Comienza por lo pequeño
Dice un proverbio chino que quien quiere mover una montaña debe comenzar por cargar las piedras pequeñas. A veces nuestros sueños son como una gran montaña: hermosos, monumentales, pero inalcanzables. No nos encontramos cerca de ella, los caminos para subir a la cumbre son inaccesibles, ¡y mucho menos pensamos que podemos cargarla! Sin embargo, todos los grandes logros comienzan con determinación y pequeñas acciones.
Revisa tus creencias
Piensa por un momento qué es lo que quieres lograr. Ahora, escucha en tu interior lo que te dice tu corazón: ¿hay una voz que te anima y te dice que es posible? O, por el contrario, ¿escuchas una voz que opina que será un fracaso seguro? Las creencias juegan un papel importante cuando queremos alcanzar una meta. Tus pensamientos tienen poder. Si tienes una disposición optimista, encontrarás oportunidades y maneras de lograr tus sueños. Por el contrario, si tus creencias son pesimistas, tu enfoque te llevará a encontrar obstáculos y desanimarte con facilidad.
Trabaja con esperanza
Después de estar seguro de que puedes alcanzar tu meta, conviene hacer un plan. La esperanza es una fortaleza de carácter que juega un papel importante en esta etapa, pues consiste en estar seguro de que en el futuro se obtendrá lo deseado, si la persona actúa como agente, es decir, convencida de que sus acciones tienen un impacto en su entorno. Un segundo elemento de la esperanza es la construcción de rutas para alcanzar la meta. Estas rutas son flexibles, pueden ajustarse y modificarse, siempre con el objetivo en mente.
¿Cómo enfrentas los retos?
Observa tu manera de trabajar por uno o dos días. ¿Cómo enfrentas los retos? ¿Los ves como una amenaza o como problemas que pueden solucionarse? Cuando vemos los retos como amenaza, se activan todas nuestras defensas, pero generamos muchas emociones negativas, lo que hace que el enfoque sea estrecho y no miremos con perspectiva. Cuando vemos los retos como problemas que pueden resolverse, se activan emociones positivas como el interés y el asombro, lo cual amplía la perspectiva, facilita la colaboración y, finalmente, lleva a encontrar una solución adecuada.
Reconoce tu propio valor
¿Qué tanto te conoces? ¿Cómo está tu autoestima? ¿Cómo actúas frente al fracaso? Esta última pregunta es clave. Las personas con una autoestima fuerte son capaces de aprender de sus errores y dificultades, pues entienden que la falla no está en su propio valor, sino en la forma en la que enfrentaron el reto. Todos tenemos fortalezas diferentes, que pueden alimentar la perseverancia y llevarnos al logro. Pero es importante que conozcas tus propias capacidades, las valores y te ames: tienes que estar seguro de que lo tienes todo para lograr tus sueños.
Comienza por lo pequeño
Ahora sí, comienza por lo pequeño. Haz un plan semanal para avanzar hacia tu meta. No importa que sólo le dediques una hora a la semana… Claro, si puedes dedicarle más tiempo, será mucho mejor. A veces es sólo cuestión de empezar para que la capacidad de involucramiento se active y todo comience a fluir. Todo gran roble comenzó por ser una pequeña bellota… siembra hoy la pequeña semilla de los grandes logros de mañana.
Fuente: www.cienciasdefelicidad.mx
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