Si idealizas la idea de tener una pareja, necesitas un toque de realidad. Te proponemos un cambio de perspectiva: no es oro todo lo que reluce.
Me decía una compañera del Laboratorio del Amor que ella cuando caminaba por la calle y veía tantas parejas felices con o sin hijos, con o sin perro, se preguntaba: ¿por qué yo no puedo estar así, emparejada y feliz? Enseguida todas nos apresuramos a contarle que esas parejas felices que van caminando por la calle, a lo mejor no son tan “felices”.
Muchas de ellas están en proceso de separación, según las estadísticas.
Otras están juntas porque creen que no les queda otro remedio.
Unas acaban de discutir a gritos y llantos antes de salir con sus galas de domingo a pasear su “felicidad”, otras llevan sin hablarse una semana.
De todas esas parejas felices que vemos en el súper y en el centro comercial, hay un alto porcentaje de personas que se han arrepentido o se arrepienten de haberse juntado con su pareja.
También es probable que un alto número de ellas apenas tenga encuentros sexuales, si acaso algún sabadete al mes y para de contar. La gente imagina siempre que la pareja es una constante fogata en la que ardemos de deseo hasta el día del Juicio Final, pero la realidad es que el cansancio extremo y el estrés de la vida diaria, la rutina, la convivencia, matan las pasiones y hay que trabajárselo mucho para que la cosa no decaiga.
Hay parejas que viven verdaderos infiernos conyugales, pero no saben o no pueden salir de ellos y se han habituado a pasar la vida peleando y guerreando.
Hay muchas parejas que en realidad no son pareja pero siguen conviviendo juntos, bien “por los niños”, bien por cuestiones económicas o logísticas (no todo el mundo se puede permitir el divorcio).
Hay parejas abiertas que tienen varias parejas, y puede que estés viendo a una pareja poliamorosa que tienen otros amores.
Hay también parejas clandestinas que pasean con miedo a ser descubiertas, a los amantes que pasean se les reconoce porque tienen una sonrisa enorme en su cara y se miran como recién casados. Pero no lo son.
Hay parejas que pasean sin saber que la otra persona junto a la que caminan tiene un amante. Es una dinámica cultural de todas las sociedades basadas en la monogamia: el adulterio es lo más corriente en estos regímenes de amor heterosexual y exclusivo, y esto sucede en todos los países del mundo.
Hay parejas felices en las que las mujeres están sufriendo malos tratos y violaciones a manos de su propia pareja, pero tú no te das cuenta. Y de esas mujeres, algunas serán asesinadas por la violencia machista.
Algunas de esas parejas tienen hijos e hijas que también sufren la violencia machista, los malos tratos y los abusos sexuales de sus padres, padrastros, abuelos, tíos, primos o gente cercana, aunque no puedas verlo cuando van todos vestidos de punta en blanco simulando ser una familia feliz.
La importancia de desmitificar a la pareja
Por eso es tan importante desmitificar a la pareja como la quintaesencia de la felicidad: todas nuestras relaciones humanas son complejas y a menudo conflictivas. En todas sostenemos luchas de poder, dominamos o nos dominan, abusamos o abusan de nosotras.
En todas las relaciones tenemos problemas, especialmente en el ámbito de la comunicación y la solidaridad: no nos entendemos bien, no sabemos discutir sin hacernos daño, no sabemos pactar y negociar los acuerdos para construir la pareja desde la empatía, no sabemos separarnos con amor.
Vivimos en una sociedad organizada en parejas, pero muchas de ellas, quizás la mayor parte, no son parejas felices que viven en el paraíso del amor. Muchas de esas parejas mantienen una imagen de familia feliz y viven sumergidas en un infierno de luchas, o bien viven tranquilas y aburridas soñando con otras vidas y otros amores.
Esta imagen de pareja feliz es una especie de fachada frente al “qué dirán”: uno de los indicadores de haber tenido éxito en la vida es encontrar pareja, y que nos dure.
Y sin embargo, todas sabemos que se está mejor sola que mal acompañada. Son millones las mujeres que suspiran por una vida de soltera, en libertad, disfrutando plenamente de su autonomía y de sus redes afectivas, y sin embargo, son muchas también las mujeres solteras que siguen soñando con poder emparejarse, creyendo que la pareja les dará todo lo que desean: emociones intensas, estabilidad, amor a toneladas, compañía y afecto, sexo increíble… hemos mitificado demasiado la pareja, es hora de aterrizar.
Fuente: mentesana.es
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