Psicoterapia: una oportunidad de cambio
Los primeros años de vida son cruciales en el desarrollo de una persona. La presencia de una figura de cuidado comprometida y estable es muy importante para el crecimiento físico y emocional de un individuo. El bebé desde que nace, incluso desde antes de su nacimiento (en el embarazo) requiere de un cuidador sensible que sea capaz de leer de forma contingente sus señales y de responder a ellas de una forma atingente. Esta tarea, para todo aquel que ejerza funciones de cuidado hacia un bebé o niño pequeño, es altamente desafiante y requiere de gran esfuerzo psíquico para quien la realiza.
Las interacciones entre el bebé y niño pequeño con sus cuidadores principales van definiendo modos de estar en el mundo y de relacionarse con él. Así, si un niño pequeño interioriza figuras de cuidado que responden de forma sensible logrará incorporar una sensación de bienestar y de seguridad interna basal. De lo contrario, esta sensación de seguridad se verá trastocada generando inseguridades que obstaculizarán a la persona en su desenvolvimiento total futuro. Estas interacciones que tenemos en nuestra vida más temprana de la existencia, con el tiempo se van interiorizando, y son las formas que tenemos de relacionarnos con los otros cuando somos adultos.
Cuando ha habido situaciones difíciles en la temprana infancia o historia vital que, de alguna manera, han dificultado el logro de vínculos seguros; la Psicoterapia se convierte en una oportunidad de cambio. La Psicoterapia es una muy buena manera de poder sanar dichos patrones internos poniendo el énfasis precisamente en el vínculo con el paciente.
Se ha descubierto que el vínculo con el terapeuta es uno de los mayores promotores del cambio y el contexto terapéutico un terreno fértil favorecedor de un contexto relacional seguro y estable que puede lograr revertir y ampliar el repertorio y posibilidades del paciente. De esta forma, el paciente consigue una mayor libertad en cómo se siente y se relaciona logrando superar viejos y fijos patrones anclados en el pasado. El terapeuta puede llegar a ser una nueva figura con la que el paciente puede comenzar a sanar viejas heridas emocionales y aprender nuevas formas de ser y de estar en el mundo.
Por: Rocío Ruíz Celis | Psicóloga Clínica Infantojuvenil y Adulto
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