MITOS DEL SUEÑO INFANTIL segunda parte
La sicóloga Pamela Labatut analiza otro mito acerca del sueño de la cría. Un completo y claro análisis de lo que podemos esperar y que escapa a las posibilidades del reales de los pequeños. Espero les ayude muchoooooooo
Los niños pasados los 6 meses de edad deberían despertar máximo 1 ó 2 veces en la noche y
dormir solos:
Esto lo dijo hace menos de 2 meses en una entrevista para un blog una neuróloga Chilena lo que me parece grave por decir lo menos, tanto por la periodista que desinforma como por la nula actualización de estudios de la profesional de la salud. Existe evidencia suficiente para demostrar, como expliqué en el mito anterior, que los despertares nocturnos son normales en los niños e incluso los adultos. Dicho esto además, se suman millones de cambios importantísimos a esa edad que enumeraré para no extenderme tanto (La info científica ya la dí).
Importante destacar que mientras dormimos, procesamos todo lo vivido y aprendido durante el día, también las emociones, las cuales influyen y hasta determinan totalmente la calidad de nuestro sueño.
- La mayoría de las mamás se reincorporan al trabajo a los 5,5 meses del bebé, lo que genera un cambio importante en la rutina y vínculo del bebé con su principal figura de apego. La mayoría reacciona demandando mayor atención en el día pero muchos de ellos, de noche, con mayor cantidad de despertares nocturnos, miedos, pesadillas, etc.
- A los 6 meses los niños comienzan el proceso de encarnar mejor su cuerpo físico. Hay una serie de sucesos neuronales que gatillan una explosión de conocer y explorar todo lo que encuentran y el cuerpo físico y su “torpeza” motriz no siempre les acompañan, generando frustraciones que son procesadas durante el sueño, generando más despertares producto de depurar todo este contenido emocional y todas estas experiencias nuevas mientras duermen. Cabe destacar que lo seguimos haciendo de adultos cuando en el sueño mezclamos lo que nos pasó en el día, con fantasías y otros temas del inconsciente.
- A los 6 meses aproximadamente junto con las nuevas conexiones neuronales los niños terminan el desarrollo visual a nivel de adulto. Recién a ésta edad pueden ver con la misma nitidez que nosotros. Esto lo cuento sólo para captar la intensidad de conexiones neuronales que se están desarrollando a ésta edad, junto con la incorporación de la alimentación sólida que es también un hito re importante que se procesa en el dormir.
- A esta edad también muchos niños comienzan la sala cuna o a estar bajo el cuidado de una nueva persona o más horas con la persona que ya conocían, esto debido a la reincorporación laboral de la mamá sea dependiente ó independiente. Esto también genera una serie de nuevos aprendizajes y estímulos que se vivencian durante el día e influyen notoriamente en el procesamiento nocturno durante el sueño.
- Aproximadamente a los 8 meses se produce un fenómeno vincular denominado “la crisis o angustia de separación”. Esta etapa puede durar hasta más menos el año y medio, en algunos niños más, en otros menos, recordemos que todos los seres humanos somos DISTINTOS, sean niños o adultos, ojo con las expectativas.
- ¿Que pasa con esta crisis? El bebé se siente mucho más dependiente de su figura de apego y comienza a demandar (que no es lo mismo que una exigencia… una demanda es una necesidad afectiva básica) mayor contacto físico y con el desarrollo pleno de la visión, la sensación de que cuando la mamá o papá no está en su campo visual, éste ha desaparecido por completo y no tiene la capacidad neuronal (insisto mucho en esto) de razonar que simplemente está en otra habitación.
- Tampoco tiene la capacidad de discriminar tiempo, por lo que siente que se fue PARA SIEMPRE y no sabe que puede volver en 2 minutos de reloj. Esto le genera una angustia tremenda que por su inmadurez cerebral no sabe gestionar y requiere de un adulto sensible y empático frente su inmadurez neurológica, para comprender, calmar, regular y reflejar lo que le está pasando “mi amor entiendo que te hayas asustado porque la mamá salió de la pieza, pero sólo fui a buscar tu ropa y volví, ¿estás más tranquila ahora?” Decir eso con frecuencia, y siempre anticipar las salidas, despedirse CADA VEZ que uno tiene que salir de la casa, son medidas importantísimas para asentar las bases de un vínculo seguro que, en términos de sueño infantil, sufren un fuerte remezón en cuanto a la cantidad de despertares nocturnos. En ésta etapa lo general es que aumenten considerablemente hacia los 7 – 8 meses y disminuyan progresivamente a eso del año y medio.
Después de describir estos sucesos hacia los 6 meses de edad, más todos los temas a nivel familiar que se desarrollan en cada casa, en cada hijo, hija, etc. ¿Ustedes creen que es esperable y sobre todo NORMAL, un solo despertar a la edad de 6 meses?, ¿Y qué además, se les exija dormir solos en este proceso de tantos cambios que viven?
Es vital cambiar el paradigma de lo que es normal en el sueño infantil y lo patológico. Los despertares nocturnos (2, 4, e incluso 7 veces) a ésta edad son NORMALES. Lo patológico es más bien exigir, fomentar y viralizar expectativas irreales acerca de cómo deben dormir los niños a ésta edad. O sea, lo patológico es lo que los profesionales de la salud y las costumbres culturales adultocéntricas están promocionando.
Sigo. Debemos comprender que el sueño al ser un proceso evolutivo, como todo proceso neuronal que viven los niños, hay que acompañarlo, eso lo ve cada familia. Se colecha o se duerme cerca o se duerme en la pieza de al lado y se acompaña todas las veces que sea necesario para entregarle seguridad a ese bebé en desarrollo. Sin embargo, las expectativas centradas sólo en la comodidad del adulto no son compatibles con un desarrollo neuronal saludable. Ser padres nos invita a replantearnos las cosas, a mirarlas desde nuevas perspectivas, a poner en tela de juicio los mandatos heredados por nuestros padres y crear nuevos modelos de crianza basados en lo que nosotros sentimos como mamá, como papá y como pareja (tú, yo y nosotros… hay 3 entidades).
Necesitamos validar que cada miembro de la familia se sienta cómodo y escuchado. Tener un hijo es un terremoto grado 10 para la pareja amorosa, y conversar sobre los estilos de crianza y las expectativas que tenemos es fundamental para llevar los cambios naturales de la crianza de los hijos a un nivel saludable para todos. Cuando nos planteamos nuestras metas con los hijos (quiero un hijo feliz, inteligente, etc…) tenemos que ir al cómo voy a promover eso. Porque muchos se quedan en la meta pero no dimensionan que el “cómo” es la clave de todo.
Estoy segura que la mayoría de los padres que han considerado o incluso aplicado ciertas técnicas conductuales de ignorar el llanto de los niños u obligarlos a dormir solos, lo hacen con la mejor de las intenciones para cumplir con estas metas. Plantearnos los pros y contras de cómo educamos es menester de todos como papás y como sociedad, al comprender que estos niños serán los futuros adultos del mañana. Comprender la evolución de la maduración neuronal de otro ser, nos lleva a buscar entonces otras formas de poder llegar a la misma meta, pero potenciando ese desarrollo, no entorpeciéndolo con métodos que vemos, más allá de que no tienen ningún sustento científico ni evidencia sociológica de la evolución de la especie humana, son simplemente técnicas fundadas en la idea de forjar futuros adultos moldeables para los propósitos de dominación y poder que tienen a varios países hoy con crisis sociales, aumento de enfermedades mentales, tazas de suicidio por las nubes y un alto etc.
Plantéate cómo llegar a tus metas en la crianza de tus hijos, sé protagonista de su desarrollo, potencia sus habilidades, empatiza, pon límites como te gustaría que A TI te pusieran (a nadie por sentido común le gusta que le pongan límites con faltas de respeto ni violencia) y sobretodo, hazlo desde el sentir al otro, no desde la razón. Nos han enseñado a pensar tanto, que nos hemos ido desconectando del sentir, y sentir es lo que nos hace más humanos y nos lleva al crecimiento personal. Sentir es lo que nos conecta con los demás, con nosotros mismos y con lo que puedan estar necesitando afectivamente nuestros hijos. Razones siempre habrá, opiniones siempre habrá, pero cuando uno se conecta con sus hijos, sintiéndolos… incluso para decir “necesitamos un poco más de límites a la hora de almuerzo”, incluso ahí, ya es una ganancia para ambos lados si se hace en consciencia y respeto.
Pamela Labatut Hernández
Psicóloga Clínica y Psicoterapeuta
Terapeuta Complementaria
Especialista en sueño infantil
www.psicologiayflores.cl
Fuente: savkapollak.com
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