por Carolina Herrera | May 9, 2018 | Uncategorized
Hemos hablado ampliamente en muchas ocasiones de lo beneficiosas que son las técnicas de relajación para nuestra vida diaria. Son cada vez más las personas que practican alguna técnica de relajación para calmar su ansiedad o mejorar la forma en la que se enfrentan a la vida.
Pero no solo los adultos podemos disfrutar de las ventajas que nos ofrecen las técnicas de relajación. Los niños y los adolescentes también pueden sacarle un gran partido si sabemos guiarlos y trabajar con ellos.
Las técnicas de relajación en los niños se pueden trabajar de forma individual, estando los niños por ejemplo en casa con sus padres, o bien de forma grupal, trabajando en la escuela con sus profesores.
Técnicas de relajación con bebés (0-3 años)
Durante esta etapa los niños aún no han desarrollado su independencia, prácticamente, por lo que, por supuesto, no vamos a poder darles instrucciones de relajación para que las sigan, pero será importante empezar a trabajar con ellos de forma consistente para que vayan integrando los momentos de relajación en su vida diaria.
¿Cuándo aplicarlas?
Escoge un momento del día en el que tengas un rato para estar a solas con tu bebé. Puede ser justo antes de la siesta, o antes de ir a dormir. Puedes utilizar estas técnicas de relajación para que al niño le sea más fácil conciliar el sueño y aprenda a dormir solo y relajado.
¿Cómo aplicarlas?
Con el bebé estirado en una superficie cómoda, encárgate de que la luz sea tenue y de que no haya elementos distractores al alcance de su vista, la temperatura debe ser agradable para que el niño pueda estar cómodo sin tener que estar bajo las mantas.
Es recomendable hacerlo en su habitación, a ser posible, ya que de esta manera aprenderá que ese espacio es un espacio tranquilo y de paz donde puede descansar. Si te apetece, pon un poco de música suave ambiental, mejor si solo es instrumental.
Cuando tengas el ambiente preparado háblale dulce y pausadamente. Esto es importante, para que los niños se consigan relajar, nosotros debemos estar relajados también y hacérselo notar con nuestras palabras y nuestros gestos.
Puedes hablarle de lo que quieras, que sienta tu voz y que la identifique como un elemento calmante y relajante. A medida que vas explicándole un cuento, por ejemplo, o que le dices cuánto le quieres, puedes aprovechar para darle un masaje en sus manitas, sus piernas o la espalda. Es importante en esta etapa que sienta el contacto físico con tu piel, pero sin tenerlo encima.
¿Qué se consigue?
Además de calmarlo, si tenemos un contacto físico con él pero no lo tenemos encima nuestro, sino en su cuna o cama, estamos potenciando su independencia ya que le enviamos el mensaje de “estoy aquí para calmarte y quererte, pero no eres parte de mi, eres una persona con brazos, piernas, espalda, cabeza…”.
Si lo hacemos justo antes de ir a dormir, el niño aprenderá que dormir es una experiencia plácida y relajante, por lo que estaremos trabajando para una higiene del sueño correcta.
Técnicas de relajación para niños de 3 a 7 años
En este momento los niños ya no son bebés y se encargarán de hacérnoslo saber demostrando y exigiendo su independencia continuamente “yo solito” o “ya soy mayor” son frases que suelen repetir en esta época y que nos hacen mucha gracia a los padres y madres, pero que demuestran que el niño ya no es ciertamente un bebé.
Es un momento fantástico para empezar a trabajar la relajación guiada por parte de padres o profesores. En este momento ya se puede empezar a trabajar con los niños en grupo si están en clase.
¿Cuándo aplicarlas?
Se pueden aplicar a cualquier hora del día, pero quizá lo más sencillo si estás en casa, es hacerlo justo antes de dormir, cuando el niño ya se ha lavado los dientes y ya se ha puesto el pijama.
Podemos, incluso, aprovechar el cuento de buenas noches para introducir instrucciones de relajación e imaginación guiada, de esta manera el niño dormirá más relajado y caerá antes en el sueño.
¿Cómo aplicarlas?
El ambiente debe ser como en el caso anterior, relajante, tranquilo, con una temperatura adecuada y una luz tenue. Si quieres y te apetece puedes poner algo de música de relajación, para ayudar a calmar al niño y a ti mismo.
Se trata en esta etapa de jugar con su imaginación a la vez que trabaja su cuerpo. La cuestión es incluir elementos imaginativos y sencillos que el niño tenga muy identificados y que pueda imitar con movimientos con su propio cuerpo. Los movimientos deben ser lentos y calmados, de lo contrario estaríamos activando al niño. Aquí tienes algunos ejemplos:
- Tortuga: nos permite trabajar con movimientos lentos de brazos y manos. Le podemos explicar un cuento cuyo protagonista sea una tortuga que pasea por un bosque y cuando se encuentra con una amenaza tiene que meter la cabeza en el caparazón. De esta manera estaremos enseñándole a ejercitar la tensión muscular en cuello y hombros para, después, relajarlos y volver a caminar tranquilamente.
- Globo: podemos explicarle que es un pequeño globo que alguien empieza a inflar poco a poco. A medida que se va inflando sus brazos y sus piernas tienen que hacerse grandes, grandes mientras respira lentamente. Y cuando esté inflado del todo se va desinflando poco a poco.
- Hormiga: tiene que hacerse pequeño, muy pequeño, y mover brazos y piernas como si fuera una pequeña hormiga. En este movimiento estaremos provocando una tensión muscular que deberemos relajar pidiéndole que, poco a poco, se vaya convirtiendo en otro animal o dejando de ser una hormiga, para notar la relajación en los músculos.
- También podemos utilizar un peluche para ayudarnos: podemos explicarle que es el papá o la mamá del peluche y que lo quiere mucho, mucho, que tiene que abrazarlo muy muy fuerte. De esta manera creamos una tensión muscular que tendremos que relajar poco a poco pidiéndole que lo vaya soltando. Además, estaremos creando una asociación interesante entre el niño y el peluche, que pasará a ser un elemento relajante más.
¿Qué se consigue?
Las posibilidades son infinitas, y todo dependerá de tu imaginación y creatividad, así como la del niño. Llevando a cabo estas técnicas de relajación conseguiremos que el niño conozca las sensaciones de tensión y relajación de su cuerpo, así como ayudarlo a poderse relajar en momentos de tensión y antes de ir a dormir.
Con el ejercicio del globo, y algún otro que puedas imaginar, se puede empezar a trabajar con el control de la respiración, si conseguimos que el niño lo integre estaremos sentando las bases para que, más adelante, pueda utilizar los ejercicios de respiración en su día a día.
Técnicas de relajación para niños mayores (7 a 12 años)
En esta etapa del desarrollo infantil el niño definitivamente ya no quiere ser un niño, por lo que lo interesante es empezar a trabajar en las técnicas de relajación que pueda ir practicando de forma autónoma.
Será importante aquí que empiece a distinguir su estado de relajación del estado de excitación, para posteriormente, poderse autoaplicar estas técnicas cuando note que está tenso o estresado.
En esta etapa ya debemos llamar a la técnica de relajación por su nombre, el niño debe aprender que eso que está haciendo le sirve para relajarse y puede usarlo no sólo en el momento en el que se le dirige, sino en cualquier momento por su cuenta. Este es el momento también para empezar a introducir elementos imaginativos abstractos del tipo pensar en un color o en un paisaje que le ayude a estar bien y tranquilo.
¿Cuándo aplicarlas?
Si se han llevado a cabo las técnicas en las etapas anteriores la recomendación es seguir aplicándolas de forma constante en el mismo momento más o menos en el que se aplicaban antes. Es decir, si se hacía antes de dormir, seguir haciéndolo en el mismo momento.
La intención es que el niño aprenda que esas sensaciones las puede aplicar en cualquier momento del día, aprendiendo a identificar en su cuerpo las señales de tensión y las de relajación.
¿Cómo aplicarlas?
Como en las etapas anteriores, es importante que el niño esté en un entorno tranquilo, un entorno sin ruidos ni distracciones y con una temperatura agradable.
Se puede hacer en cualquier momento en el que el niño esté más o menos tranquilo, si intentamos hacerlo cuando está muy nervioso no dará resultados y tanto tu como el niño os sentiréis frustrados. No hace falta que sea justo antes de ir a dormir, puede ser antes de cenar, cuando el niño ya esté duchado y limpio, por ejemplo.
En este caso iremos trabajando en la diferenciación entre la tensión y la relajación de las distintas partes del cuerpo, así como en el control de la respiración.
Pídele que cierre los ojos y que se imagine en un lugar agradable. Déjale unos segundos para que lo imagine. Si le apetece, le puedes pedir que te lo describa para que la imagen se más real en su cerebro.
Ahora es el momento de empezar a ayudarle a focalizarse en sus sensaciones con frases como:
- “Fíjate en tu brazo derecho y nota como sientes un calor agradable”. “¿Lo notas un poco más caliente que el resto del cuerpo?”
- “Siente como tu brazo pesa mucho, como si fuera de hierro”.
- “Estás relajado y tranquilo”.
Si vemos que el niño está receptivo podemos utilizar la metáfora del globo de nuevo, indicándole que a medida que se infla el aire va entrando en su cuerpo y lo va inflando hasta estar completamente lleno. Y luego, poco a poco, se va desinflando. Podemos decirle también que el aire tiene su color preferido y que éste va inundando su cuerpo y relajándolo poco a poco, para luego ir saliendo de nuevo.
Podemos también hacer ejercicios de tensión-distensión:
- “Siente cómo te estiran de las extramidades, como si una persona estuviera en cada una de ellas estirando fuerte, tranquilo, no hay peligro de que te rompas, simplemente quieren ver hasta dónde puedes estirarlos”. Cuando esté en el punto máximo se le da indicación de que relaje de golpe “ahora te sueltan de golpe. Sientes la sensación agradable que recorre tus músculos”.
- “Imagina que tienes una naranja en la mano y quieres hacer un buen zumo, pero no tienes exprimidor. Trata de exprimirla con la mano, apretándola con todas tus fuerzas”. “Bien. El zumo está hecho, ahora relaja la mano y vamos a probar con la otra”.
- “Ahora tienes la boca llena de tu comida preferida. Mastícala lentamente saboreándola”. “Traga lentamente”.
¿Qué se consigue?
Con estos ejercicios conseguirás que el niño reconozca las sensaciones de tensión y distensión de su cuerpo. Cuando acabes cada uno de los ejercicios recuérdale que puede hacerlos en cualquier momento del día que lo necesite. Invítale a que se observe y reconozca cuándo tiene los músculos en tensión y si puede hacer algo para relajarlos con la ayuda de alguno de estos ejercicios.
Últimas indicaciones
Si quieres realizar estos ejercicios pero el niño está muy nervioso, no empieces directamente con ellos. Haz un paso intermedio que puede ser, por ejemplo, darle un masaje con un rodillo de masajes, o sacudirle las piernas y los brazos para inducir una relajación muscular que le llevará a tranquilizarse.
Recuerda que es importante que tu tono de voz, tus movimientos y tu comunicación no verbal sean también relajadas, háblale con suavidad, y cuando entres en contacto con él procura hacerlo calmadamente, sin provocarle sobresaltos.
Las sesiones de relajación con los niños a cualquier edad deben ser cortas ya que suelen dispersarse con facilidad. Si ves que en medio de un ejercicio el niño se desconcentra, intenta cambiar el ejercicio. Si no se soluciona es que no es el momento adecuado. Ya lo volveréis a intentar más tarde.
La relajación con niños, igual que con adultos, no se aprende de un día para el otro, debes tener paciencia y empezar cuanto antes para que el niño se vaya habituando.
Fuente: siquia.com
por Carolina Herrera | May 2, 2018 | Uncategorized
El diálogo interno negativo distorsiona la interpretación de la realidad, y genera emociones y conductas inadecuadas. Aprende cómo sustituir estos pensamientos erróneos por una charla interior positiva y constructiva.
Dice un proverbio “Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras. Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos. Cuida tus actos, porque se convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino”. La autocharla o autodiálogo interno negativo hace que nos ahoguemos en nuestros problemas, haciéndolos más grandes de lo que son. Es por ello que debemos aprender a gestionar esta conversación interior, dirigiendo de manera constructiva nuestras emociones y acciones hacia la consecución de nuestras metas.
Te voy a pedir que reflexiones, ¿cuántas veces has actuado de acuerdo a lo que temías que ocurriese? ¿Serías capaz de traer a tu mente algunas de esas situaciones donde ya estabas triste antes de haber perdido algo que esperabas perder? Y más común aún… ¿Cuántas veces te has enfadado tú solo atribuyendo el comportamiento del otro a sus malas intenciones? Seguro que a tu mente no viene solo una, sino varias respuestas a cada una de estas preguntas. Esto es debido a que nuestra mente posee un elevado poder sobre nuestro comportamiento y emociones.
Con el término ‘contenido cognitivo’ hacemos referencia a nuestros pensamientos, interpretaciones, expectativas y autodiálogo interno. Todo ello puede aparecer en formato de verbalizaciones o frases, así como en imágenes. Cuando estos pensamientos o diálogo interno son negativos, dramáticos e irrefutables (no se pueden contrastar), la interpretación que hacemos de la realidad puede encontrarse distorsionada, dando lugar a emociones y modos de afrontamiento desajustados a la situación real que los desencadena.
Consecuencias del diálogo interno negativo
Tener un autodiálogo interno negativo sería solo cuestión de opinión, si no fuera porque este puede tener un importante impacto negativo en nuestra vida, especialmente en las emociones experimentadas y los comportamientos que ponemos en marcha. Esto es debido a que existe una alta relación entre cómo pensamos (o nos hablamos), cómo nos sentimos y cómo nos comportamos.
Existe una estrecha relación entre nuestros pensamientos y emociones. Tanto es así, que la psicología cognitiva considera que nuestros pensamientos, autodiálogo y expectativas determinan nuestros estados emocionales. A su vez, las emociones son las que impulsan nuestra conducta. Por lo tanto, un pensamiento inadecuado acerca de la situación que hemos vivido puede suscitar reacciones emocionales intensas que darán lugar a comportamientos inadecuados para la situación que se debe enfrentar.
A su vez, un comportamiento ineficaz hace que nuestros pensamientos negativos se acentúen, dando lugar a emociones negativas diversas derivadas de un autodiálogo negativo. Ejemplo de ello son la ansiedad (asociada con un autodiálogo amenazante o centrado en los peligros), la tristeza (asociada con un autodiálogo centrado en la pérdida o lo que pude tener), la culpa (asociada con un autodiálogo relacionado con todo aquello que salió mal debido a una mala intervención por mi parte, o a la ausencia de la misma), la ira (asociada con un autodiálogo centrado en todo aquello que bloquea mis objetivos o que viola mis derechos personales), y la vergüenza (asociada con un autodiálogo focalizado en mi falta de habilidad para hacer algo que debería saber hacer).
No es de extrañar, por lo tanto, que la asociación entre una autocharla interna negativa y alteraciones emocionales como los trastornos de ansiedad, la depresión y los problemas en las relaciones sociales, tengan un impacto significativo en la vida cotidiana del individuo, y por ello la consecución del autodiálogo interno positivo o constructivo es fundamental para ser capaz de enfrentar el mundo de una manera eficaz.
Fuente: webconsultas.com
por Carolina Herrera | Abr 18, 2018 | Uncategorized
A veces nos derrumbamos por haber sido demasiado fuertes, por haber soportado demasiado, por haber estado disponibles durante demasiado tiempo, por haber asumido demasiadas responsabilidades… Cuando hay muchos “demasiados” en nuestra vida, es normal que suframos un profundo agotamiento psicológico.
El agotamiento psicológico suele ser un proceso lento, se va acumulando gota a gota sin darnos cuenta. El problema es que termina “estallando”, a menudo por situaciones sin importancia a las que en otras circunstancias ni siquiera les hubiéramos prestado atención. La gota que colma el vaso puede ser absolutamente cualquier cosa que nos ponga frente a frente con la imposibilidad de seguir adelante. Entonces nos desplomamos, literal o metafóricamente.
¿Qué es el agotamiento psicológico y cuáles son sus causas?
El agotamiento psicológico es un estado de extremo cansancio mental y emocional, que a menudo también se acompaña de la sensación de falta de fuerza física. Ese estado de desgaste extremo está provocado por un desbordamiento de los recursos emocionales y/o cognitivos. En otras palabras: no damos más de nosotros. A menudo se experimenta como una especie de inercia física y mental, una sensación de “pesadez” que envuelve el día a día.
Las causas del agotamiento psicológico son variadas, aunque en muchos casos se aprecia una constante: dar demasiado y recibir muy poco. El agotamiento psicológico aparece como resultado de una entrega constante y hasta desmesurada, ya sea en al trabajo, a los demás, a un proyecto que nos apasiona pero también nos consume, a los problemas cotidianos, a las tareas del día a día…
Al mismo tiempo, no recibimos prácticamente nada a cambio que pueda equilibrar la balanza. No podemos descansar y relajarnos lo suficiente, no pasamos tiempo de calidad a solas con nosotros mismos y no recibimos suficiente atención, cariño y comprensión de las personas cercanas. En práctica, es como si solo sacáramos energía de nuestro cajero emocional pero no nos preocupáramos por hacer ingresos periódicos.
En otros casos ese cansancio mental está provocado por demasiados cambios en muy poco tiempo, aunque estos sean positivos. Sin embargo, al ocurrir tan rápido, no podemos gestionarlos y nos sentimos desbordados. En estos casos, aunque aparentemente tengamos todo lo que deseamos, en nuestra mente tenemos encendido una especie de sensor que nos indica que algo está fallando.
Cansancio mental: Síntomas premonitorios del agotamiento
- Pérdida de energía. La sensación de agotamiento psicológico suele reflejarse primero a nivel físico, por lo que es normal que te sientas sin energías, incluso apenas te levantas por la mañana, de manera que cuando abres los ojos piensas que no podrás afrontar la jornada.
- Irritabilidad. Uno de los síntomas más evidentes del agotamiento psicológico es el nerviosismo, la irritabilidad y la hipersensibilidad ya que pierdes el autocontrol. A la vez, comienzas a interpretar los estímulos como si fueran amenazas, lo cual te lleva a reaccionar poniéndote a la defensiva.
- Insomnio. A menudo detrás del agotamiento psicológico se esconden problemas no resueltos, que dan vueltas una y otra vez en tu mente, de manera que no te dejan conciliar un sueño reparador.
- Anhedonia. Incapacidad para disfrutar de los pequeños placeres de la vida, las cosas que antes disfrutabas ya no te animan, es como si de repente el mundo hubiera perdido sus colores. En algunos casos, puedes sentir como si flotaras en una especie de limbo lejano que te distancia de la realidad.
- Pérdida de la motivación. Cuando estás extremadamente agotado, simplemente no encuentras la motivación para involucrarte en nuevos proyectos o hacer esas cosas que antes te apasionaban. Cualquier tarea te parece titánica y desarrollas una profunda apatía hacia el mundo. También suelen aparecer sentimientos de desencanto, desilusión y desesperanza.
- Fallos de memoria. La atención es uno de los primeros procesos psicológicos que se afectan cuando estás agotado, lo cual también conduce a despistes frecuentes. Es probable que olvides los recados, que no recuerdes donde dejaste las llaves o que incluso te resulte difícil recordar qué comiste el día anterior. Esto se debe a que tu mente está demasiado saturada como para seguir procesando y almacenando información a nivel consciente.
- Lentitud de pensamiento. El agotamiento psicológico también afecta los procesos cognitivos, por lo que puedes percibir que piensas con mayor lentitud o que te cuesta muchísimo trabajo pensar. Lo que antes hacías rápidamente, te cuesta mucho más y a veces incluso te resulta difícil darle un sentido lógico a las ideas en la mente o seguirle la pista a un discurso largo.
¿Quiénes son más vulnerables al agotamiento psicológico?
Todos podemos agotarnos psicológicamente, sobre todo cuando atravesamos situaciones de la vida particularmente estresantes, pero existen algunas características de personalidad que nos pueden hacer más vulnerables a ese agotamiento mental.
- Perfeccionismo. Las personas perfeccionistas, que se exigen mucho a sí mismas, terminan añadiendo un peso extra sobre sus hombros que a la larga representa más estrés.
- Dificultad para delegar. Las personas que quieren asumir todas las tareas, porque creen que los demás no sabrán hacerlas o no estarán a la altura, son más propensas a sufrir agotamiento psicológico debido a un exceso de responsabilidades.
- Sensibilidad extrema. Las personas que son muy empáticas e hipersensibles, son más propensas a sufrir un estado de agotamiento emocional debido a que a menudo asumen los problemas de los demás como propios, sin ser capaces de establecer una distancia psicológica de protección.
- Incapacidad para relajarse. A algunas personas, por las características de su sistema nervioso, les cuesta más relajarse y desconectar que a otras. Es como si su cerebro trabajara a mil revoluciones por minuto constantemente. Sin embargo, a la larga, eso termina pasando factura.
Remedios para el cansancio mental: Las 5 reglas a seguir
Cada quien debe hallar su propio remedio para el cansancio mental, lo cual significa que debes detectar qué está consumiendo tu energía y enfrentar ese problema, quizá desde una perspectiva diferente. Recuerda que a veces un cambio de perspectiva basta para cambiarlo todo, sin que nada cambie.
No obstante, he aquí 5 reglas generales que deberías seguir para lidiar con el agotamiento psicológico:
- Descansa. Para ser eficaz y productivo, necesitas descansar. En la vida, es fundamental encontrar un equilibrio entre el trabajo y las obligaciones y el tiempo libre y el descanso. Asegúrate de encontrar el tiempo para relajarte, de manera que se convierta en un hábito cotidiano y puedas prevenir el agotamiento psicológico.
- Prioriza. El día tiene 24 horas, aunque quieras no puedes alargarlo. Por tanto, debes aprender a priorizar teniendo en cuenta no solo las cosas que parecen ser urgentes sino también aquellas que más te apasionan y te brindan satisfacción. Llenar tu jornada con tareas que generan agobio y estrés también causa un profundo cansancio mental, por lo que debes asegurarte de encontrar un equilibrio.
- Exígete menos. Sé un poco más realista, no eres un superhombre o una supermujer. A veces no pasa nada si te equivocas, si las cosas no salen perfectas o si las aplazas. Se trata simplemente de que no te añadas una presión innecesaria.
- Sé compasivo contigo mismo. Se trata de relacionarte contigo mismo asumiendo una actitud más positiva y compasiva. Consiste en modular el discurso que mantienes contigo brindándote confianza y tranquilidad, en vez de recriminarte y criticarte duramente. Un discurso que añada más estrés y malestar se convertirá en el combustible que alimente el agotamiento psicológico.
- Reencuéntrate. El agotamiento psicológico suele crear a nuestro alrededor una capa compuesta por preocupaciones, presiones, deberes, angustias y autoexigencias que, a la larga, hace que nos olvidemos de nosotros mismos. Por eso, es importante que encuentres un espacio para estar a solas contigo, unos momentos del día en los que simplemente respires con tranquilidad y conectes con tus necesidades, sueños y anhelos.
Fuente: rinconpsicologia.com
por Carolina Herrera | Abr 11, 2018 | Uncategorized
Un niño o niña con autoestima es un niño o niña con autoconfianza, capaz de tomar decisiones, capaz de buscar su propia felicidad. Fomentar la autoestima en los más pequeños hará que sean adultos más completos, más capaces de dirigir su vida hacia donde ellos realmente quieran.
Por supuesto no es algo matemático, aunque los padres y madres nos esforcemos por hacerlo, la sociedad, los compañeros, los amigos, las experiencias que el niño o niña vaya teniendo a lo largo de su vida irán conformando también su personalidad. Pero si parte de la base de una buena autoestima desde casa, tendrá las cosas más fáciles para que su vida sea más parecida a lo que él o ella desea.
Aprender a quererse
No es fácil. Nadie ha dicho que lo sea. Partiendo de la base de que, en la mayoría de las ocasiones, la autoestima de padres y madres no es la más alta del mundo, es difícil no contagiar esa “auto-negatividad” a nuestros hijos.
Quererse no es fácil, no hay peor crítico que uno mismo consigo mismo. Solemos hacernos críticas a nosotros mismos que ni se nos ocurrría hacer a nuestro peor enemigo. Nos insultamos, nos menospreciamos, decidimos que nuestros esfuerzos nunca son suficientes, que siempre podríamos hacer más. Todo esto hace que nuestra autoestima cada vez esté menos desarrollada: imagináos tener a alguien al lado, todo el día, que os fuera diciendo: “eres tonto/a”, “todo el día pierdes el tiempo”, “no haces nada bien”, “todo te sale mal”, “todos son más listos que tu”, “tu cuerpo es feo”, “mira tu barriga cervecera”, y toda una larga lista de lindezas que nos dedicamos a nosotros mismos.
Hay algunos trucos que padres y madres podemos ir incorporando a nuestro día a día que no solo van a servir para fomentar la sana autoestima en nuestros hijos, sino también para aprender juntos a crecer como personas.
Anímale a arriesgarse
El hombre es un animal de costumbres y rutinas. Cuando algo nos está bien es difícil que nos movamos a cambiarlo si no es que existe una motivación fuerte detrás. Y eso está bien, nuestra vida puede ser perfectamente tranquila así.
Pero es importante que los niños se arriesguen a probar cosas para poder decidir, en base a sus propias experiencias si aquello les gusta o no. Un niño es un científico experimental, necesita probar y comprobar las cosas para que pueda aprenderlas por si mismo. Así que anímale a arriesgarse.
Haz que pruebe todo tipo de comidas, independientemente de si a ti te gustan o no, anímale a que se relacione con otros niños (por ejemplo apuntándolo a alguna actividad extraescolar o a un grupo scout) o a que se arriesgue con el monopatín (siempre dentro de los límites razonables, claro).
Probar cosas nuevas enriquece la mente y le da al niño o niña una sensación de que es realmente él o ella el que decide qué es lo que le gusta o no. Y sobretodo no le “salves”. Es normal que al principio de una nueva actividad el pequeño se frustre, no le salga bien y tenga la tentación de dejarlo. No caigas en el error del “ya te lo hago yo”, no intervengas. Deja que se arriesgue, se caiga y se levante. Que aprenda que él es el encargado.
Deja que cometa errores
Escena típica:
«el niño o la niña está intentando montar una torre con piezas de construcción de juguete. Los padres ven claro que lo está haciendo mal y que en breve la torre caerá porque no tiene estabilidad. Entonces se acercan y le dicen: “eso así no es, mira, te enseño cómo hacerlo”.
Y esto, que nos sale de forma automática a los padres y madres del mundo, en realidad, no le hace ningún favor al niño o niña. Deja que se equivoque, que se le caiga la torre. Deja que experimente la sensación de rabia que produce haber hecho un trabajo y que se caiga. Anímale a que vuelva a intentarlo, que no se rinda. Cada vez lo hará mejor y aprenderá cuál es la manera más óptima de crear lo que él o ella quiere.
Demuéstrale que tu también cometes errores. Reconoce tus errores delante de tu hijo o hija, que entienda que no es sólo él o ella el que se equivoca, que todos cometemos errores y que eso es, precisamente, lo que nos hace intentar con más ahínco seguir adelante.
Practica el refuerzo positivo
No le señales sólo lo que está mal. Seguro que tu hijo hace mil cosas bien hechas a lo largo del día. Es importante que les des importancia y que se las remarques. Un beso después de que recoja sus juguetes, unas palabras de agradecimiento cuando haya puesto los cubiertos en la mesa o un “lo has hecho muy bien” después de que haga sus deberes.
También es importante que vea que nos sentimos orgullosos de ellos delante de los demás, cuando llegue nuestra pareja a casa podemos decir algo así como “¡hoy Marta ha recogido todos sus juguetes sin rechistar!”, de manera que ella vea que hacer las cosas tiene su premio. Y este premio, como hemos visto, no tiene que ser una cosa física. Una sonrisa, un beso o una caricia de papá o mamá pueden ser tan o más valiosos que un juguete nuevo.
Presta atención a lo que te explica
En su pequeño mundo, que Pablito le haya quitado la pelota mientras jugaban, puede ser un drama al nivel de las mejores telenovelas. Por supuesto, para los padres eso nos parece completamente insustancial, pero debemos ponernos en el lugar del pequeño o pequeña y entender su frustración.
Nuestro deber es animarlo y darle a las cosas que nos explica toda su atención, de esta manera le estaremos enseñando que su vida es importante y que sus sentimientos deben ser tenidos en cuenta.
No lo compares con los demás
Tu hijo no es el hijo de otros. No es otros niños de la clase. No es su hermana. Tu hijo es único, y le debe quedar claro a él y a ti. No lo compares, no caigas en el error de frases como “fíjate, tu hermana a tu edad sacaba todo 10 en el colegio” o “mira a Pablito, él no llora y también se ha hecho daño”.
Tu hijo es especial, único. Trátalo como tal, de lo contrario estarás contribuyendo a que empiece a ser él mismo el que se compare con los demás en cada pequeña cosa que haga. Y eso es terreno abonado para una falta de autoestima.
Dale a la autoestima toda la importancia que merece
Tener autoestima es importante, como ya hemos dicho antes. Y los padres y madres tenemos un sexto sentido que nos hace entender mejor a nuestros hijos de lo que seremos capaces de entendernos a nosotros mismos.
Si te parece que tu hijo tiene un problema de autoestima o de confianza en si mismo, no lo dudes, acudir al psicólogo es una opción que debes tener en cuenta.
Fuente: siquia.com
por Carolina Herrera | Abr 4, 2018 | Uncategorized
La “Rueda de la Vida” es una herramienta de coaching muy conocida, que aunque es muy sencilla es tremendamente potente.
Se llama así porque tiene forma de círculo dividido en segmentos iguales o “quesitos”. Normalmente se divide entre 8 y 12 segmentos, en la que cada uno representa un área de tu vida.
¿Para qué sirve la rueda de la vida?
Sirve para evaluar de una forma muy visual cómo está tu vida en el momento presente.
Te ayuda a:
- Visualizar cuál es tu satisfacción actual en las distintas segmentos/áreas que componen tu vida.
- Reflexionar si estás o no centrado en aquellas áreas que te aportan mayor bienestar.
- Establecer tus prioridades en ese momento.
- Elaborar un plan de acción para mejorar, desarrollar o potenciar aquellas áreas que necesites.
¿Cómo realizar la rueda de la vida?
Siguiendo estos sencillos pasos:
Paso 1. Identifica las áreas que componen tu vida en estos momentos.
Aquí os dejo un ejemplo de Rueda de la vida:
Paso 2. Reflexiona cómo está cada área de tu vida. Por ejemplo, teniendo en cuenta las parcelas de la rueda que he puesto de ejemplo, podríamos hacernos las siguientes preguntas ,para hacer una reflexión antes de puntuar cada área de nuestra vida:
- Salud: ¿Cómo te encuentras física y psíquicamente? ¿Sueles ponerte enfermo a menudo? ¿Llevas una vida sana? ¿Tu estado de salud te limita? ¿Tienes hábitos que te mantienen en forma? intentas introducir hábitos saludables pero no lo consigues?
- Dinero: ¿Estás a gusto con tu nivel económico? ¿Es el que deseas? ¿Ingresas todo lo que te gustaría? ¿Puedes mantenerte e incluso permitirte algunos caprichos? ¿Tienes lo suficiente para afrontar algún imprevisto? ¿Eres capaz de ahorrar algo todos los meses?
- Diversión/ ocio: ¿Dedicas tiempo a tus aficiones? ¿Lo disfrutas aunque tengas poco? ¿Eres capaz de desconectarte de las obligaciones cuando estás realizando alguna actividad de ocio? ¿Le dedicas el tiempo suficiente o sientes que necesitas más? ¿Hay alguna actividad que te encante y que todavía no hayas empezado?
- Amor: ¿Eres realmente feliz con tu pareja actual? Es decir, ¿suma puntos a tu vida? Si no la tienes, ¿estás disfrutando de tu soltería? ¿Estás feliz con tu situación actual?
- Hogar: ¿Te sientes a gusto en tu casa? ¿Te gusta? ¿Te estresa el vivir en una casa desordenada y no hacer nada por remediarlo? ¿Te gustaría mejorarla en algún aspecto para sentirte más cómodo? ¿Encuentras tu casa como tu lugar de cobijo?
- Desarrollo personal: ¿Sientes que estás creciendo como persona? ¿Dedicas parte te tu tiempo a actividades que te hagan crecer como persona? ¿Trabajas para conseguir tus objetivos personales?
- Familia/Amigos: ¿Cómo es tu relación con tu familia? Y ¿con tus amigos? ¿Te sientes satisfecho? ¿Los ves o hablas con ellos todo lo que querrías? ¿Dedicas el esfuerzo necesario para mejorar la relación con tus familiares/amigos? ¿La calidad de tus amistades te hace justicia? ¿Puedes contar con tus amigos/familiares siempre que lo necesites? ¿Te apoyan en lo bueno y en lo malo, o sólo en lo bueno? ¿Puedes compartir tus intereses e inquietudes con ellos?
- Trabajo: ¿Te gusta tu trabajo? ¿Estás a gusto? ¿Vas motivado a trabajar? ¿Te llena lo que haces? ¿Hay significado en lo que estás haciendo? ¿Sientes que tu trabajo es lo que siempre habías deseado hacer? ¿Te estás desarrollando profesionalmente como quieres o te sientes estancado? ¿Sientes que te valoran en el trabajo? ¿Qué tal tus relaciones con tus compañeros?
Paso 3. Puntúa cada área.
Después de reflexionar puntúa cada área.
La puntuación va del 0 al 10. El 0 (en el mismo centro) representa el grado más bajo de satisfacción y 10 (en el borde exterior) el más alto.
Paso 4. Une los resultados de cada área.
Une los resultados como se ve en el ejemplo siguiente. El nuevo perímetro del circulo representa “Tu Rueda de la Vida” en estos momentos.
Paso 5. Actúa.
La Rueda de la Vida te da pistas sobre aquellas áreas por las que puedes comenzar a trabajar para conseguir la satisfacción en todas las áreas de tu vida.
Una rueda equilibrada es una rueda que puede girar. Si has obtenido una baja puntuación en alguna de las secciones, tu rueda dejará de ser redonda, tendrá un aspecto irregular.
El ejercicio de La Rueda de la Vida quedaría incompleto si no nos planteáramos medidas para intentar recuperar el equilibrio. Yo recomiendo volver a puntuar aquellas áreas que desees mejorar, puntuándolas cómo desearíamos que fueran (tu estado deseado).
Una vez hecho esto, plantéate qué acciones puedes llevar a cabo para recuperar el equilibrio (3 acciones pueden ser más que suficientes por cada área).
Para esto puedes preguntarte:
- ¿Qué me gustaría hacer en estas áreas?
- ¿Qué necesitaría para mejorar su puntuación?
- ¿Cómo podría crear espacio para estos cambios? Quizás esté invirtiendo demasiado tiempo en otras áreas de mi vida, dejando a un lado otras que son realmente importantes para mí.
- ¿Puedo hacer los cambios sin ayuda o necesito de alguien? Si es así, ¿Quién podría ayudarme?
Es recomendable repetir este ejercicio al menos una vez al año, de esta manera puedes ir viendo tu evolución con el paso del tiempo. Recuerda que el resultado varía muchísimo dependiendo de tu situación en cada momento, por ejemplo, quizá un año , le puedas dar más importancia a tu área profesional, debido ,a una buena oportunidad laboral o le des más importancia al amor porque te vayas a casar ese año.
Fuente: covabertrand.com
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