Nunca ha sido tan fácil conectarnos con los que tenemos lejos; quizá por eso las relaciones a distancia se multiplican. Presentan desafíos particulares pero, si los franqueamos, el vínculo de pareja puede salir reforzado.

1. Virtual no es lo mismo que ficticio
Las relaciones a distancia no son nuevas pero sí es nuevo que sean altamente dependientes de la tecnología. Es a través de esos canales por los que circulan la mayoría de los encuentros e intercambios. Pero hay que diferenciar virtual de ficticio: los encuentros virtuales pueden no ser corpóreos, pero son verdaderos.

Démosle el valor que tienen, puesto que tienen capacidad de despertarnos sentimientos y transformarnos, del mismo modo en que lo hacen los encuentros cara a cara. Las citas virtuales son tan importantes e imprescindibles como las citas cuerpo a cuerpo.

2. Reforzar los lazos íntimos
Los encuentros virtuales ofrecen una ventaja de oro frente a los corporales: al saber que la comunicación es limitada, la aprovechamos más. Según un estudio publicado en Journal of Communication, cuando el grado de sincronización que alcanzan estas parejas al comunicarse es alta y la calidad de las comunicaciones es buena, se pueden establecer lazos más íntimos que los que se dan en una relación normal. Así pues, exprimamos al máximo esos encuentros para salir reforzados.

3. Dejar un lugar para el sexting
Un escollo que no pueden salvar las parejas que viven separadas es la falta de sexo. No obstante, las nuevas tecnologías ofrecen también mil opciones para practicar sexo online o sexting, envío de mensajes sexuales. Este sexo no tiene por qué ser menos placentero y, en realidad, ofrece la oportunidad de explorar nuestras fantasías más íntimas y de aprender sobre lo que excita a la pareja.

Guiar a la otra persona para que busque sus puntos de placer, enseñar cómo nos autocomplacemos, mostrar nuestro cuerpo… Hay que sacudirse el pudor y entregarse a estos juegos.

4. Organizar… pero también improvisar
Sobre todo si las dos personas se encuentran en diferentes zonas horarias, conviene acordar qué días o a qué horas sería más fácil comunicarse. Esto es importante para no perder tiempo a diario en la organización de las citas y terminar sufriendo de la infame sentencia: “Lo urgente no deja tiempo para lo importante”.

Sin embargo, sería preferible no establecer un horario rígido e inflexible. Hay que dejar algo de lugar a la improvisación. Si todas las interacciones son pautadas y agendadas, la relación puede terminar transformándose en una obligación, y eso puede acabar pasando factura a la pareja.

5. Compartir detalles de lo cotidiano
Podemos estar tentados de aprovechar las comunicaciones para explicarnos solo las noticias importantes. Sin embargo, no hay que olvidar que una gran parte de la vida en pareja consiste en compartir las cosas nimias de todos los días.

Y aunque las relaciones a distancia no dejan lugar para tomar un café juntos, visitar una exposición o ir al cine, eso no quita que no podamos compartir esas experiencias banales. Por ejemplo, podemos explicarnos qué nos ha gustado más de una exposición, servirnos un café los dos mientras hablamos o incluso ver una película o serie al mismo tiempo desde dos lugares distintos y comentarla en tiempo real.

6. Controlar los celos infundados
Un fantasma habitual en las relaciones a distancia es que no se controla del todo qué hace o cómo vive la otra persona. Es la situación ideal para que, si alguien tiene tendencia a sufrir celos, estos afloren. Es fundamental aprender a confiar en nuestro compañero y trabajar en el respeto mutuo.

Intentar controlar lo que el otro hace a través de las redes sociales es una mala estrategia: rápidamente nuestra pareja nos empezará a percibir con un “ojo espía” o un control policial.

7. Planificar encuentros eventuales
¿Hasta qué punto son necesarios los encuentros físicos y cada cuánto? Cada pareja debe establecer cuántas veces necesitan verse al año para que la relación fluya sin percibir carencias afectivas. Puede ocurrir que para uno de los integrantes de la pareja los encuentros sean más imprescindibles: hay que negociar y llegar a un acuerdo.

Además, conviene optar por la practicidad. Por ejemplo, si la distancia entre las dos personas es muy amplia, se pueden citar en un punto intermedio para facilitar las cosas.

8. Revisar nuestros acuerdos
Las relaciones a distancia no son ni mucho menos estáticas. Pueden progresar con el paso de los meses, tal como ocurre en el caso de una pareja que convive en una misma casa. Las circunstancias personales de cada uno pueden cambiar (por ejemplo, un exceso de trabajo puede repercutir en el tiempo que se dispone para comunicarse) y también pueden evolucionar las necesidades afectivas.

Conviene evaluar la relación de vez en cuando y negociar los acuerdos si es necesario, adaptándose a los nuevos escenarios que se vayan presentando.

9. Ignorar los juicios de valor
Las personas que mantienen relaciones a distancia reciben muchas críticas y son animadas constantemente a abandonar.

No hay que perder de vista que aquellos que no comprenden cómo funciona una relación a distancia tienen tendencia a juzgar. No hay que prestar atención a estos comentarios. Si lo que la relación brinda es satisfactorio para ambos, la mirada reprobatoria de los demás no debe ser un condicionante.

Fuente: cuerpomente.com

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