasta el punto de que la pareja ya no es capaz de resolverla o ni siquiera se siente motivada para hacerlo. Estas crisis suelen estar ocasionados por factores que siempre han estado presentes en la relación (mala relación con la familia del otro, falta de implicación en la pareja, objetivos de vida distintos, problemas de comunicación…).

Lo más significativo de los problemas de pareja que se enquistan, y que también les diferencia en mayor medida de las crisis pasajeras, es el daño que producen a la afectividad, que pone en peligro el apego de los miembros y su deseo de mantener la relación. Esta circunstancia es realmente peligrosa, puesto que sin apego (amor) no hay pareja ni familia, ya que nuestro hogar está allá donde estén los que amamos.

Fuente: webconsultas.com

19 Mandamientos de María Montessori para los padres de familia

19 Mandamientos de María Montessori para los padres de familia

Se dice que sólo cuatro pedagogos del siglo XX revolucionarion la crianza de los niños. Son el americano John Dewey, el alemán Georg Kerschensteiner, la italiana Maria Montessori y el pedagogo de la entonces Union Soviética, Antón Makarénko.

María Montessori redactó cortos «mandamientos-recordatorio» para los padres de familia. Son sencillos, pero si lo piensas un poco más a fondo, en cada uno de ellos hay gran sabiduría en sólo algúnas palabras. Genial.guru recomienda a los papás y mamás leerlos al menos una vez al año (y ponerlos en práctica) así, lo mas probable es que la relación con sus hijos mejore en calidad y cantidad, además ellos crecerán con una personalidad mejor desarrollada y serán individuos más cercanos a la vida en armonía.

  • Los niños aprenden de lo que los rodea.
  • Si criticas mucho a un niño, él aprenderá a juzgar
  • Si elogias con regularidad al niño, él aprenderá a valorar.
  • Si se le muestra hostilidad al niño, él aprenderá a pelear.
  • Si se es justo con el niño, el aprenderá a ser justo.
  • Si se ridiculiza al niño con frecuencia, él será una persona tímida.
  • Si el niño crece sintiéndose seguro, aprenderá a confiar en los demás.
  • Si se denigra al niño con frecuencia, se desarrollará en él un malsano sentimiento de culpa
  • Si las ideas del niño son aceptadas con regularidad, él aprenderá a sentirse bien consigo mismo.
  • Si se es condescendiente con el niño, él aprenderá a ser paciente.
  • Si se alienta al niño en lo que hace, ganará seguridad en sí mismo.
  • Si el niño vive en una atmósfera amigable y se siente necesario, aprenderá a encontrar amor en el mundo.
  • No hables mal de tu niño/a, ni cuando está cerca, ni cuando no lo está.
  • Concéntrate en el desarrollo de lo bueno del niño de tal manera que sencillamente no quede lugar para lo malo.
  • Escucha siempre a tu hijo y respondele cuando él se acerque a tí con una pregunta o un comentario.
  • Respeta a tu hijo aunque haya cometido un error. Lo corregirá ahora o quizá un poco más adelante.
  • Está dispuesto a ayudar si tu niño busca algo, pero tambien está dispuesto a pasar desapercibido si él mismo ya ha encontrado lo que buscaba.
  • Ayuda al niño a asimiliar lo que antes no había podido asimilar. Haz eso llenando el mundo que lo rodea de cuidado, discreción, oportuno silencio y amor.
  • Cuando te dirijas a tu hijo, hazlo siempre de la mejor manera. Dale lo mejor que hay en ti.

Fuente: genial.guru

Cómo enfrentarse con éxito a cumplir los cuarenta

Cómo enfrentarse con éxito a cumplir los cuarenta

La llamada «crisis de los cuarenta» suele provocar inquietud. Sin embargo, es una magnífica oportunidad para hacer balance y descubrir lo que deseamos.

Rosa Rabbani

Siempre he pensado que la mejor parte de la vida comienza a partir de los cuarenta años. Ha sido en todo momento mi creencia hasta que, un buen día, alguien me dijo que, si bien la idea no carecía de fundamento, para cumplirse debía darse una condición: a esa edad hay que tener ya los “deberes hechos”.

Eso me recordó las célebres palabras que vierte Dante sobre el ecuador biográfico en su Divina comedia. Según la esperanza actual de vida, ese meridiano lo podemos localizar, precisamente, en los cuarenta:

A mitad del camino de la vida,
en una selva oscura me encontraba
porque mi ruta había extraviado.

¡Cuán dura cosa es decir cuál era
esta salvaje selva, áspera y fuerte
que me vuelve el temor al pensamiento!

Es tan amarga casi cual la muerte;
mas por tratar del bien que allí encontré,
de otras cosas diré que me ocurrieron.

Haber atravesado las cuatro primeras décadas de la vida suele significar, por lo general, que uno ya ha tenido la oportunidad de haber establecido y consolidado una buena relación de pareja, de haberse formado en una profesión y conseguido un mínimo de estabilidad económica, y haber tenido tiempo de formar una familia con hijos –si fuera el caso– que, por su edad, tienen cierta autonomía y no demandan todo nuestro tiempo y energía.

Podría ser el momento, pues, de empezar a profundizar en aquellos ámbitos de nuestra realización personal que hasta esa fase medianera de la vida no hemos estado en situación de atender.

¿Por qué se produce la crisis de los cuarenta?

Hay estudiosos que sostienen que la crisis de los cuarenta es una de las muchas conceptualizaciones del mundo occidental, por cuanto en muchos países y culturas no se experimenta como tal.

Este hecho tiene que ver con un hábito muy arraigado en nuestra sociedad, que es la exclusiva orientación hacia el futuro como única referencia en nuestro proceso de transformación personal, olvidando que una de las variables más efectivas y relevantes del aprendizaje del ser humano es su experiencia: es a través de lo ya vivido que vamos estando cada día más y mejor preparados para llevar adelante nuestra trayectoria vital.

Los occidentales solemos pensar en términos rígidos:

  • La infancia –consideramos– es un periodo importantísimo en el que se han de llevar a cabo una serie de aprendizajes. Pero si no ocurre así, quedamos traumatizados y poco preparados para la fase adulta.
  • La adolescencia –pensamos– es el cambio que todos los padres y madres esperan casi con terror, como si de una metamorfosis a una especie de estado monstruoso se tratara.
  • Y, sin duda, la tercera edad es tenida como la etapa de nuestro declive y debilitamiento.

Sin embargo, el sentido común –y también los estudios al respecto– nos dicen que, en efecto, la infancia es una de las etapas más importantes de la vida, pero sus carencias no son irreversibles, sino que se pueden subsanar a lo largo de toda nuestra biografía, aunque sea con más esfuerzo. Tampoco la adolescencia tiene por qué ser tan conflictiva como habitualmente se piensa. Y, por supuesto, la madurez puede ir acompañada de molestias físicas, pero ello no supone, en absoluto, la decadencia.

Inmersos en esta “lógica”, creemos que los cuarenta son un momento vital en el que uno entra en crisis consigo mismo.

Muchos autores afirman que la crisis de los cuarenta es el enésimo complejo de la sociedad occidental, del mundo opulento y las mentalidades acomodadas. ¿Por qué ese miedo a cumplir cuarenta años afecta de manera tan intensa a un gran número de hombres y mujeres?

El miedo a la mediana edad

Los economistas Andrew Oswald y David Blanchflower, de la Universidad de Darmouth (EE. UU.) y Warwick (Reino Unido) respectivamente, han realizado una serie de investigaciones en cerca de 80 países para analizar los hábitos de más de dos millones de personas.

Un gran número de personas en todo el mundo sienten miedo al cumplir los 40 años.

Sus interesantísimas conclusiones apuntan a la existencia de lo que ellos llaman crisis de la mediana edad (midlife crisis), que es experimentada por un gran número de personas independientemente de su género, estado civil, estatus económico o de si tienen hijos o no.

Además, estos investigadores identifican este fenómeno con una curva en forma de “U”, ya que sostienen que la auténtica felicidad es propia del principio y el final de la vida. En medio, afirman, hay un periodo de inquietud que la mayoría de las personas identifica con la necesidad de modificar aspectos importantes de su existencia, materializados, normalmente, en cambios de casa, de trabajo, de ciudad o de pareja.

Aprovecha los 40 para hacer balance

Probablemente, esa intranquilidad contiene una gran sabiduría que, quizá, no todos entendemos e interpretamos en su justa medida. El desasosiego suele ir acompañado de conciencia y reflexión. Estos elementos nos ayudan a hacer un alto en el camino para poder evaluar el recorrido hecho y vislumbrar lo que nos queda por transitar.

En realidad, se trata de un punto de inflexión en nuestras biografías que ninguna persona debería pasar por alto; el momento más propicio para acometer un profundo balance, acaso el más decisivo o crucial de la vida. Los momentos de evaluación consciente y de peritaje personal son imprescindibles pese a que, muchas veces, nos obliguen a ver lo que no marcha bien. Justamente ese es uno de los propósitos principales de cualquier autoexamen.

Cualquier ocasión es buena –el año nuevo, el comienzo del curso, el fin de las vacaciones…– para hacer una valoración personal y reorganizar nuestras actitudes hacia el modo concreto de hacer realidad nuestros deseos o proyectos pendientes.

Y, por supuesto, cualquier examen de conciencia pasa, también, por ver lo experimentado con satisfacción: las metas logradas, los éxitos conseguidos y todo aquello por lo que debemos sentir gratitud hacia la vida. Pues centrarnos en lo pendiente, fallido o negativo hace que las cuentas personales nos dejen una amarga sensación que nos fuerza a asumir los estereotipos de esta etapa vital.

Uno muy extendido es –en palabras de la socióloga Barbara Weissla búsqueda constante de estimulación, que durante un tiempo hace que las personas se sientan a gusto con un modo de vida sin compromiso asociado a la libertad “consumida” de la vida madura; pero, a largo plazo, es uno de los mayores errores cometidos porque pone en juego la verdadera estructura emocional y social que tanto ha costado conseguir.

La crisis de los cuarenta es, por todos estos motivos, una experiencia única, pero, como tantas otras, puede ser vista fuera de perspectiva y conducirnos al diagnóstico de que cualquier tiempo pasado fue mejor. O puede, por el contrario, enriquecernos al máximo hasta hacernos sentir una profunda satisfacción y la alegría de haber tenido una biografía llena de lecciones y crecimiento.

Cómo superar la crisis de los cuarenta
Para algunos, es un pequeño bache del que se sale apelando a lo mucho vivido y conseguido y a lo mucho que queda por disfrutar.

  1. Te conoces… aprovéchalo
    Cualquier tiempo pasado no fue mejor. No asocies felicidad con juventud ni te dejes deslumbrar por esa etapa. No seas exagerado sobre lo que te queda pendiente por hacer. Aún hay tiempo… Y, sobre todo, ahora tienes un control de ti y de las situaciones que antes no tenías. Aprovéchalo en tu favor.
  2. Ponte metas sin obsesiones
    Piensa sobre lo que quieres hacer
    . En los momentos de crisis, se toman decisiones en lo personal, familiar y profesional que pueden ser cruciales en los años venideros. Pero no te obsesiones poniéndote objetivos. Las grandes metas están bien, pero valora también lo que ya has conseguido. Puede que aún no hayas alcanzado todos tus objetivos y sueños, pero trata de que esto no te cause ansiedad.
  3. Reinvéntate
    Busca el reconocimiento profesional, todo el mundo lo necesita en el fondo, pero que eso no te quite el sueño. Además, este puede ser un buen momento para reinventarse. Aunque seguramente ya has demostrado a lo largo de tu vida laboral que eres perfectamente válido, si para quedarte a gusto contigo mismo o seguir creciendo profesionalmente tienes que cambiar de trabajo, no lo dudes.
  4. Aprecia lo cotidiano
    Disfruta del día a día
    , de las pequeñas cosas que vives con tu pareja, con los hijos, con los amigos… Sé positivo, da el valor justo a cada cosa y, como conviene con casi todo en esta vida, tómatelo con humor. Arrugas, canas, michelines, entradas… ¿y qué?
  5. Recuerda, todo pasa
    No dejes que otros te hundan. La mayoría de las veces uno se zambulle en este tipo de crisis influenciado por lo que le rodea. Y si finalmente caes en ella, no te sientas culpable. Le puede pasar a cualquiera e, incluso, puede ser un punto de inflexión positivo. En cualquier caso, recuerda: las crisis son cíclicas; después de la tempestad viene la calma.

Fuente: mentesana.es

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