Las personas vitamina

Las personas vitamina

¿Sabes qué son las personas vitamina? En este artículo hablo sobre sus características y todos los beneficios que aporta rodearte de estas personas opuestas a las personas tóxicas.

Encarni Muñoz Psicoterapia

Mucha gente habla sobre las personas tóxicas, de hecho, el término se ha hecho tremendamente famoso. No obstante, no se habla tanto de las personas vitamina, que es el opuesto a las personas tóxicas.

¿Qué son las personas vitamina?

Son esas personas que trasmiten buena energía, que te recargan el ánimo y que cuando vuelves para casa llegas con mucho mejor humor, más positivo/a y entusiasta, con ganas de comerte el mundo y con agujetas en la mandíbula de reír.

Y no es que solamente se haga broma y se hable desde el humor, también se pueden exponer problemas y situaciones tensas, pero el resultado es ver la vida desde un punto de vista más optimista y resolutivo y no desde la queja y el recrearse en ella.

¿Cómo saber si eres una persona vitamina?

Las personas vitamina tienen una manera de ver la vida determinada, apreciando unos valores y actitudes frente a la vida concretas:

  1. Escucha activa y empatía: Estas personas son capaces de quedar contigo y estar todo el tiempo escuchándote y entendiendo lo que le explicas sin acaparar ellas ese rato. Son capaces de entender las necesidades y los momentos. Ese café no se convierte nunca en una pelea por ver quien habla más o la típica frase “pues a mí…”
  2. Capacidad resolutiva: Frente a los problemas proponen soluciones. Se escucha la situación pero evitan recrearse y que te recrees en el problema. Te ayudan a salir de ese pozo de la queja y se centran en la búsqueda de soluciones.
  3. Optimismo: La tendencia es a ver el vaso medio lleno siempre y a hacer fuerzas de flaqueza. Tienen la capacidad de ver el lado positivo de todo y ante la adversidad, nunca dramatizan ni te hacen dramatizar. Te ayudan a ver la parte buena o a buscar el aprendizaje de cada situación vivida, de cada error y de cada experiencia.
  4. Sentido del humor: Las carcajadas con las personas vitamina están aseguradas. Quedar con ellas se convierte en pasarlo bien la mayor parte del tiempo. Se utiliza el humor, se hacen bromas (no pesadas), se habla de lo bueno y lo bonito de la vida, tienen y te trasladan una energía positiva que se va contagiando por donde vas, se recargan las pilas y disfrutas de los momentos degustándolos pro completo.
  5. Evitación de la crítica a los demás: El foco no se pone en los otros. Así como las personas tóxicas necesitan sentirse por encima de los demás y critican a todo el mundo para sentirse mejor con ellas mismas, las personas vitamina nunca harán eso. No quiere decir que no critiquen nunca ni se quejen, también tienen derecho a hacerlo, pero no se centrarán en criticar a los demás como su deporte nacional.
  6. Viven el presente: Recrearse en lo que pasó y ya no se puede cambiar no sirve para nada, del mismo modo que no se puede hacer nada con el futuro que aún no ha llegado y no se puede actuar en él. Las personas vitamina lo saben y viven el presente intensamente.

 

¿Qué beneficios aporta ser y/o rodearse de personas vitamina?

  1. Mejora el estado de ánimo y la salud: Está demostrado científicamente que reírse cada día hace tener una mejor calidad de vida, previene enfermedades cardiovasculares y trastornos psicológicos. Si te rodeas de personas vitamina tus días serán más divertidos y alegres, y por tanto, tu estado de ánimo general se acabará contagiando de ello.
  2. Ayudan a ser más resolutivos: Recrearse en los problemas no es la solución. Una cosa es desahogarse, lo cual está bien, pero una vez expresados dichos problemas, hay que buscar soluciones y alternativas para mejorar la situación. Además, aprendes a poner el foco en ti y no en los demás. Tendemos a compararnos con los demás y es fácil salir perdiendo porque siempre habrá alguien que sea más hábil o mejor que nosotros en algo. Por tanto, es mejor centrarse en uno mismo, compararse con uno mismo en otros momentos de la vida, ponerse retos y valorar los pasos logrados.
  3. Te sirven de referente para trabajar el optimismo: El pesimismo no sirve para nada. Hay quien cree que te previene y te prepara para lo malo, pero no es cierto. Cuando suceden cosas negativas te entristeces igual, así que es mejor pensar que las cosas pueden ir bien porque como mínimo, el tiempo de incertidumbre lo vivirás mejor, tu mentalidad y tu predisposición hará que seas más proactivo y el resultado generalmente es mejor que si tu actitud frente a la vida es pesimista. No es nada mágico, es simplemente que tu actitud a veces puede hacer cambiar las cosas y el resultado de las cosas. Rodearte de gente optimista te sirve de modelo para actuar y pensar como esas personas y empezar a cambiar tu actitud frente a la vida.
  4. Mejora tu autoestima: Si eres más optimista, tu estado de ánimo mejora y eres más resolutivo/a, es bastante probable que tiendas a ser más benevolente contigo mismo/a, te valores más, te autoelogies, no re recrees tanto en tus errores ni en los de los demás y por tanto, tu autoestima mejore.
  5. Puedes acabar siendo tú mismo/a una persona vitamina: Si todo lo anterior se produce, mejora y lo hace durante un tiempo suficiente como para que se acabe convirtiendo en tu filosofía de vida, es bastante probable que acabes siendo tú también una persona vitamina. Genial, ¿no?

Para acabar, quédate con este mantra: Vive para el hoy, elige ser feliz.

Fuente: mundopsicologos.com

Mi hijo tiene un amigo imaginario

Mi hijo tiene un amigo imaginario

¿Qué puedes hacer si tu hijo tiene un amigo imaginario? ¿Es algo de lo que debas preocuparte? Hoy explico cuando aparece, qué debes hacer y qué debes evitar si tu hijo juega con uno.

Encarni Muñoz Silva

La reacción más habitual es preocuparse si te enteras de que tu hijo tiene un amigo imaginario. ¿Estará muy solo?, ¿tendrá problemas?, ¿y si tiene algún trastorno mental? Parece extraño que un niño tenga un amigo imaginario, sin embargo es algo bastante habitual, de hecho dos de cada tres niños menores de 8 años tienen en algún momento de su vida un amigo imaginario. Muchas veces los padres no se dan ni cuenta, porque no lo verbalizan abiertamente. Simplemente forma parte de su juego y lo hacen de forma espontánea y natural durante un tiempo, hasta que dejan de jugar con ese «amigo».

¿Tengo que preocuparme?

Realmente es una virtud que se va perdiendo con los años, esa capacidad creativa, pero no todos los niños tienen tanta como para crear un amigo imaginario. Si el niño es capaz de crear un personaje y hacerlo real e incluso disfrutar del juego compartido, es algo que de adulto no puedes hacer. Ese amigo se irá solo como ha venido cuando el niño cambia su pensamiento a uno más racional, y eso sucede a partir de los 8 años aproximadamente. A veces es un personaje totalmente inventado y en otras ocasiones es un muñeco que «cobra vida».

En cuanto a la pregunta de si se sentirá solo y por eso ha creado ese personaje, no necesariamente. Los niños siempre prefieren jugar con niños reales, así que en un primer momento se puede llegar a pensar que si tuviera un hermano no sería necesario que tuviera un amigo imaginario, pero a veces tener un hermano no es garantía de que no exista el amigo imaginario. Puede ser un niño muy sociable y tener amigos y a la vez tener un amigo imaginario con el que juega cuando le apetece o cuando está solo.

¿Cuándo hay que preocuparse?

  1. Lo preocupante de los amigos imaginarios es que hablen de ellos como niños agresivos, lo cual puede estar avisándonos de que algo no va bien emocionalmente.
  2. Si el amigo imaginario tiene súper poderes, hay que tener cuidado por si quiere copiar o imitar las cosas que hace su amigo.
  3. También puede alertarnos que el niño prefiera jugar con niños imaginarios a jugar con niños reales. Quizás eso quiere decir que el niño tiene problemas a la hora de relacionarse, es tímido o le han dejado de lado sus amigos.

¿Qué puedes hacer si tu hijo tiene un amigo imaginario?

  1. Deja que hable contigo de su amigo: Si te habla de él, no le cortes ni prohíbas que hable o juegue con él. Si lo haces, le estás dando más importancia a algo que no la tiene, y puede que ese amigo imaginario tarde más en irse. Que te explique cosas de lo que hace es bueno, porque quiere decir que confía en ti y que tenéis una buena comunicación.
  2. No incites a hablar del amigo: Del mismo modo que no hay que prohibir, tampoco hay que fomentar que se hable continuamente del amigo imaginario. Que sea algo natural no quiere decir estar sacándolo a relucir en cada momento.
  3. Observar el juego del niño: Es importante ir observando de vez en cuando cómo juega, las conversaciones que tiene y detectar las alarmas anteriormente comentadas.

 

¿Qué debes evitar en estos casos?

  1. Preocupar y generar un problema de lo que sucede: Evidentemente si no es un problema no hay que tratarlo como tal. Cuando el niño te hable de su amigo no muestres preocupación, normaliza la situación y actúa con interés por tu hijo. Por tanto, no es necesario que lo lleves al psicólogo por tener un amigo imaginario, ni alertar a profesores o familiares, y mucho menos ridiculizar al niño o hacerle sentir vergüenza por su forma de juego.
  2. Prohibir el juego con el amigo imaginario: La prohibición sólo hará que aumente su interés y lo haga de forma clandestina por lo que puedes conseguir el efecto contrario. Deja que su evolución personal siga su curso normal.
  3. Castigar por lo que hace con su amigo imaginario: Si cada vez que le escuchas o ves jugar con su amigo imaginario le castigas o riñes, le provocarás insatisfacción, se pondrá triste, no entenderá esa prohibición e incluso puede mermar su autoestima. En realidad no está haciendo nada malo, así que no le castigues por eso.
  4. Permitir que el niño culpe a su amigo imaginario de comportamientos propios: Una cosa es que juegue con un amigo imaginario y otra que le sirva de excusa para salirse de rositas. Si ha actuado de forma incorrecta y acusa a su amigo imaginario de ello, habla con él para hacerle responsable y ayudarle a ser consecuente de sus actos.

Para acabar me gustaría hacer mención a una película, «Inside Out» (Del Revés). Es una película a la que hago mención muchas veces porque tiene una tremenda carga psicológica y psicoeducativa (para adultos, no sólo para niños). En esta película aparece un personaje secundario en un momento dado, cuando se habla de los recuerdos que están en el olvido, es una especie de elefante rosa que fue el amigo imaginario de la protagonista. Es interesante ver la visión que se da de ese amigo así que te recomiendo que veas esta película, y si ya la has visto, ¡vuelve a echarle un vistazo! Siempre se pueden aprender cosas nuevas.

Fuente: mundopsicologos.com

Los arquetipos de Jung

Los arquetipos de Jung

El ser humano siempre ha tratado de comprender, profundizar y dar explicación a los interrogantes que giran en torno a la personalidad humana. Ya sea definida como “alma”, tal y como se entendía en el pasado, como “psique” o como “patrón de comportamiento”, lo cierto es que las claves que nos hacen ser seres únicos y diferentes los unos de los otros, ha interesado a filósofos, pensadores y científicos durante toda la historia de la humanidad y especialmente, a los psicólogos. Uno de ellos fue Carl Jung, que propuso su propia manera de entender las motivaciones de la personalidad humana a través de los arquetipos.

¿Quién fue Carl Jung?
Carl Jung fue un médico psiquiatra muy reconocido por su influencia en el psicoanálisis y su posterior estudio de la psicología humana a través de la psicología analítica.

Jung, comenzó sus andaduras llevando a cabo una gran aportación en las primeras etapas del psicoanálisis. El psicoanálisis es una corriente psicológica que fue muy influyente en el siglo XX, originada a través de las teorías y la figura del popular psicólogo Sigmund Freud y que teoriza sobre los procesos psíquicos inconscientes, afirmando que estos son la base del comportamiento y los problemas psicológicos que pueden sufrir las personas.

Tras trabajar con Freud en sus comienzos, Carl Jung, cuya aportación al análisis de los sueños fue muy destacada, comienza poco a poco a alejarse del psicoanálisis freudiano al considerar que las explicaciones de este eran reduccionistas. Así pues, Jung configuró su propia teoría psicológica, la psicología analítica y amplió sus ideas centrándose en un concepto de inconsciente que iba más allá del noción freudiana: un inconsciente colectivo, heredado, que según él, configura la base de la psique humana y que se forma a través de patrones innatos en todas las culturas: los arquetipos. Aunque estas ideas son discutidas hoy en día, su influencia y popularidad es y ha sido muy notable.

¿Qué son los arquetipos Junguianos?
El término “arquetipo” tiene sus orígenes en la antigua Grecia. “arjé” significa “fuente” u “origen” y “tipos”, significa “modelos”. En combinación su significado se traduce como “modelo original”, es decir, un patrón único que es copiado o derivado hacia el resto de modelos.

Jung, hizo uso de este concepto de “modelo único” incorporándolo a sus teorías psicológicas sobre el inconsciente colectivo. Para este psicólogo y pensador, los arquetipos eran patrones universales que residían en el inconsciente colectivo de todos los seres humanos, de cualquier cultura y momento temporal. Así, los arquetipos Junguianos son conceptos que forman parte de nuestra motivación más básica y a través de los cuales evolucionamos.

El Inconsciente Colectivo
El inconsciente colectivo es clave para las teorías de la mente de Jung, ya que contiene los distintos arquetipos.

En lugar de nacer como tabula rasa (una “pizarra en blanco” en latín) y ser influenciado puramente por nuestro entorno, como creía el filósofo inglés John Locke, Jung propuso que todos nacemos con un inconsciente colectivo. Este inconsciente contiene un conjunto de recuerdos e ideas compartidas, con los que todos podemos identificarnos, independientemente de la cultura en la que nacimos o el período de tiempo en el que vivimos. No podemos comunicarnos a través del inconsciente colectivo, pero reconocemos algunas de las mismas ideas de manera innata, incluidos los arquetipos.

Por ejemplo, muchas culturas han cultivado mitos similares independientemente unos de otros, que presentan personajes y temas similares, como la creación del universo.

Los 12 arquetipos de personalidad de Jung
Jung define a partir de aquí doce arquetipos primarios con diferentes significados, valores y personalidades que simbolizan las motivaciones más básicas de los seres humanos. Estos doce arquetipos son:

1. El Inocente
Aquellos que se identifican con el arquetipo inocente a veces son criticados por ser soñadores ingenuos. Sin embargo, su actitud positiva y personalidad despreocupada puede elevar a otros como un soplo de aire fresco. El inocente siempre trata de ver lo bueno en el mundo y busca el lado positivo en cada situación.

  • Meta: ser feliz.
  • Miedo: ser castigado por hacer algo malo.
  • Debilidad: confiar demasiado en los demás.
  • Talento: fe y apertura mental.

2. El amigo
El arquetipo amigo representa a aquellos que son confiables, realistas y honestos. Algunas personas pueden describirlos como un poco negativos a veces. El amigo siempre está buscando pertenencia en el mundo y puede unirse a muchos grupos y comunidades para encontrar un lugar donde encajar.

  • Objetivo: pertenecer.
  • Miedo: quedarse fuera o sobresalir de la multitud.
  • Debilidad: puede ser un poco demasiado cínico.
  • Talento: honesto y abierto, pragmático y realista.

3. El héroe
El héroe se esfuerza ser fuerte y defender a los demás. Pueden sentir que tienen un destino que deben cumplir. Los héroes son valientes en su búsqueda de justicia e igualdad y se enfrentarán incluso a las fuerzas más poderosas si piensan que están equivocados.

  • Objetivo: ayudar a los demás y proteger a los débiles.
  • Miedo: ser percibido como débil o asustado.
  • Debilidad: arrogancia, siempre necesitando otra batalla para luchar contra ella
  • Talento: competencia y coraje.

4. El cuidador
Aquellos que se identifican con los arquetipos del cuidador están llenos de empatía y compasión. Desafortunadamente, otros pueden explotar su buena naturaleza para sus propios fines. Los cuidadores deben prestar más atención a cuidarse a sí mismos y aprender a decir no a las demandas de los demás.

  • Meta: ayudar a los demás.
  • Miedo: ser considerado egoísta.
  • Debilidad: ser explotado por otros.
  • Talento: compasión y generosidad.

5. El explorador
El explorador nunca es feliz a menos que experimente emociones nuevas de forma más o menos constante. Puede disfrutar visitando diferentes países o puede estar feliz de aprender sobre nuevas ideas y filosofías. Sin embargo, le resulta difícil establecerse en un trabajo o una relación durante demasiado tiempo, a menos que el trabajo o la relación le permita conservar su libertad para explorar.

  • Objetivo: experimentar la mayor cantidad de vida posible en una vida.
  • Miedo: quedar atrapado o verse obligado a conformarse.
  • Debilidad: deambular sin rumbo e incapacidad para aferrarse a las cosas.
  • Talento: ser fiel a sus propios deseos y una sensación de asombro.

6. El rebelde
Cuando el rebelde ve algo en el mundo que no funciona, intenta cambiarlo. A los rebeldes les gusta hacer las cosas de manera diferente. Sin embargo, a veces los rebeldes pueden abandonar algunas buenas tradiciones solo por un ansia de reforma. Los rebeldes pueden ser carismáticos y animar fácilmente a otros a seguirlos en su búsqueda de la rebelión.

  • Meta: derribar lo que no funciona.
  • Miedo: ser incapaz de lograr un cambio.
  • Debilidad: llevar su rebelión demasiado lejos y obsesionarse con ella.
  • Talento: tener ideas grandes e indignantes e inspirar a otros a unirse a ellos.

7. El amante
El amante busca la armonía en todo lo que hace. Le resulta difícil lidiar con los conflictos y puede tener dificultades para defender sus propias ideas y creencias frente a personas más asertivos.

  • Objetivo: estar en una relación armónica con las personas, el trabajo y el entorno que aman.
  • Miedo: sentirse no deseado o no amado.
  • Debilidad: deseo de complacer a otros en riesgo de perder su propia identidad.
  • Talento: pasión, aprecio y diplomacia.

8. El creador
El arquetipo creador ha nacido para crear algo que aún no existe. Odia ser un simple consumidor pasivo, prefiriendo crear su propio entretenimiento. Los creadores suelen ser artistas o músicos, aunque se pueden encontrar en casi cualquier área de trabajo un estímulo para sacar a la luz su talento innato.

  • Objetivo: crear cosas de valor duradero.
  • Miedo: no crear nada importante.
  • Debilidad: perfeccionismo y bloqueos creativos causados por el miedo de no ser excepcional.
  • Talento: creatividad e imaginación.

9. El bufón
Al bufón le encanta animar una fiesta con humor y trucos, sin embargo, tienen un alma profunda. Quieren hacer felices a los demás y con frecuencia pueden usar el humor para cambiar las percepciones de las personas. A veces, sin embargo, el bufón usa el humor para cubrir su propio dolor.

  • Objetivo: aligerar el mundo y hacer reír a los demás.
  • Miedo: ser percibido como aburrido por los demás.
  • Debilidad: frivolidad, perder el tiempo y ocultar emociones bajo un disfraz humorístico.
  • Talento: ver el lado divertido de todo y usar el humor para un cambio positivo.

10. El sabio
El sabio valora las ideas por encima de todo. Sin embargo, a veces se sienten frustrados por no poder saber todo sobre el mundo. Los sabios son buenos oyentes y, a menudo, tienen la capacidad de hacer que las ideas complicadas sean fáciles de entender para otros. A menudo se pueden encontrar en los roles de enseñanza.

  • Meta: usar la sabiduría y la inteligencia para entender el mundo y enseñar a otros.
  • Miedo: ser ignorante o ser percibido como un estúpido.
  • Debilidad: no puede tomar una decisión porque cree que nunca tiene suficiente información.
  • Talento: sabiduría, inteligencia y curiosidad.

11. El mago
El mago suele ser muy carismático. Tienen una creencia verdadera en sus ideas y desean compartirlas con otros. A menudo son capaces de ver las cosas de una manera completamente diferente a otros tipos de personalidad y pueden usar estas percepciones para aportar ideas y filosofías transformadoras al mundo.

  • Objetivo: comprender las leyes fundamentales del universo.
  • Miedo: consecuencias negativas no deseadas.
  • Debilidad: convertirse en un manipulador o egoísta
  • Talento: transformar la experiencia cotidiana de la vida de las personas al ofrecer nuevas formas de ver las cosas.

12. El gobernante
Al gobernante le encanta tener el control. A menudo tienen una visión clara de lo que funcionará en una situación determinada. Creen que saben lo que es mejor para un grupo o comunidad y pueden frustrarse si otros no comparten su visión. Sin embargo, generalmente tienen los intereses de los demás en el corazón, incluso si en ocasiones sus acciones son erróneas.

  • Meta: crear una familia o comunidad próspera y exitosa
  • Miedo: el caos, ser socavado o derrocado
  • Debilidad: ser autoritario, incapaz de delegar
  • Talento: responsabilidad, liderazgo

Según Jung, cada persona posee un conjunto organizado diferente de estos arquetipos, pero suele ser uno de ellos el que domina la personalidad total del individuo.

Estos 12 arquetipos nos ofrecen una guía que puede ayudarnos a comprender nuestras motivaciones y aprovechar nuestras propias fortalezas mientras trabajamos en nuestras debilidades. Comprender cuál de los 12 arquetipos domina nuestra personalidad puede ayudarnos a comprender lo que es realmente importante para nosotros. Este conocimiento nos ayuda a mejorar nuestro enfoque y alcanzar nuestros objetivos.

Principales arquetipos junguianos del Yo
Algunos de los principales arquetipos que, según Jung, conforman nuestra personalidad y se expresan en nuestro lenguaje, nuestros comportamientos, reacciones y sueños son:

1. El Ánima y el Ánimus
Es la representación del género opuesto al que la persona tiene. Según Jung el ánima es, para el hombre, el lado femenino que queda en la psique de este, así como el ánimos es para la mujer, su lado masculino. Este arquetipo se expresa en una gran emocionalidad y nos pone en contacto con aspectos que reprimimos en nuestra personalidad así como conforma el vínculo entre el individuo y el inconsciente colectivo.

2. La persona
La persona es, para el autor, esa identidad que deseamos proyectar, algo así como la máscara de un actor, aquellos rasgos que adoptamos por influencia del ambiente o los roles que nos impone la sociedad y que adoptamos como imagen pública, a pesar de que nuestra verdadera personalidad pueda ser diferente.

3. La sombra

“Tomada en su sentido más profundo, la sombra es la cola saurí invisible que el hombre todavía arrastra detrás de sí. Amputada con cuidado, se convierte en la serpiente curativa de los misterios”

La sombra es el arquetipo junguiano que refleja aquellos elementos que consideramos negativos. Son las características que tratamos de no mostrar a los demás porque esto podría causarnos vergüenza o ansiedad. Es derivada de un pasado animal en la que se incluyen los instintos.

Dentro de la sombra, se hallan pensamientos o ideas reprimidas que, según Jung, deben resolverse para conseguir nuestra individualización total. Aunque aquello que está en la sombra puede ser considerado negativo, quizás no siempre lo es y pueden existir cualidades positivas que queremos esconder por algún motivo.

4. El sí mismo
Es el arquetipo central del inconsciente colectivo, la imagen de la totalidad de la persona que confiere sentido a la vida, así como el centro de la psique humana. Así pues, es la coherencia y la organización que confiere el equilibrio de la personalidad.

5. La gran madre
Es el arquetipo que abarca las cualidades maternales idealizadas: el cuidado, la compasión y el amor, así como la guía a seguir. Está simbolizado por la madre original o la madre tierra, así como se ha adaptado a diferentes religiones en nombres como María, Hera o Juno.

6. El gran padre
Este arquetipo representa a un guardián del orden y la cordura en un mundo caótico.

Conclusiones
Los arquetipos que acabamos de exponer en este artículo son solo algunos de los que Jung cree que pueblan nuestro inconsciente colectivo.

Se pueden reconocer muchos más arquetipos, que poseen cualidades no exclusivas y que pueden ser mantenidas por múltiples arquetipos en diferentes grados.

Actualmente las teorías se discuten en menor medida que el enfoque psicodinámico de Freud, las ideas de Carl Jung tienen una influencia cuyos efectos todavía se pueden sentir en la actualidad.

La idea de que proyectamos a las demás personas no siempre muestra nuestra verdadera personalidad, sino que es una versión aspiracional e idealizada de quién nos gustaría ser.

Enlaces de interés
Carl Jung https://www.simplypsychology.org/carl-jung.html

Carl Jung – What are the Archetypes? https://academyofideas.com/2017/02/carl-jung-what-are-archetypes/

Carl Jung: Archetypes and Analytical Psychology. https://www.psychologistworld.com/cognitive/carl-jung-analytical-psychology

Fuente: psicoactiva.com

Pareja: supera el miedo a que te hagan daño

Pareja: supera el miedo a que te hagan daño

Entregarse sin temor a que nos vean vulnerables es un requisito indispensable para vivir relaciones profundas y plenas. Recupera la confianza en ti y en tu pareja.

Cuando construimos una relación de pareja y no nos atrevemos a darnos por completo, el temor nos recuerda que somos vulnerables. El miedo es una señal de alarma que nuestro cuerpo pone en marcha para recordarnos situaciones pasadas en las que sufrimos. Pero también puede provocarnos reacciones defensivas que nos alejen de la persona con la que queremos construir un nuevo proyecto de vida. Siguiendo otros parámetros podemos conseguir un vínculo sólido y cerrar viejas heridas.

Entregarse a la relación sin miedo
María había decidido iniciar un proceso terapéutico para revisar algunos aspectos de su vida. A pesar de que estaba en un momento vital estable, algunas cuestiones le preocupaban y las quería cambiar. “Tengo la autoestima muy baja y casi siempre creo que los demás piensan mal de mí”, me dijo en la primera sesión.

Al cabo de unos días abordamos la relación que tenía con su pareja. “Creo que no tengo confianza con Jorge”, me dijo. “Hay muchas cosas que no le cuento, y no sé si eso está bien o no”. “No está ni bien ni mal. Lo importante es que sepas qué relación quieres tener con él. Tú eres quien tiene que decidir qué quieres compartir y qué no”, le contesté.

María tenía claro que deseaba una relación de pareja más profunda. Llevaban dos años juntos y casi no se conocían.

Con el paso del tiempo no habían conseguido tener ese espacio de intimidad que se crea cuando dos personas construyen un vínculo de pareja seguro. Se dio cuenta entonces de que tenía miedo a entregarse, y de que ese miedo le estaba impidiendo construir la relación que realmente quería tener.

Heridas que nos impiden avanzar
María se había casado antes con quien fue su primera pareja y había tenido dos hijas. Enamorada, creyó entregarse en cuerpo y alma al que pensó que era el hombre de su vida.

Sin embargo, la relación no funcionó como esperaba; no se sintió tenida en cuenta ni respetada como persona, algo que le ocurría también en otras relaciones. Su pareja la criticaba y la menospreciaba continuamente. A pesar de la desilusión y el dolor, siguió con él durante años hasta que la situación se hizo insostenible y se separaron.

Dos años después conoció a Jorge. María sabía que su amor hacia él había ido creciendo, aunque notaba que algo les impedía avanzar. María no compartía con Jorge sus preocupaciones (“No me atrevo a contarle el problema que tengo con mi hija. Me da miedo que piense mal de mí”) ni sus sentimientos; cuando tenía que llorar, lo hacía a solas.

No se sentía segura para compartir su vulnerabilidad.

“Es que no me apoya”, me dijo un día. “Me pregunto cómo te puede apoyar si no sabe cómo estás o qué necesitas”, le contesté. Se iba dando cuenta de hasta qué punto ella contribuía a esa falta de apoyo. Y cómo su miedo a entregarse estaba relacionado con lo poco que se valoraba y se quería, con su falta de confianza y con su experiencia anterior.

¿Por qué tenemos miedo a quien amamos?
El miedo nos indica que estamos percibiendo algún peligro y su objetivo es protegernos. Nuestro organismo es sabio y registra lo que nos puede producir dolor o que comporta algún riesgo físico o emocional. Lo que ocurre es que de vez en cuando es necesario “actualizarlo”, porque aquello que algún día nos dolió no tiene por qué dolernos ahora.

Si tenemos miedo a compartir nuestra vulnerabilidad, es porque, seguramente, en algún momento lo hicimos y tuvimos una mala experiencia. Sin embargo, aunque se encienda la señal de alarma, lo que sucede ahora no es lo mismo que ocurrió en el pasado. Ni nosotros somos los mismos, ni la otra persona es la misma, ni lo es la situación.

El origen del miedo a confiar
Erik Erikson, psicoanalista estadounidense de origen alemán, elaboró la “Teoría psicosocial de desarrollo de la personalidad” y concluyó que la sensación de confianza se experimenta en la etapa que va del nacimiento a los 18 meses. En función del calor del cuerpo de la madre, del apoyo y de los cuidados afectuosos recibidos se crea el vínculo que será la base de las futuras relaciones con otras personas importantes.

Es entonces, en base a estas experiencias, cuando desarrollamos la confianza básica que nos permite estar en el mundo sin angustia o, por el contrario, crecemos con una desconfianza que puede dificultarnos nuestra apertura a los demás.

Cómo confiar más en tu pareja
Otro factor necesario para entregarnos de manera sana es percibir que la otra persona está disponible, que nos reconoce y nos acepta en nuestra individualidad. En una relación de pareja todo se construye entre dos.

Explicar a nuestra pareja qué necesitamos nos ayudará. Esperar que lo adivine solo crea frustración y resentimiento.

El reto es atreverse a entregarse, aun con miedo, siempre que percibamos apoyo y un mínimo de seguridad, y eso tiene que ver con nuestra propia confianza y también con los elementos que el otro pone en la relación.

Algo que nos puede ayudar, una vez que percibimos a nuestra pareja entregada, es explicarle qué necesitamos y qué puede hacer para darnos su apoyo. Muchas veces esperamos que la otra persona adivine cómo hacerlo, pero esa convicción (“Si me quiere, sabrá qué necesito y lo que tiene que hacer”) solo sirve para generar frustración y resentimiento.

María vio que su miedo la había protegido durante un tiempo. Manteniendo su muralla había evitado sufrir, pero ahora eso ya no le servía. Seguir funcionando de este modo provocaba que su relación de pareja fuera tan superficial que no le satisfacía. Así que aceptó su miedo, aceptó su vulnerabilidad y decidió correr el riesgo de entregarse y, poco a poco, ir descubriéndose ante su pareja.

Durante su proceso de terapia, además de conocerse mejor, aceptarse, quererse y valorarse mucho más, aprendió a compartir los sentimientos. Jorge mostró su compromiso y con esta entrega mutua pudieron construir un vínculo sólido. Como dice Norman Shub en su libro De corazón a corazón: “El amor se desarrolla cuando haces a otra persona importante”.

Fuente: mentesana.es

Catarsis emocional, el proceso de liberación emocional

Catarsis emocional, el proceso de liberación emocional

Expresar nuestras emociones sin filtros, de la manera más pura y fiel a cómo las sentimos se denomina catarsis emocional. Un proceso íntimo e intenso que en ocasiones puede ser visto como peligroso, pero que en realidad es de lo más liberador. Profundicemos en este maravilloso concepto para comprenderlo mejor.

¿Qué es la catarsis emocional?
El concepto de catarsis fue introducido por Aristóteles para referirse al proceso de “purificación” que podían experimentar los espectadores de la tragedia sobre sus bajas pasiones, al observar la interpretación de las emociones profundas y movilizadoras por parte de los actores. Pero fue Freud quien lo rescató más adelante y lo aplicó al ámbito psicoterapéutico para denominar al proceso de descarga y alivio de la tensión emocional.

Aunque bien es cierto, que fue Breuer quien creó el método catártico o de asociación libre y Freud lo desarrolló como parte de su teoría psicoanalítica. Así, Breuer y Freud utilizaban la catarsis emocional en el tratamiento psicológico, como una técnica que formaba parte de la terapia hipnótica, para que sus pacientes pudiesen expresar y liberar sus emociones reprimidas.

Por otro lado, desde la psicología social también se ha empleado este término para desarrollar la teoría catártica de la agresividad, a raíz de los estudios del psicoanálisis. A través de ella, se explica cómo el ser humano puede ir acumulando frustraciones en su vida diaria que pueden acabar en agresión pero que pueden ser aliviadas a través de la catarsis, mediante la participación de un “intermediario” en la agresión ajena. Así, según Seymour Feshbach, ver contenidos violentos a través de la televisión aporta experiencias agresivas indirectas que sirven como vehículo inofensivo para aliviar los sentimientos de hostilidad o frustración.

Como vemos, de un modo u otro, la catarsis emocional es ese proceso que nos permite descargar toda la energía generada por nuestras emociones, incluso las más reprimidas. De lo que podemos deducir la importancia que tiene este proceso para nuestro bienestar psicológico.

La necesidad de expresar nuestras emociones

En la actualidad, la sociedad nos invita a no expresar lo que sentimos, sobre todo aquello que no está bien visto como un llanto intenso y descontrolado, una explosión de ira o rabia o simplemente, sentimientos de malestar. Es decir, nos impide expresar nuestras emociones y fomenta su represión, lo que conlleva que vayamos guardándolas en lo más profundo de nosotros.

No obstante, toda expresión emocional por muy abrupta que sea necesita ser validada y no censurada, por mucho que queramos pensar lo contrario; ya que cada emoción que experimentamos es una parte de nosotros y un pedacito de nuestra esencia. Gracias a ellas, podemos conocernos mejor y mejorar nuestras relaciones con los demás. Las emociones son el soporte al autoconocimiento y al conocimiento de los demás, no lo olvidemos.

Así, un proceso de catarsis emocional no es peligroso, aunque en ocasiones podamos pensar en ello. Este fenómeno surge sobre todo cuando nos hemos mostrado fuertes durante mucho tiempo y hemos bloqueado nuestro malestar hasta acabar rotos por dentro. De esta manera, surge como puente para liberarnos emocionalmente y demostrarnos que la fragilidad también forma parte de nuestras vidas porque no somos superhéroes, porque llorar también es necesario y gritar a veces nos alivia…

Ahora bien, esto no nos hace débiles, sino humanos y nos enseña lo necesario que es la expresión emocional para su futura comprensión y la asimilación del dolor y del sufrimiento que nos acecha.

Par finalizar, hay un aspecto muy importante a tener en cuenta en todo lo relacionado con la catarsis emocional: las consecuencias de nuestros actos en las relaciones con los demás. Es decir, liberar nuestras emociones es recomendable pero hacerlo ocasionando daño a los demás no. Por ello, es muy importante tener en cuenta nuestro comportamiento cuando experimentamos un proceso de catarsis emocional e investigar métodos como el arte, la escritura, la meditación o el baile para expresar todo lo que tenemos reprimido y conseguir así, aumentar nuestra bienestar.

Fuente: psicoactiva.com

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