por Cristina Ramos, Psicopedagoga y Arteterapeuta.

Trabajar la rabia en sesiones de Arteterapia es una demanda que tienen muchos pacientes en la consulta. Cada vez más, y a medida que avanzamos en la alfabetización emocional, es decir, en el reconocimiento de las propias emociones, las personas se dan cuenta de la necesidad que tienen de elaborar estos sentimientos. Algunas personas tienden a ocultar los sentimientos de irritación o cólera, ya que socialmente no es aceptado, especialmente en las mujeres.

En la consulta es común escuchar a pacientes decir que cuando se enfadan intentan mirar para otro lado, que han aprendido a callarse o directamente, que se tragan la rabia, pero ¿Podemos hacer desaparecer una emoción tan movilizadora e intensa como la rabia? ¿Es posible dejar de sentir algo por muy poco deseable que sea? La respuesta es negativa.

Al igual que el resto de emociones primarias, la ira es una emoción cuya principal función es la adaptativa, esto significa que si la experimentamos es porque nos ayuda a sobrevivir y más aún, a adaptarnos al medio al que formamos parte. Una de las funciones principales de la ira es la infusión de energía renovada que facilita la defensa y permite a las personas la conseguir las metas deseadas. A menudo, es necesario contactar con la rabia y el enfado tras una experiencia frustrante, para poder poner en marcha acciones de cambio que nos generen bienestar. Por ello, es importante poder contactar con esta emoción, preferiblemente de manera controlada y acompañados, ya que, experimentar ira, puede inclinar a la agresividad, aunque no conduce a ella forzosamente.

Según Francisco Javier Dominguez Sánchez, profesor de Psicología de la UNED, La ira es el sentimiento que emerge cuando la persona se ve sometida a situaciones que le producen frustración o que resultan aversivas. Se plantea como un proceso reanimador que acelera a la acción interrumpiendo los procesos cognitivos que se hallan en curso, centrando la atención y la expresión de afectos negativos en el agente que la instiga y actuando corno defensa en situaciones que comprometen la integridad física o la autoimagen y la propia estima. (Dominguez, 2010 , pág. 317)

Contactar con la ira puede llevarnos a actuar sobre aquello que nos causa la emoción, pero también sobre el control de la propia emoción, permitiéndonos hacer una gestión más saludable en cada contacto.

La creación desde la rabia es de gran potencial ya que es una de las emociones que produce mayor nivel de activación fisiológica y por tanto más movilizadora, las sensaciones que experimentamos en el organismo son: desagrado, estado de alta activación o una conducta poco reflexiva. El tono muscular es más elevado, se incrementa el ritmo respiratorio y la presión sanguínea. Las obras de arte que se producen desde la rabia permiten la representación mediante figuras y formas, texturas de mayor intensidad, favoreciendo la posterior relajación lo que nos lleva a adquirir mayor conciencia de la alteración que hemos experimentado y por tanto permite la reflexión de lo vivido si se hace en un entorno destinado a ello.

Cuando las personas crean desde la ira, tienen la oportunidad de vislumbrar aspectos de su personalidad que a menudo están contenidos o acallados, o que por el contrario, se escapan de manera incontrolada, impidiendo la toma de conciencia sobre las causas que la generan.

Una buena intervención arteterapéutica para elaborar los sentimientos de enfado o frustración es a través del trabajo con la rabia. Al ofrecer a las personas un espacio para liberar su rabia, estamos acogiéndolas en toda su complejidad, permitiendo la integración de los aspectos más enredados de su psiquismo, favoreciendo la reconciliación con las sombras para poder definir la escala de grises.

Trabajar la rabia desde arteterapiaFrecuentemente las personas necesitan acompañamiento y guía para poder acercarse a esta emoción ya que hacerlo de una manera no controlada puede generar mucho malestar y en ocasiones ser contraproducente. Por ello hay que establecer límites seguros y definidos, especificar lo que vamos a hacer y lo que no debemos hacer en el espacio de manera muy clara y firme. Así mismo, nuestra presencia durante el proceso es fundamental para ayudar a la persona a afrontar el presente y evitar que se queden instaurados en la vivencia de experiencias pasadas.

Las técnicas que empleemos deben ser de iconicidad mínima y es recomendable apostar por materiales que favorezcan la estimulación sensorial. En personas que han vivenciado experiencias traumáticas el trabajo con imágenes puede ser muy confrontador y debemos valorar si nuestros pacientes están preparados para un acercamiento tan directo.

El uso de materiales efímeros como la arena, la arcilla o incluso e agua, puede permitir una experiencia movilizadora pero que no deja una huella demasiado encarnada, permitiendo a la persona contactar con el presente tras haber liberado la intensidad necesaria a menudo encerrada en el inconsciente.

Elaborar la rabia con arteterapia puede ayudar a las personas a ser más conscientes de su potencial de cambio y así permitir la puesta en marcha de estrategias de resolución de aquellos conflictos que impiden disfrutar de una mayor salud y bienestar.

Fuente: centta.es

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