Cuando escuchamos hablar acerca de la preadolescencia, no siempre queda claro de qué se está hablando, si de una etapa del desarrollo, si a un período previo a la adolescencia, a qué edad corresponde hablar de preadolescentes o si cursa de igual forma en niñas y en niños. Además, es más común que se hable de adolescencia más que de preadolescencia. Sin embargo la preadolescencia es un concepto que actualmente se utiliza bastante, de acuerdo a Obiols & Di Segni de Obiols, (1993), tanto la preadolescencia como la post adolescencia son conceptos actuales que se utilizan para hablar de periodos que rodean la adolescencia.

mama-hija-rosadoLa preadolescencia, es considerada una etapa del desarrollo, pero ésta, al igual que otras etapas de la vida, no ha existido desde siempre ni existe como constructo en todas las culturas. Tal y como plantea Fernández (2009) la infancia y la adolescencia corresponden a construcciones históricas y sociales, que surgieron de forma tardía en la sociedad occidental. Los niños no siempre fueron considerados ni tratados como tal, por ejemplo en la época medieval prácticamente no existía la infancia como es considerada ahora, sino que esto sucede más tarde en Europa, lo mismo ocurre con la adolescencia. Esta última, tal como plantea Silva (2007), aparece tardíamente, surge con la revolución industrial, ya que se requería que entre la infancia y la adultez hubiese algunos años, previos a la incorporación en tareas productivas. Del hecho de que sean construcciones sociales e históricas se desprende el que la forma en que sean vividas va a variar de acuerdo a distintos factores como por ejemplo factores sociales, culturales, familiares, biológicos, la historia personal, nivel socioeconómico, género, entre otros.

Es así como en otras culturas no se habla de adolescencia, si no que ésta corresponde solamente a un pasaje de cambio que es representado por un ritual de transición de una etapa de la vida a otra, en la cual se accede a la sexualidad activa y se adquieren responsabilidades y poder dentro de la tribu. Por ejemplo, en el caso de las niñas, generalmente se considera ésta transición de la infancia a la adultez, marcada por la llegada de la menstruación. La preadolescencia, en la cultura occidental, sería un constructo más bien actual que apunta a enmarcar lo que sucedería al inicio de la adolescencia. De acuerdo a Thornburg (1983), desde 1980 ésta etapa ha sido más vista, ya que comenzó a surgir con mayor potencia la necesidad de explicar aquello que sucedía entre los 9 y 13 años, como algo que no se lograba explicar ni desde las teorías infantiles ni desde las de la adolescencia. Para el autor, a medida que ocurren cambios sociales, tecnológicos y comportamentales se va haciendo más clara la importancia y la complejidad de la transición de la infancia a la adolescencia.

En términos generales, la preadolescencia es asociada a una etapa de la vida caracterizada por muchos cambios, lo que a veces tiende a producir temor o recelo en los padres y/o cuidadores ya que podría implicar conflictos en la relación con los hijos y/o niños a cargo. En esa misma línea, es que a veces se escucha decir en torno a la preadolescencia, que “hay que prepararse” o que “va a ser muy difícil”. Por otra parte, cuando preguntamos por dicha etapa de la vida a quienes ya la han cursado, generalmente aparece recordada cómo un periodo difícil, a veces olvidado, dado por las ansiedades que generan los cambios hormonales y corporales que se empiezan a vivir, además de los cambios a nivel cognitivo y sociales.

¿Qué es la preadolescencia?

Peluchonneau (2015), refiere que la pubertad, preadolescencia y adolescencia son términos muy utilizados con la finalidad de nombrar etapas del desarrollo, pero en general se confunden. Es por ello que se hace importante diferenciar que por prepubertad y pubertad se alude a los cambios y procesos físicos y hormonales, a diferencia de la preadolescencia y adolescencia que se refieren a los procesos psicológicos y sociales. No podemos considerar de la misma forma (más allá de las diferencias individuales de cada persona) a un adolescente de 11 años y a uno de 17 años, ya que hay diferencias fundamentales en cuanto al momento de la adolescencia por el cual están cursando.

Desde las teorías del desarrollo no hay acuerdo claro en el período en el que se enmarca la preadolescencia, algunos refieren que es una etapa previa a la adolescencia (última etapa de la infancia) y otros la insertan al inicio de la adolescencia. Si bien no hay un acuerdo claro hay mayor consenso en considerarla al inicio de la adolescencia. Peter Blos (1979), describió la adolescencia diferenciando entre las etapas más tempranas (preadolescencia y adolescencia temprana) y el período más tardío (adolescencia tardía y post adolescencia). Cada una de ellas implicaría la obtención de distintas metas y logros. Desde ahí, la preadolescencia correspondería a una fase intensa, marcada por la llegada de importantes cambios en el desarrollo psicológico y físico, implicando el inicio de periodo de reestructuración en la identidad. Blos (1970) enfatiza en que las etapas iniciales de la adolescencia son fundamentales para el desarrollo posterior de la adolescencia, pero tienden a ser opacadas por el período más tardío de la adolescencia, además refiere que esto se debería a la intensidad de dichas emociones y ansiedades. Sin embargo las fases iniciales de la adolescencia corresponderían a un momento de reestructuración y cambio, fundamental para el desarrollo de una identidad integrada.

Podemos entonces enmarcar la preadolescencia entre los 9 y 14 años aproximadamente, pero esto varía de acuerdo a factores socioculturales, biológicos y personales. Por eso es que en este rango de edad podemos encontrar en un mismo grupo de niñas algunas que están en una etapa más infantil, por ejemplo jugando a las muñecas, y por otro lado niñas que están con intereses más adolescentes, esta disparidad se presenta también en el aspecto físico de las niñas, algunas con un desarrollo y crecimiento más avanzado que otras. Antes de esta etapa, los niños habían estado centrados principalmente en socializar con los pares y enfocados hacia las actividades escolares y ligadas al conocimiento. Desde que ingresan al colegio, la energía se pone en función de aprender, de conocer, de arman grupos con los pares, tienen grandes desafíos como aprender a leer y a escribir, entre otros. Los niños son concretos, y su pensamiento es más flexible. En general desde los 7 a los 10 años tienden a tolerar más la frustración, a preocuparse más por los demás, a inhibirse, a diferencia de cuando son más chiquititos en que son más impulsivos o les cuesta más tolerar la frustración. Sin embargo, en la preadolescencia esto empieza a cambiar.

¿Qué cambios son esperables en la preadolescencia?

En la adolescencia se espera que se den cambios y que se logren ciertas metas, se presentan cambios importantes en todos los aspectos de la personalidad, hay transformaciones hormonales y biológicas, cambios a nivel social, cognitivo, afectivo. La adolescencia es una fase de transición entre la niñez y la adultez, la que se caracteriza por ser un periodo de cambios hormonales asociados a la madurez sexual y en la cual hay cambios a nivel psicológico y conductual. Es una fase en la que se empieza a desorganizar la personalidad para luego ir organizándose poco a poco integrando todos estos cambios, lo que implica transformaciones en el concepto que los adolescentes tienen de sí mismos y del mundo. Lo anterior se asocia a temores y preocupaciones que a su vez hacen que ellos tengan conductas que son complejas para la sociedad, la cual los visualiza actuando de una forma que considera poco adaptativa.

Considerando la preadolescencia como una fase inicial de la adolescencia, es que en ella se enmarcaría la irrupción de estos cambios, se observan ansiedades, temores y la aparición de inseguridades y una tendencia a la dependencia la cual se suponía que se había superado. Como empieza a surgir todo esto de forma muy intensa, inicialmente es muy complejo para el preadolescente explicar lo que siente y lo que está viviendo. En el caso de las niñas, los cambios físicos ligados al aumento de estrógenos, se manifiestan en el crecimiento de los senos, de vellos, a veces el acné y luego la llegada de la menstruación. Esta última ligada a veces a miedos y fantasías, por lo cual es importante la información y contención de los padres en dicho proceso, idealmente se espera que puedan ayudarlos aclarándole dudas y calmando sus temores. Si bien a nivel biológico la menstruación implica la posibilidad de reproducirse, a nivel psicológico y emocional creemos que no se está preparado para ello, por lo menos en nuestra sociedad occidental. Las niñas vuelven a sentir bastante ambivalencia frente a la madre queriendo estar con ella pero rechazándola a la vez, en ocasiones pueden ser más posesivas con ella, otras niñas podrían querer volver a dormir con la madre, se ven en una lucha entre necesitar a la mamá y la necesidad de independencia. Se observan relaciones con los pares en que se ven este tipo de relaciones también, de dependencia, de posesividad y de conflictos en las amistades. Se observa un mayor interés por la imagen corporal lo que los lleva a compararse con los pares (Almonte, 2003).

Algunos autores refieren que en dicha etapa sucede una “regresión al servicio del desarrollo”, la cual se espera que los adultos puedan tolerar y contener para favorecer el desarrollo del adolescente. Esto se refiere a que todo lo logrado hasta el momento pareciera haberse desvanecido, aparece una necesidad de discutir y cuestionar a los padres, se les ve inestables y lábiles emocionalmente. Se les ve más impulsivos, pudiendo aparecer estallidos de rabia o llanto que a veces pueden parecer desproporcionados en relación al estímulo desencadenante, se les ve muy controlados o muy descontrolados pasando a veces de un polo a otro, lo que puede parecer confuso para los padres (Almonte, 2003). También cambian las relaciones familiares y personales, pareciendo que hay un quiebre entre ellos y sus padres. Los grupos de pares se vuelven más reducidos y más íntimos. Los preadolescentes se cuestionan la autoridad y el rol de los padres y los profesores. Tal como se mencionó anteriormente, a veces buscan volver a dormir con los padres, y muestran ambivalencias en la relación con ellos, no quieren su opinión pero sin embargo la toman, quieren estar con ellos muy cerca o quieren tenerlos lejos. Frente a la madre aparece confusión y pueden surgir miedos a que a ella le suceda algo y una necesidad constante de saber que la madre va a estar ahí y la va a cuidar, la toman como modelo a pesar que a momentos sientan un excesivo rechazo hacia ella.

Variados autores coinciden en que en esta etapa se reactivan miedos y angustias asociados a etapas anteriores, ya que los adolescentes están en una búsqueda de consolidar su identidad y de individuarse de los padres, surgen algunas ansiedades similares a las que viven durante su infancia más temprana. El grado en que estos cambios afecten la vida personal y social del preadolescente va a depender de las habilidades y experiencias adquiridas en la infancia y de las actitudes de quienes los rodean en ese momento. Se espera que los padres logren contener a sus hijos en dicho periodo y que idealmente el entorno que rodea al adolescente este lo más estable posible ya que internamente se sienten muy inestables.

Todos estos cambios son necesarios para el desarrollo, ya que se espera al final de la adolescencia, que puedan lograr una consolidación de su identidad lo que implica una nueva forma de pensamiento y motivaciones, una maduración sexual y a nivel social el logro de la independencia psicológica de su familia que les permita definir y tener un papel en la sociedad. Se plantea que la adolescencia es una etapa de cambios y de duelos, hay duelo por la muerte del cuerpo infantil (cambiando a un cuerpo adulto), por la muerte de los padres de la infancia (lo que implica una nueva forma de relacionarse con ellos), y la muerte en general de la infancia, por una nueva identidad.

Del entorno se espera que éste se encuentre lo más tranquilo y estable posible, dado el mundo interno lleno de ansiedades y angustias por el cual los preadolescentes cursan. Experiencias como separaciones de los padres, enfermedades, muertes o depresiones en los padres pueden influir en este periodo de angustia y ansiedad de la niña. Se espera que la madre pueda tolerar el crecimiento de la hija, lo cual a ella le genera emociones e incluso la puede llevar a rememorar y a reactivar sus propias angustias con respecto a dicha etapa y a la relación con su madre, y se espera que el padre también pueda aportar a dicho crecimiento y reconocer la femeneidad de su hija.

Fuente: www.psicologasclinicas.cl (por Ps. Javiera Soza C.)

 

Referencias bibliográficas

  1. Almonte, C.& Montt, E. & Correa, D. (2003). Psicopatología Infantil y de la Adolescencia. Santiago: Mediterráneo.
  2. Blos, P. (1970) Los comienzos de la adolescencia. Amorrortu, Buenos Aires.
  3. Blos. P (1979). La transición adolescente. Buenos Aires: Amorrortu, 2004.
  4. Obiols, G. & Di Segni de Obiols, S. (1993). Adolescencia, postmodernidad y escuela secundaria. Buenos Aires: Kapelusz.
  5. Fernández, A. (2009). Las lógicas sexuales: amor, política y violencias. Buenos Aires: Nueva visión.
  6. Peluchonneau, P. (2015). Adiós infancia. La travesía por la preadolescencia. Santiago: Ediciones B.
  7. Silva, I. (2007). La adolescencia y su interrelación con el entorno. Madrid: Instituto de la juventud.
  8. Thornburg, H. (1983). Is Early Adolescence Really stage of development? Theory into practice. Recuperado de http://www.jstor.org/stable/1477147
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