Por Carolina Sances, psicóloga infanto-juvenil
De las situaciones familiares más comunes que veo en mi trabajo, la separación de los papás está dentro de las más dolorosas. Cada vez que escucho estas historias me vuelven a conmover la tristeza, la culpa, la rabia, la impotencia y el dolor que veo en los ojos de quien tomó la decisión, en los de quien fue “informado” por su pareja que ya no seguirían un camino común y, sobre todo, en los de los hijos.
Quienes hemos pasado por el duelo de una separación, sabemos lo doloroso que es ver sufrir a los hijos por una decisión que no les pertenece y que, por más que intentemos explicarles, poco entenderán, por lo menos mientras sean niños o adolescentes. ¿Cómo ser capaz de explicarle a un(a) hij@ la situación, si puede ser que ni siquiera los adultos comprendamos bien lo que estamos viviendo?, ¿cómo darle la certeza de que hay algunas relaciones de amor que pueden romperse, pero que la nuestra con él/ella, jamás se romperá?, ¿cómo devolverle la tranquilidad y estructura cotidiana, si después de una separación, muchas veces nosotros mismos no sabemos cómo reorganizar y reconstruir nuestras vidas?, ¿cómo seguir siendo una figura segura, confiable y estable para él/ella, si por dentro nos invade la sensación de miedo e incertidumbre?, ¿cómo estar lo suficientemente presente en este momento doloroso de su vida, si ya no vivo con él/ella o si ahora debo trabajar más para paliar los efectos económicos de la separación?, ¿cómo lograr relacionarme con mi ex pareja, con quien tenemos tantos conflictos y llegar a acuerdos que beneficien a nuestr@ hij@?
En fin, son muchas las preguntas que nos hacemos y que sólo con mucho esfuerzo y la perspectiva que da el paso del tiempo, vamos siendo capaces de responder con mayor o menor dificultad, porque además, cada una de estas preguntas adquieren un matiz distinto dependiendo de la edad que tengan nuestros hijos en el momento de la separación.
Es así como en el caso de l@s hij@s adolescentes, esta crisis adquiere matices particulares a los que debemos estar atentos. El principal es que están viviendo una etapa donde la tarea fundamental es la construcción de la propia identidad (ver articulo Intensamente: cómo piensan y sienten los adolescentes), por lo que se tornan urgentes las preguntas acerca de quién soy, cómo me ven los otros y cómo me diferencio y me relaciono con ellos, quién soy yo en este colegio, en este grupo de amigos, con respeto a mis hermanos, en ésta determinada familia y frente a estos padres.
Al ser un aspecto muy vulnerable en ell@s y a la vez muy influenciable por el contexto, es común que luego de la separación de sus padres, experimenten una sensación de sacudida de su identidad y de gran confusión, al modificarse una de las brújulas que orientan su proceso de identificación.
Pero cada historia es distinta, por lo que no podemos hablar de “los separados”, “los hijos de padres separados” y menos de “los efectos sobre los hijos”, de forma genérica, porque las repercusiones que ésta tenga dependerán de múltiples variables.
Sin embargo, se ha demostrado que la variable más influyente en las dificultades que pueden tener los hijos, es el grado de conflicto que exista entre los padres antes y después de la separación, considerando su intensidad, frecuencia y la forma como éstos se resuelven y se expresan. Es esto lo que marca la diferencia entre que una separación sea solamente una crisis vital o sea una situación traumática para los hijos.
Por lo demás, hoy sabemos que es realmente posible ayudarlos a irse adaptando de mejor manera al proceso de separación e incluso, salir fortalecidos emocionalmente de éste.
A continuación les comparto algunas ideas que pueden dar luces acerca de lo que deberíamos estar atentos en un proceso de separación, contribuyendo así a un duelo más sano en nuestros hijos adolescentes pero, con ciertos matices, se pueden aplicar perfectamente a niños más pequeños:
- EVITAR ABSOLUTAMENTE INVOLUCRAR A LOS HIJOS EN EL CONFLICTO ENTRE LOS PADRES: Esto implica no usar a l@s hij@s como mensajeros, ni como armas para expresar nuestra rabia contra el otro, no emitir juicios descalificatorios respecto del otro padre delante de los hijos, no discutir delante ellos, en fin, puede sonar un poco obvio, pero en medio de la rabia, el estrés, los conflicto no resueltos y las complejas historias que implican una separación, podemos caer en esto bastante fácilmente.
- OJO CON HACER COMO SI SE SIGUIERA SIENDO UNA FAMILIA INTACTA: En ocasiones los padres separados intentan mantener la vida familiar como si nada hubiera pasado, como manera de disminuir el impacto de la separación sobre sus hijos, sin embargo, esto puede crear falsas expectativas en los hijos y escenarios confusos para ellos. Con lo doloroso que pueda resultar, marcar la separación como un hecho real, los ayudará a adaptarse a su nueva vida y a abrirse a la posibilidad de una nueva forma de ser familia. Por otra parte, con el paso del tiempo, lo más probable es que aparezcan en el escenario las nuevas parejas de los padres, con lo que necesariamente se “marcará” la separación de una manera quizá más conflictiva y difícil de manejar.
- GENERAR LA MENOR CANTIDAD DE CAMBIOS POSIBLES: Al menos durante el primer año, es recomendable tratar de no generar otros cambios en la vida de nuestr@ hij@ adolescente, procurando que pueda mantener las relaciones con amigos, familiares, vecinos, colegio, centros deportivos, etc., de manera que no se desestabilicen otras áreas de su vida, para que sigan alimentando y manteniendo su proceso de construcción de identidad.
- TENER UN ESPACIO PERSONAL EN LA CASA DE AMBOS PADRES: para los adolescentes su pieza y su espacio privado es fundamental, por lo que se recomienda que siempre haya un lugar especial para ellos en la casa de ambos padres. Evitar que sea la pieza de alojados, sino que un espacio decorado a su gusto y que le permita sentir ambas casas, como realmente propias.
- OJO CON LA MADUREZ EXPRESS: Es bastante común que algunos adolescentes muestren una sobreadaptación en un principio, mostrándose por ejemplo, comprensivos y apoyadores con alguno de los padres durante las crisis. Es como si presentaran una brusca e inesperada madurez, que puede hacer pensar que la situación no les afectó demasiado. No obstante, se ha observado que quienes presentan estas reacciones, en algún momento en el mediano plazo, muestran dificultades ya sea emocionales, académicas o conductuales. Y es que si bien los adolescentes pueden ser más capaces que los niños de comprender las razones de sus padres para tomar la decisión de separarse, es normal e incluso saludable que por lo menos temporalmente, presenten algún tipo de alteración, ya sea emocional, conductual y/o bajas en el rendimiento escolar.
- ACUERDOS EN LA CRIANZA: Este puede ser uno de los puntos más difíciles, porque no solamente implica ponerse de acuerdo con alguien con quien es probable que tengamos muchos conflictos, sino que también asumir que, en la medida que cada uno de los padres vaya construyendo su propia vida de manera independiente, también irá ejerciendo su propia forma de ser padre. Esto requiere cierta flexibilidad, porque seguramente habrá cosas con las que no estaremos de acuerdo, pero por lo menos en los aspectos más importantes de la crianza, es necesario tener como meta llegar a acuerdos para se tenga una orientación común.
- LA IMPORTANCIA DE LA RECUPERACIÓN DE LOS PADRES: Esto tiene una gran relevancia en la evolución que tengan sus hijos. Con esto me refiero a la recuperación emocional de ambos, a que el padre que se fue de la casa encuentre un lugar más definitivo donde vivir, a que ambos reorganicen sus rutinas, en fin, que ambos sean capaces de recuperar su autoimagen, su autoestima y reconstruir sus vidas. Reconocer genuinamente que gran parte de nuestro bienestar depende del de nuestros hijos y que gran parte del de ellos, depende del nuestro, nos podrá inyectar energías para rehacer nuestras vidas e ir avanzando en el duelo y si vemos que nos está costando mas de la cuenta, buscar ayuda profesional puede ser muy recomendable.
Fuente: mamadre.cl
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