Sí, es cierto que entre los cierres que en el trabajo muchas veces nos solicitan, los pendientes urgentes que deben quedar resueltos antes de que termine el año, las compras de regalos y cenas navideñas, la creación de tarjetas y saludos, la asistencia a bailes del colegio, reuniones de apoderados, amigos secretos, las cenas y paseos de fin de año, entre tantas otros quehaceres (que pueden ser más o menos entretenidos dependiendo de nuestra actitud), cuesta detenerse… pero aunque sea un breve tiempo, el valor de esto puede favorecernos más de lo que pensamos. Les dejo acá algunas ideas para considerar en este proceso y que no pasemos en piloto automático al próximo año.

Gratitud: Ya sea a través de tarjetas navideñas escritas por ti (sana costumbre que es bueno recobrar) agradeciendo lo recibido y lo vivido junto a otra persona, dando directamente las gracias a quienes las merecen o en una reflexión personal, es bueno tomar conciencia de que hay cientos de cosas por las cuales podemos estar agradecidos. Sentirnos afortunados nos ayuda a valorar nuestra vida y lo que hacemos de ella, a tener una actitud más receptiva, incompatible con el miedo, amiga del optimismo, la felicidad y los vínculos, incluso podemos agradecer todo lo difícil que puede habernos tocado este año pues nos ha enseñado y nos ha dado la oportunidad de crecer, quizás en el mismo momento es complejo valorar las experiencias complejas, pero con el tiempo vamos hallándole el sentido, es toda una habilidad que podemos desarrollar.

En familia, podemos conversar en la cena de fin de año, qué fue lo mejor que vivió cada uno en el año, cuáles son las situaciones que logró resolver (confirmar que a veces las cosas no son tan terribles como imaginamos una vez que las enfrentamos), sentirse orgullosos por lo avanzado, por lo aprendido y felicitarse mutuamente, seguro esta práctica los ayuda a conocerse mejor y fortalecer los lazos.

Perdonar: Vivir con ganas de vengarse, rabias y resentimientos finalmente nos daña más de lo que imaginamos, es un peso que si podemos ir aliviando en el camino nos puede ayudar enormemente. Desde ahí, es importante revisar a quienes nos falta perdonar, qué nos impide hacerlo, entender que perdonar es algo que se hace más por uno mismo que por el otro, que no significa justificar, minimizar el daño u olvidar, pues eso no puede hacerse y el daño tuvo una herida quizás profunda en nuestra vida, pero hay otras maneras mejores de integrar la experiencia que el rencor. En este sentido, la compasión, darnos cuenta que no hay nadie totalmente malo ni totalmente bueno, que en ese momento la otra persona probablemente no tenía mejores herramientas o capacidades para hacer las cosas de un modo menos dañino, que todos somos distintos y tu abordarías los temas de formas diferentes pues tu eres una persona diferente, rescatar lo aprendido de la experiencia y ver cómo cuidarte y no exponerte de nuevo a esas situaciones (con estrategias distintas al aislamiento extremo del mundo….), pueden ser reflexiones que ayuden en el proceso de ir soltando, de ir reparando y perdonando aquello que aún duele en el alma.

Generosidad: estas fechas son especiales para regalar, pero en este sentido, quiero transmitirles que muchas veces si es posible, suele ser mejor regalar experiencias más que algo material… muchas veces los niños se entretienen más “con la caja que con lo que venía dentro” y si bien hay regalos simbólicos y con sentido, regalar un día de relajo, un curso de pintura, un taller de fotografía, kilómetros para viajar a un destino que elijamos, un picnic en un parque, una sesión de origami o entradas a un espectáculo que deseemos puede ser una experiencia más positiva y memorable, así como recibir regalitos hechos por las manos de quien te quiere, un dibujito con cariño, hay detalles que tienen más valor.

Por otra parte, ¿sabían que en nuestro cerebro se encienden las mismas zonas cuando das algo que cuando lo recibes?, el dar puede ser tan enriquecedor como recibir, por eso, elegir en familia regalar a otros puede ser una experiencia que enseñe y fortalezca a todos, ya sea escoger cartas en correos de Chile para ser “viejito pascuero” de un niño que lo necesita, regalar una cena navideña a una familia, entregar regalitos a personas que no son tan cercanas pero que podrían apreciarlo, o también la posibilidad de revisar a fin de año toda tu ropa y juguetes en buen estado para poder elegir cuáles podrían regalar a otros y así fomentar la generosidad y el desprendimiento de lo material, en vez del acumulamiento y apego hacia aquellas cosas que no son tan esenciales, son todas instancias de crecimiento.

Proyecto de Vida con sentido: cada año nuevo que llega es una oportunidad para reflexionar si la forma en que estamos viviendo corresponde o se acerca a la forma en que realmente queremos vivir, cuáles son nuestros pendientes personales, los sueños que han ido quedando en el camino, pues si estamos perdiendo el sentido de lo que hacemos, puede ser importante replantearnos y hacer algunos cambios, que no necesariamente necesitan ser radicales. Se trata de revisar y conectarnos con qué es importante para nosotros en la vida, si estamos distribuyendo el tiempo de modo acorde a aquello que más valoramos, si sentimos que estamos no sólo viviendo por y para nosotros mismos sino que nuestra vida trasciende buscando más allá del bienestar individual, un bienestar colectivo donde se incluye nuestra familia, los cercanos y para algunos a veces su entorno o comunidad.

Se trata de hallar el sentido personal que tiene tu vida, una motivación que te da fuerza para seguir siempre adelante y que te hace feliz… no estoy hablando de algo utópico, todos podemos tener una vida con sentido, “formar una familia unida”, “que mis hijos sean felices”, “poder generar mayor conciencia para cuidar nuestro medio ambiente”, “ayudar a otros a sanarse”, entre tantos otros sentidos, es conectar con tus fortalezas, con cuál puede ser tu aporte en la vida y que no sólo te favorezca a ti. Como dicen los grandes investigadores de la psicología positiva: “el sentido la mayoría de las veces se encuentra cuando miras y te das cuenta qué estás haciendo por los demás…”

Planificar y organizar: tendemos a hacer todo a última hora con la excusa de “no tengo tiempo” o “trabajo mejor bajo presión”, pero los estudios muestran que planificar (de forma flexible) y organizar bien tus tiempos, tus finanzas, tus proyectos, aporta enormemente a tu bienestar y distingue a las personas que se sienten más felices con sus vidas. Muchas veces preguntamos a otros ¿¿¿cómo te alcanza el tiempo para hacer todo lo que haces???, pero todos podemos hacer lo que nos propongamos si nos organizamos bien y en el fondo, todos lo sabemos y alguna vez lo hemos experimentado. Tengamos la voluntad de reorganizarnos, de ver qué integramos a nuestro día a día (más ejercicio, más reuniones con amigos, más encuentros de calidad con mi pareja, actividades motivantes en las que aprenda algo nuevo, etc.) y a qué vamos dedicando menos tiempo (facebook, vagar por internet, mirar sin ver la televisión, etc.) para que nos sintamos más satisfechos con la vida que estamos teniendo, más estimulados y con más energía.

Como ven, este fin de año está lleno de oportunidades, así que al menos detengámonos en alguna para que nuestro nuevo año sea aún mejor. Ser feliz y hacer felices a quienes nos rodean depende de nosotros mismos más que de aquello que nos puede suceder… Un abrazo grande y los mejores deseos para el año que se viene!!

Fuente: www.sanarte.cl

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