¿Qué hay que saber antes de empezar a tomar un fármaco para tratar un problema de salud mental? // Joanna Moncrieff

¿Qué hay que saber antes de empezar a tomar un fármaco para tratar un problema de salud mental? // Joanna Moncrieff

Texto originariamente publicado en Mad In America (3 de febrero de 2015)

A primeros de año, en un blog que se retrasó, me dije que estaría bien explicar lo que pienso acerca de lo que hay que tener en cuenta cuando uno valora tomar medicamentos para un problema de salud mental, especialmente si intuye que al final podría tomar el fármaco durante un tiempo prolongado. Estas son las preguntas que se podrían hacer a su médico desde una perspectiva ”centrada en el fármaco” a la hora de usar fármacos en salud mental.

¿Cuáles son los efectos inmediatos que produce el fármaco?

Necesitamos saber cómo puede afectar a nuestros sentimientos, pensamientos y comportamiento la toma de un medicamento a corto plazo. La información que proviene de estudios con animales y de “voluntarios humanos” puede mostrar cómo un medicamento concreto es capaz de modificar el comportamiento, los sentimientos y las capacidades mentales, pero por desgracia para muchos tipos de fármacos este tipo de investigación sigue siendo escasa o no existe. No obstante, Internet ofrece cada vez más posibilidades para que la gente explique sus experiencias tras tomar la medicación prescrita (en webs como RxISK; AskAPatient). Aunque con frecuencia se suelen descartar las referencias dadas por personas con diagnósticos de problemas de salud mental porque puede resultar difícil separar los efectos del fármaco del problema subyacente, si se valoran cuidadosamente pueden ofrecer información útil. No obstante, se necesitan más estudios con animales y voluntarios para dilucidar ciertos efectos sutiles y complejos.

¿Qué efecto tiene el medicamento al tomarse durante un tiempo prolongado?

Además de saber la clase de cambios que ocurren tras una o dos dosis de un fármaco, se necesita saber qué sucede con los sentimientos y el comportamiento si se consume el fármaco durante semanas, meses y años, tal como habitualmente se suelen prescribir los fármacos a las personas con problemas de salud mental. Debido a que hay limitaciones éticas, prácticas y financieras para alargar el tiempo de consumo de fármacos por voluntarios y animales, debemos prestar atención a otras fuentes de información respecto al tipo de cambios mentales y de comportamiento que ocurren cuando las personas toman los fármacos recetados durante periodos de tiempo prolongados. Los programas de control y seguimiento de fármacos así como otros sistemas (también las páginas de Internet) que permiten a los usuarios manifestar lo que les ocurrió cuando tomaron un fármaco son, por lo tanto, esenciales para recopilar información sobre los efectos que un medicamento puede tener al ser usado durante amplios períodos de tiempo.

¿Cómo afecta el fármaco de forma global al cuerpo?

Debemos saber cómo afecta el fármaco al cuerpo como un todo, a cada sistema, incluyendo el cerebro y el sistema nervioso, el corazón, el sistema digestivo, el sistema reproductivo, a los sistemas hormonales, etc. Precisamos información de los efectos sobre el cuerpo tras el consumo a corto y a largo plazo. Necesitamos datos sobre indicadores de enfermedad física y deterioro, como la función cognitiva, los niveles hormonales, la función coronaria y la eficiencia metabólica, así como información respecto a cómo la toma de un fármaco, durante períodos cortos y largos, incide en las tasas de mortalidad. A veces se realizan estudios con animales y voluntarios para investigar algunos efectos concretos inducidos por los fármacos, generalmente a corto plazo. Sin embargo una vez más tenemos que confiar en los efectos de los que informan las personas diagnosticadas de problemas de salud mental que toman medicación, para poder evaluar el impacto de los medicamentos en todos los sistemas físicos cuando son consumidos a largo plazo.

¿Qué ocurre cuando se interrumpe la toma del medicamento?

Hay que saber qué ocurre cuando alguien deja de tomar un medicamento que ha consumido durante un tiempo. ¿Qué tipo de efectos mentales y físicos surgen tras la retirada? ¿Cuánto duran los efectos y cómo dependen de factores como la cantidad de tiempo que se ha tomado y la dosis del fármaco utilizada? ¿Que intensidad llegan a tener y durante cuánto tiempo se pueden prolongar? ¿Cómo se pueden minimizar los efectos de la retirada?

¿Cómo afecta la toma del medicamento a mis problemas de salud mental?

Necesitamos tener información acerca de cómo todos estos efectos – los efectos físicos, mentales y sobre el comportamiento de los diferentes fármacos a corto y largo plazo –interactúan con el tipo de problemas por los que las personas buscan ayuda cuando acuden al profesional de salud mental. ¿Tomar el fármaco disminuye la intensidad de los sentimientos angustiosos, por ejemplo? ¿Reduce las conductas no deseadas, como la agresividad verbal y física? Este es el aspecto sobre el que el ensayo controlado y aleatorizado convencional (ECA) puede resultar útil. Los ECAs pueden ayudar a determinar si un fármaco determinado es superior a una intervención similar mediante un placebo ante problemas o síntomas concretos. Por supuesto, para enunciar la naturaleza de los problemas de salud mental hay muchas dificultades, y los “diagnósticos” usados en la actualidad pueden que no sean útiles para revelar los efectos de los fármacos que se prescriben. Sin embargo, ante problemas simples como el insomnio, por ejemplo, un ensayo puede ofrecer datos útiles sobre si un fármaco es superior al placebo, teniendo en cuenta también otras influencias como el efecto del “placebo activo”. Por desgracia, la mayoría de los ECAs duran sólo unas pocas semanas y ninguno ofrece datos sobre si los efectos de un fármaco se mantienen durante meses y años o sobre cómo varían a lo largo del tiempo con el consumo continuado del fármaco.

¿Cómo afecta el fármaco a los demás aspectos de la vida?

Si pensamos que es posible acabar tomando un fármaco durante semanas, meses o años, resulta esencial saber cómo el fármaco puede afectar a todos los aspectos de nuestra vida, desde nuestra capacidad para trabajar o simplemente leer un libro, y en las relaciones afectivas y sexuales. Un fármaco puede eliminar eficazmente los síntomas haciendo que uno esté dormido la mayor parte del tiempo, por ejemplo, pero evidentemente esto se convierte en un obstáculo para poder ir a trabajar o hacer la compra. Algunos ECA ofrecen algo de información sobre el bienestar o el funcionamiento global, pero de nuevo hay que escuchar las experiencias de las personas que toman estos medicamentos de manera prescrita para entender el nivel de efectos que pueden tener en la vida diaria de la persona.

¿Hay formas alternativas para conseguir los mismos efectos?

En algunas situaciones, otras medidas, como hacer más ejercicio o practicar técnicas de relajación, podrían llegar a producir el mismo efecto que tomar un medicamento pero con menos complicaciones. Cuando, y si, pudiéramos determinar los beneficios reales y concretos que un fármaco puede proveernos, entonces podríamos comparar el uso del fármaco con otros métodos que consiguen el mismo resultado.

De estas consideraciones se deduce de forma clara que la actual base de investigación es totalmente inadecuada. Por lo tanto, es muy poco probable que su médico de familia o psiquiatra tenga en sus manos esta información, porque gran parte de la misma no existe. Una de las implicaciones más importantes del modelo centrado en el fármaco de los tratamientos psiquiátricos es la necesidad de contar con muchos más datos científicos que aporten información sobre los fármacos que se usan para tratar los problemas de salud mental. Deberíamos contar con estos datos antes de comenzar el tipo de prescripción masiva que actualmente está instaurada, pero no es demasiado tarde para ofrecer una buena base de evidencias para que las generaciones futuras tomen decisiones adecuadamente informadas. Si empezamos a hacer las preguntas correctas, quizás podamos persuadir a los científicos y financiadores para que se hagan investigaciones que ofrezcan más información y se recopile la riqueza de la información ya existente en las experiencias de las personas que toman estos fármacos.

Fuente: madinamerica-hispanohablante.org

Beneficios del yoga en la salud

Beneficios del yoga en la salud

Actualmente, vivimos en una sociedad apresurada, en la que predomina un estado de tensión continuo, al que podemos añadir una sensación de estrés y rapidez. Por eso es interesante conocer los beneficios del yoga, una disciplina física, mental y también espiritual.

Necesitamos relajarnos, desprendernos de este tiempo de hiperactividad y escucharnos a nosotros mismos, a nuestro yo, y saber qué es lo que realmente necesitamos, qué nos pide nuestro cuerpo y qué nuestra alma.

De lo contrario, esta forma de vida nos conducirá al sufrimiento, la ignorancia, y a padecer cualquiera de los trastornos psicológicos y físicos existentes. Ya lo decía un proverbio chino : La tensión es quien crees que debes ser. La relajación es quien eres.

¿Qué es la salud?

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Primeramente, para conocer la relación existente entre la disciplina del yoga y la salud, conviene saber cómo se define la salud a nivel mundial, así recurriremos a la definición que nos aporta la OMS:

“La salud es un estado de bienestar físico, mental y social, con capacidad de funcionamiento, y no solo la ausencia de afecciones o enfermedades.”

Como podemos comprobar, la salud es algo más que la ausencia de enfermedad, requiere un bienestar a diferentes niveles, ya que somos seres biopsicosociales.

¿Y qué es el yoga?

La palabra yoga proviene del sánscrito y significa «atar juntos”, interpretándose como el acto de unir, juntar. Esta disciplina lleva practicándose desde tiempos remotos, evolucionando hasta la actualidad.

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Su origen podemos ubicarlo en la India, aunque actualmente la cultura occidental ha comenzado a mostrar cierto interés en esta disciplina. El yoga proporciona claves, prescripciones, métodos y técnicas para el bienestar integral y la evolución de la conciencia.

Así, podemos decir que a través de ejercicios tanto físicos como mentales, el yoga es una práctica que nos ayuda a cambiar la forma de percibir el mundo que nos rodea y nuestro estilo de vida, abriéndonos un abanico de extraordinarias posibilidades, abarcando tanto aspectos físicos como mentales y espirituales, permitiéndonos desarrollar el conocimiento sobre nosotros mismos.

En realidad el yoga presenta diferentes clases o categorías, teniendo todas ella entre sus finalidades, proporcionar buena salud, permitiéndonos desarrollarnos espiritualmente, conociendo de esta manera nuestro potencial interno. Es decir, a través de su práctica y compromiso podemos llegar a conseguir un equilibrio mente-cuerpo en nuestro organismo. Además, el yoga puede ser practicado por cualquier persona.

Beneficios del yoga

El yoga nos enseñará a recuperar lo más real de nosotros mismos y a conectar con nuestros ángulos de quietud, aun en la inquietud general o desorden social en el que somos partícipes, alcanzando así la paz interior.

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Una práctica regular de esta disciplina nos fortalecerá, tonificando cada parte de nuestro cuerpo, y nos ayudará a desarrollar nuestra capacidad de resistencia y flexibilidad, permitiéndonos una conducción adecuada de nuestra energía, multiplicando nuestro poder de concentración y relajación.

Las técnicas que se llevan a cabo en la práctica del yoga, sirven para calmar nuestro sistema nervioso, ayudándonos a mantenernos alertados, receptivos y saludables. Nos permiten librarnos de nuestros pensamientos negativos, centrándonos en la vivencia de nuestro presente.

Estos son otros beneficios del yoga para nuestra salud:

  • Fortalecer nuestros huesos gracias a las distintas posiciones y movimientos y conseguir más flexibilidad y movilidad articular
  • Conciliar mejor el sueño, llegando a dormir más profundamente cada noche.
  • Agilizar nuestra mente y combatir el estrés, gracias al estado de relajación y tranquilidad que desarrollaremos.
  • Proteger a nuestro corazón gracias a la reducción de la presión arterial y ralentización de la frecuencia cardíaca a través de la práctica de sus ejercicios.
  • Cuidar nuestra silueta y mejorar la calidad de nuestras relaciones sexuales y experimentar una sensación de bienestar y placer, debido a la liberación de endorfinas.
  • Mejorar nuestra capacidad pulmonar con los ejercicios de respiración profunda.

Beneficios a todos los niveles

El yoga juega un papel muy importante en el campo de la salud corporal como en el de la salud mental. Muchas de sus técnicas resultan de gran eficacia para prevenir artritis, artrosis, miocardio, lumbago, asma, bronquitis, estreñimiento, ansiedad y diversos desórdenes psíquicos.

Pero interviene también a nivel emocional, favoreciendo la armonía psíquica, y permitiéndonos resolver nuestros conflictos internos. Quizás la única manera de saber a ciencia cierta cuales son los beneficios del yoga, es que lo intentemos por nosotros mismos y lo comprobemos…

Fuente: lamenteesmaravillosa.com

Terapia Floral para bebés y niños

Terapia Floral para bebés y niños

Cada día más familias recurren a los terapeutas florales como terapia alternativa o bien complementaria para sus hijos. Este tipo de medicina alternativa se puede utilizar en niños de todas las edades, incluso antes del nacimiento, porque según esta corriente la mamá traspasa por vibraciones la energía de las flores al bebé por el torrente sanguíneo.

Una de las razones por lo que los padres optan por esta alternativa es porque es natural, no posee efectos secundarios y puede ser tratado en conjunto con otros medicamentos “tradicionales”, lo que puede ser muy beneficioso para reforzar los efectos que estos tienen.

Según Pamela Labatut, psicóloga clínica y terapeuta floral acreditada, “las esencias florales trabajan a nivel emocional, mental y físico, no solo equilibrando nuestro mundo emocional, si no que también sanando dolencias físicas y trabajando en el complejo mundo mental”.

En general, las mamás buscan apoyo en esta terapia para ayudar a sus hijos a armonizar las energías en procesos de cambio o de adaptación, como la entrada de la madre al trabajo, la erupción dentaria, el destete, la llegada de un nuevo hermano o incluso los problemas de sueño.

Según Pamela “es muy importante tener el acompañamiento terapéutico con la madre, quien transmite sus energías al bebé, por lo tanto ella al ser sostenida en terapia brinda una mejor contención al pequeño y el apego se torna más seguro y fuerte”.

Cuando los niños están más grandes, se puede usar para tratar algunos problemas de comportamiento, dificultades de aprendizaje o déficit atencional. La Terapia Floral está reconocida desde 1975 por la Organización Mundial de la Salud. No obstante, dentro de la comunidad científica existe un constante debate sobre su valor terapéutico, afirmando que en los estudios disponibles que tratan este tema no tienen resultados concluyentes y que no han podido demostrar que no sea más que una respuesta placebo.

Según la psicóloga clínica y terapeuta floral “los bebés y niños no tienen la capacidad cognitiva de discernir si lo que están tomando es o no placebo, y con las flores se obtienen resultados en los tratamientos, por lo que se puede afirmar que es una terapia que si es efectiva”

Pamela Labatut, psicóloga clínica y terapeuta floral acreditada, aportó información valiosa para desarrollar este artículo.

Fuente: babytuto.com

“El pecho no es lo mejor”: LACTIVISTA de Ibone Olza

“El pecho no es lo mejor”: LACTIVISTA de Ibone Olza

Tras décadas en las que la lactancia materna casi se extinguió en Occidente, los últimos años están siendo testigos de la vuelta de la cultura del amamantamiento, pero también de debates y malestares entre las madres y en la sociedad.

“LACTIVISTA” es un libro pequeño pero intenso que, desde un gran conocimiento científico y también con cariño y respeto, analiza el amplio mundo de la lactancia en el siglo XXI. La autora es la psiquiatra Ibone Olza*, gran defensora de los derechos de los bebés y las madres, quien con este trabajo hace una gran contribución para que comprendamos más y avancemos más lejos…

“El pecho no es lo mejor” es el primer capítulo** del libro:

Hay madres que han intentado amamantar y lo han dejado a la semana del parto, con grietas en los pezones y dolor en el alma. Madres seropositivas que han optado por la lactancia artificial para excluir por completo la posibilidad de transmitir el VIH a sus bebés por la leche. Madres que sufrieron abusos sexuales en a las que la sola idea de que el bebé succione su pecho les produce un profundo malestar. Madres anoréxicas o bulímicas a las que alimentar a sus bebés les supondrá un esfuerzo gigantesco y tal vez una recaída. Madres que son maltratadas en sus partos y que salen del paritorio anuladas y sin ninguna energía para poder sostener a sus bebés. Madres que adoptan y madres consiguen serlo tras haber superado un cáncer.

Son infinitas las razones por las que una madre puede decidir no amamantar, y cada una de ellas merece el máximo respeto. Lo que verdaderamente necesitan todos los recién nacidos sin excepción es sentirse queridos, no solo por sus madres sino por toda una familia o comunidad. Las madres siempre necesitan respeto, apoyo y reconocimiento.

Si amamantar se convierte en una obligación o en un mandato, apaga y vámonos. Si hay madres que se sienten criticadas, juzgadas o rechazadas por decidir no amamantar, lo estamos haciendo mal las y los que defendemos las bondades de la lactancia materna. Cada madre sabe qué es lo mejor para ella y para su bebé. Las circunstancias pueden ser tremendamente complejas. Ha llegado el momento de que hagamos una reflexión profunda. El mensaje que estamos dando los que promovemos la lactancia debe ser cambiado, o al menos matizado.

Como lactivista me preocupa mucho que la defensa de la lactancia materna pueda hacer que las madres que no han dado el pecho se sientan mal, culpabilizadas o angustiadas por la salud de sus hijos e hijas. Decir que el pecho es lo mejor es señalar o culpabilizar de alguna forma a las madres que no optan por el amamantamiento. Cuando ponemos el superlativo «lo mejor», damos en cierto modo a entender por la disyuntiva que no darlo es lo peor. ¿Qué madre no quiere lo mejor para su bebé? En ocasiones, lo mejor es enemigo de lo bueno.

Entre los años 2004 y 2006, la Agencia Pública de Salud de la Mujer del Departamento de Salud estadounidense lanzó una agresiva campaña para promover la lactancia materna. Se centraba en alertar de los riesgos de la lactancia artificial. La campaña se difundió en todos los medios y llegó a incluir imágenes de mujeres embarazadas subidas a un toro mecánico con el titular «Nunca correrías esos riesgos embarazada, ¿por qué hacerlo una vez que el bebé ha nacido?». Joan B. Wolf, profesora de estudios de género en la Universidad de Texas, realizó un análisis muy crítico de la campaña. Para ella, esta se incluía en algo más amplio: la presión para la «maternidad total». Una especie de código moral que presiona a las madres para que sean expertas en todo, en cada una de las dimensiones de la vida de sus bebés, comenzando desde el útero, renunciando a su individualidad o quedando reducidas a meras sirvientas cuya tarea principal consiste en proteger a sus criaturas de todos los riesgos. Wolf se preguntaba, además, si era ético provocar miedo y ansiedad a las madres para intentar que amamanten y cuestionaba las, según ella, presuntas ventajas de la lactancia materna, criticando la metodología de los estudios que le parecían poco rigurosos (Wolf, 2007).

Desde luego que angustiar o amenazar a las madres que optan por no dar el pecho no es la manera de promover la lactancia materna, sino más bien de enfrentar y dividir una vez más al colectivo de mujeres madres y probablemente a la sociedad. Dar el pecho no es lo mejor, pero sí lo normal (como bien dice en su blog la lactivista Patricia López Izquierdo). La leche materna es el mejor alimento para los más pequeños, pero dar el pecho no es siempre lo mejor: a veces, por desgracia, es lo más difícil.

Hay un grupo de apoyo en internet para las madres que optan por la lactancia artificial: Fearless Formula Feeder es un grupo de apoyo en la alimentación del lactante fundado por Suzanne Barston. Merece la pena escuchar a las madres que dan el biberón contar cómo se han sentido juzgadas por algunos profesionales sanitarios o avergonzadas al dar el biberón en según qué lugares.

El problema es que hay muchos intereses ocultos que pueden condicionar la libre elección de las madres. El negocio que supone para la industria farmacéutica y alimentaria el mercado de la lactancia artificial es incalculable. Y esa industria tiene unos tentáculos alargados que llegan mucho más lejos de lo que se podría imaginar, de maneras invisibles o sutiles.

Para empezar, el negocio de la leche de fórmula campó a sus anchas durante la segunda mitad del siglo pasado erradicando casi por completó la cultura tradicional del amamantamiento.

«Formula feeding is the longest lasting uncontrolled experiment lacking informed consent in the history of medicine» [«La lactancia artificial es el experimento más duradero sin grupo control ni consentimiento informado en la historia de la medicina»]. La frase es de Frank Oski (1932-1996), que fue catedrático de pediatría de la John Hospkins y editor de la prestigiosa revista Pediatrics. Todavía a día de hoy es difícil conocer las consecuencias a largo plazo de la introducción masiva de la lactancia artificial como manera de alimentar a los bebés a partir de los años cincuenta y sesenta en el mundo occidental.

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Eso generó que actualmente sean una minoría las mujeres adultas que han sido amamantadas en su infancia o que han visto lactancias gozosas en su entorno. Amamantar es mucho más fácil si has crecido viendo a muchos bebés y niños o niñas tomando el pecho en cualquier lugar, a todas horas y de cualquier manera. Intentarlo sin haber conocido de cerca otras lactancias puede ser muy difícil.

Por otra parte, aunque a menudo se ha mencionado la introducción de la lactancia artificial como uno de los avances que permitió a muchas mujeres la incorporación al mercado laboral, en realidad este supuesto avance tiene poco de liberación, y mucho de sumisión a una lógica capitalista que actúa en contra de los deseos de madres y criaturas.

Paradójicamente, conforme avanzó la liberación de la mujer se incrementó la presión sobre el cuerpo de las mujeres. Lo que seguramente no tenga tanto de paradoja y sí mucho de lógica. Se trata más bien de un desplazamiento de la presión que la hace más sutil e invisible: ahora somos nosotras mismas las que interiorizamos y ejercemos la presión dañando «libremente» nuestros cuerpos. Como dice la feminista Naomi Wolf: «la dieta es el sedante más potente de la historia de las mujeres». Y así en este mundo prácticamente todas las mujeres estamos expuestas diariamente a imágenes y mensajes que nos recuerdan que más delgadas, más altas, más rubias, más blancas, con menos pelos y menos arrugas estaríamos mejor… ¿Quién puede pensar que en semejante contexto una elección como no dar el pecho sea siempre un acto de libertad? ¿Es realmente libre la mujer que elige ponerse implantes de silicona en el pecho para sentirse mejor, más aceptada o más deseada? ¿O está por el contrario totalmente sometida a una cultura alienante que la anula diariamente de diversas formas sutiles y perversas? Hablando de perversión, merecería la pena mencionar a los médicos que en vez de respetar el principio de la medicina de no hacer daño —Primum non noccere— operan a mujeres totalmente sanas recortando, amputando, mutilando o plastificando las carnes de sus órganos sexuales, ya sean los pechos o incluso los genitales externos.

Sueño con un mundo en el que ninguna mujer odie su cuerpo. La presión actual sobre los cuerpos de las mujeres se ensaña especialmente con las madres: debemos borrar las huellas del embarazo cuanto antes de nuestros cuerpos.

Ser madre hoy en día, en esta sociedad patriarcal y capitalista, no es nada fácil. La presión, como decía, es brutal, y al mismo tiempo invisible. Las portadas habituales de las revistas del corazón nos recuerdan los estereotipos más actuales: «Fulanita recupera el tipazo a las cuatro semanas de dar a luz». Borrar las huellas del embarazo en el cuerpo, junto con una idealización ñoña de la maternidad, que infantiliza y simplifica al máximo la complejidad de un momento vital de intensidad absoluta. «Tengo un bebé muy bueno que duerme toda la noche». «La experiencia más maravillosa de mi vida». No caben las ambivalencias, ninguna mujer reconocerá públicamente las dificultades, las soledades, los miedos o los agobios normales en el puerperio.

Escuchando cotidianamente a las madres, compruebo lo difícil que puede ser la lactancia. Entiendo que muchas no quieran dar el pecho más allá de las primeras semanas o primeros meses. Me desespero al comprobar el escaso apoyo que encuentran las madres cuando tienen dificultades severas con el amamantamiento: las grietas, el dolor o la depresión raramente son tratadas eficazmente. Sí, te dicen que des el pecho, pero casi nadie sabe cómo ayudarte con los problemas que con frecuencia surgen al inicio. Dar el pecho con dolor es terrible y síntoma de que hay un problema que diagnosticar y tratar.

Igual que conozco de primera mano lo incompatible que resulta mantener la lactancia en la mayoría de los trabajos, lo ridícula que puede resultar incluso la hora de permiso por lactancia cuando no se pueden flexibilizar horarios o trabajar desde casa. Al capitalismo sin duda le beneficia que haya tantas lactancias que terminen abruptamente por un mal asesoramiento: más negocio de leche artificial, más demanda de antibióticos, más mercado de medicamentos para muchas enfermedades cuyo riesgo aumenta con la lactancia artificial.

Soy feminista y para mí eso significa, entre otras muchas cosas, defender y apoyar la lactancia materna: ser lactivista. Pero no como sacrificio ni como martirio, sino como fuente de placer y bienestar… Por gusto, por salud, por disfrute.

La leche materna es el mejor alimento para los bebés, pero dar el pecho no es siempre lo mejor.

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IBONE OLZA

*IBONE OLZA es médica, especialista en psiquiatría infanto-juvenil y perinatal, profesora en la Universidad Autónoma de Madrid, invetsigadora y escritora. Ha sido cofundadora del foro Apoyocesáreas y de la Asociación El Parto es Nuestro. Es co-autora del libro “¿Nacer por cesárea? Evitar cesáreas innecesarias. Vivir cesáreas respetuosas” (ENTREVISTA) y autora del cuento “Hermanos de leche”. Su blog

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Fuente: elblogalternativo.com

Enseña a tu hijo a no discriminar y a respetar las diferencias

Enseña a tu hijo a no discriminar y a respetar las diferencias

Cómo educar a los hijos para que sean tolerantes y respetuosos con las diferencias

Piel blanca o negra, pelo lacio o rizado, feo o guapo… ¿qué más dá cómo sea nuestra apariencia? Tengamos por hecho de que todos somos diferentes en muchos aspectos e iguales en otros. Y que todos somos importantes, ni mejor ni peor, ni más ni menos. Ese es el mensaje que siempre he buscado pasar a mi hija desde que era muy pequeña. Que no importa el color o la nacionalidad que tenga una persona, y sí sus buenas virtudes y actitudes, porque creo que los niños no nacen racistas, quién los hace así son las personas que conviven con ellos.

No discriminar y respetar las diferencias. Enseñanza para los niños
En mi casa todos somos diferentes. Mi marido tiene la piel clara y el pelo castaño, yo tengo la piel morena y el pelo negro y lacio, y nuestra hija es morena con pelo rizado. ¡Parecemos la ‘familia Benetton’! pero somos muy parecidos, en algunas cosas casi iguales, en nuestra forma de ser, de pensar, sentir y actuar. Aparte de eso, aunque tengamos doble nacionalidad, vivimos en un país que no es el que hemos nacido, donde se habla otro idioma y tiene otras costumbres muy distintas a las de nuestro país de origen. El ser distinto en nuestra apariencia y en nuestro idioma nunca nos supuso un problema, es más, lo vemos como una riqueza, porque así nos hemos educado.

Sin embargo, eso no siempre ocurre. Hay gente que no tolera ni acepta lo diferente. Los niños, cuando son muy pequeños, solo se identifican como varones o hembras, no son capaces de categorizar a alguien por su raza, pero a medida que van creciendo y observando las reacciones de sus padres, maestros, amigos…, pueden o no mirar con ojos de discriminación a los que son diferentes. Por ello, me parece importantísimo que hablemos de las razas con nuestros hijos, con naturalidad, para evitar la discriminación racial.

No soy una experta en prevención de discriminación racial, pero desde mi experiencia, te dejo algunas respuestas que puedes dar a tu hijo según lo que él te pregunte:

¿Por qué esta niña tiene otro color de piel?
‘Todos tenemos un color de piel diferente. Unas más claras, otras más oscuras.’ Puedes dar ejemplos como: ‘nuestra piel es como las plumas de los pájaros o las alas de las mariposas. Aunque sean el mismo animal o insecto, no existe una mariposa que tenga el mismo diseño y color de alas que la otra. Y las nubes, lo bonito es que sean diferentes. ¿verdad?’.

¿Por qué mi pelo es lacio y el tuyo es rizado?
Dile a tu hijo que no todos somos iguales físicamente aunque seamos mamás e hijos. Señala que en las familias, no tiene porque una hija parecerse a su padre o a su madre. No siempre es así.

Y si tu hijo, alguna vez, llegue a casa haciendo algún comentario racista, o llegue a etiquetar al otro como ‘la niña negra’’, ’el niño chino’ o ‘el niño rubio’, corrígele diciendo que hay que llamar a las personas por su nombre, no por su color de piel o por la apariencia que tengan. Y un consejo: procura que tu hijo juegue con niños de diferentes razas, de distinto idioma o condición social. No hay nada como la práctica para derribar tabúes y prejuicios.

Vídeo: Cómo contesta una niña cuando le llaman de fea

Estos días encontré un vídeo en internet de una niña de 4 años, a la que su colega la llamó de fea. Mira la respuesta que le dio la niña. Me pareció inteligente y muy acertada. Mira el vídeo:

Fuente: guiainfantil.com

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