Todas las mujeres incluídas las no madres, somos aún más vulnerables que los hombres a la discriminación, al abuso, al maltrato y al sometimiento. Es una amenaza muy presente y potente todavía en nuestros tiempos. Al ser madres quedamos aún más en terreno de batallas, desprotegidas, en descuido, abandonadas y susceptibles de ser dañadas. Pero ojo, NO son los hijos los que nos vienen a poner las cadenas de esclavas, no son ellos los que están robándonos nuestro placer.

Por Dra. Soledad Ramírez

¿Estamos siempre cansadas las madres? ¿es posible aludir esto al peso de la crianza? ¿es esto sinónimo de deterioro de calidad de vida? me preguntaba hace un par de días en relación a leer un artículo por ahí.

Claro que cansa la maternidad, más aún si hay que conjugarla con horas de trabajo. Claro que hay días (y noches) muy agobiantes que nos hacen pensar “en qué me he metido”, pero la experiencia de estar con nuestros hijos debiera ser mucho más que eso…

Las que somos madres, trabajemos profesionalmente o no, sabemos que es una etapa de sobrecarga física, mental y emocional, sin embargo, para la mayoría de las mujeres, y en ausencia de trastornos mentales, la gratificación que obtenemos de parte de la relación con nuestros hijos es mayor y protege de que se vuelva una tarea tan desagradable como a veces se teme. Ser madre agota, pero en muchas opiniones que he leído se están obviando las recompensas emocionales que debiésemos estar recibiendo y disfrutando ojalá todas, más allá del estilo de maternaje que hayamos elegido.

Efectivamente ser mujer madre y profesional implica una doble (o triple o cuádruple!) exigencia, pero en parte el nivel de sobrecarga psíquica que esto conlleve se relaciona con cómo la mujer gestione, transe y equilibre cumplir esas expectativas o exigencias, y no sólo en cuanto a su maternidad sino también a cumplir otros roles.

¿Por qué hay mujeres que están pasándolo tan mal?

Podría hipotetizar varias cosas, partiendo porque creo que no todas las mujeres están eligiendo en verdadera consciencia y libertad tener hijos. Si no hay real deseo de gestar y parir, es esperable que el deseo de criar se instale de manera más dificultosa ¿no?

Pero creo que además existe una sobrecarga derivada de la cantidad de responsabilidades que recaen hoy en la mujer y de la falta de red de apoyo, por lo que lógicamente las mujeres que viven su maternidad en soledad en una sociedad donde todos sus esfuerzos son invisibles están más vulnerables a presentar síntomas de agotamiento y estrés.

En mi opinión es esta soledad en la que se vive la maternidad lo que puede derivar en una vivencia esclavizante, más que la maternidad propiamente tal. Es criar sola lo que más cansa. Y es esa vivencia más el aislamiento y la falta de soporte emocional lo que se convierte en un factor de riesgo para alterar la salud mental de la mujer, sea madre o no por lo demás.

La maternidad agrega una carga, claro que sí, pero no se podría considerar como causal único de deterioro de nuestra salud mental.

Todas las mujeres incluídas las no madres, somos aún más vulnerables que los hombres a la discriminación, al abuso, al maltrato y al sometimiento. Es una amenaza muy presente y potente todavía en nuestros tiempos. Al ser madres quedamos aún más en terreno de batallas, desprotegidas, en descuido, abandonadas y susceptibles de ser dañadas. Pero ojo, NO son los hijos los que nos vienen a poner las cadenas de esclavas, no son ellos los que están robándonos nuestro placer.

Intuyo una evasión a las verdaderas causas actuales de insatisfacción en la mujer el aludir el deterioro de la calidad de vida a la tarea de criar.

Las mujeres actualmente estamos sobrecargadas en varios flancos, algunos mucho más esclavizantes que los hijos. Se nos exige rendir laboralmente bajo estándares de competencia masculina, pero con menos privilegios que ellos, se nos da una responsabilidad en general mayor en cuanto al cuidado de los hijos, pero además se espera que mantengamos las responsabilidades de llevar la casa, gestionar la vida social y familiar, que nos mantengamos físicamente cuidadas según los cánones de belleza imperantes, que respondamos a las demandas de pareja, etc.

Actualmente se está midiendo el ejercicio de la maternidad con estándares casi empresariales y veo que esto amenaza la experiencia placentera de esta. Y hace vivirlo más como una condena. Muchas mujeres se están tomando la crianza como un trabajo profesional con todo lo que ello implica, y con los criterios de competitividad, eficiencia y productividad casi de un corredor de bolsa!. Frecuentemente aparecen artículos acerca de “Cómo tener hijos con mejor autoestima”, “cómo tener hijos exitosos”, “como ser acá y allá”, y eso se vive como exigencia y claramente agobia, por todos lados la madre está recibiendo instrucciones de cómo ser mejor madre, siendo comparada con otras mujeres. O sea es cierto que la maternidad es un trabajo, pero de alguna manera se ha tendido a industrializar casi el ejercicio de ésta y eso asusta… Finalmente las madres que trabajamos terminamos teniendo dos profesiones que debemos ejercer con los más altos estándares de rendimiento y éxito.

Sí veo a muchas mujeres muy cansadas. Sí, yo también me canso…y mucho. A mayor agobio menor posibilidad de disfrutar de nuestros hijos y familia. A menor sensación de recompensa y placer, mayor percepción de insatisfacción. Pero abramos los ojos, miremos a nuestro alrededor y seamos sinceras: ¿por qué estoy tan cansada?.

Se critica y se teme la supuesta sobrecarga que nos impone la maternidad, pero seguimos aguantando otras sobrecargas mucho más abusivas del sistema en que vivimos. ¿Será la maternidad la que nos está esclavizando o la manera de llevarla en el modelo social imperante hoy? La sociedad muchas veces nos hace ingrata la tarea de maternar y nos condena con una serie de exigencias que nos coartan. Tener hijos actualmente está muy poco recompensado por el sistema en que vivimos. Significa un detrimento de condición económica pero también un menor reconocimiento a otros niveles.

Es el esfuerzo  de mantenernos en todos los roles y cumplir todas las expectativas lo que termina agobiando muchas veces. Es la aspiración a la perfección una de las grandes cadenas. Hay poco espacio para la falla, para hablar de lo difícil y esto en parte se relaciona con la falta de tribu, pero también con las expectativas culturalmente impuestas.

Así como la realización personal y la sensación de plenitud no la da el ser madre o no, tampoco la coartación de nuestra felicidad tiene que ver originalmente con tener hijos o no.

Me preocupa también la visión de maternidad que le estamos transmitiendo a nuestros propios hijos. Que les llegue injustamente el mensaje de que por su causa y existencia no hemos podido realizarnos y que su llegada al mundo nos ha condenado. No quiero ni pensar en las consecuencias emocionales a largo plazo para un niño que se siente responsable de la insatisfacción de su madre… El que ellos tomen nota de lo gratificante que es haberlos concebido , gestado, parido y criado no depende sólo de nosotras sino del mensaje de la sociedad entera.

Y el que ellos aprendan a disfrutar depende en gran parte de vernos disfrutar a nosotras y eso es tarea de todos también.

Lo que no se está pudiendo ver muchas veces es que el tener hijos puede convertirse en un regalo de sanación, no de enfermedad…

Fuente: mamadre.cl

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