Mirando atrás, me doy cuenta de que, estando embarazada, me dejé llevar por mi intuición cuando decidí tomar las riendas de mi embarazo y vivirlo desde la consciencia. Estas son algunas de las herramientas que me ayudaron. Estoy segura de que tú tendrás las tuyas propias. Las comparto aquí como simples sugerencias, para que cada quien adopte las que considere apropiadas.
- Infórmate. Toma tus propias decisiones. Piensa en el tipo de parto que quieres tener (la postura en la que quieres parir, las intervenciones que permitirás que se te practiquen, las personas que estarán a tu lado, etc.). Si tu médico no comulga con tus ideas, cámbiate a otro. La epidural, por ejemplo, es un gran invento, pero su uso tiene consecuencias que probablemente tu ginecólogo no te contará. Si decides usarla, al menos que sea una decisión informada. Infórmate también acerca de la episiotomía, la importancia del contacto piel con piel con tu bebé y el inicio de la lactancia en la hora posterior al parto, las intervenciones que se le practican de manera rutinaria a los recién nacidos (no todas son imprescindibles), el papel de la oxitocina, etc. Piensa en cómo quieres que llegue tu bebé al mundo y cómo quieres que sea su bienvenida. Pero no permitas que nadie te diga lo que tienes que hacer. La decisión es sólo tuya.
- Dentro de lo posible, baja el ritmo. El embarazo es tiempo de introspección. Estamos más cansadas, nos cuesta más concentrarnos, somos más lentas: las necesidades de nuestro cuerpo reflejan también las de nuestro espíritu. Escúchate. El embarazo (y el primer año del bebé) no es momento de iniciar proyectos, ni de aventurarse a nuevos cambios. No sólo porque el estrés es dañino para el desarrollo de tu bebé, sino porque los cambios externos te distraen de tu verdadera tarea, que es gestar. Gestar y gestarte. Recuerda que también darás a luz a una nueva madre. Son los cambios interiores los que requieren tu atención en estos momentos (y sí: el embarazo tiende a hacernos menos productivas. ¿Y qué? ¿Acaso es poco crear vida?)
- Habla con tu bebé. Cuéntale lo que estás haciendo, háblale de tus esperanzas y de tus miedos. Sé honesta con él. Comparte tus dudas, admite que no tienes todas las respuestas. La relación con tu hijo se gesta desde el vientre, si eres capaz de mostrarte tal cual eres antes de que nazca, más adelante serás capaz de comunicarte con él de manera abierta y honesta, y él hará lo mismo contigo. Puedes escribirle cartas o llevar un diario de tu embarazo que él podrá leer cuando tenga la edad suficiente (no se me ocurre un regalo más bonito para un hijo). No olvides involucrar también a tu pareja, háblenle juntos al bebé, pongan música, disfruten.
- Muévete. El ejercicio moderado no sólo es sano para tu cuerpo, sino también para tu espíritu. Puedes asistir a una clase de yoga para embarazadas, por ejemplo, o simplemente salir a caminar. Presta atención a cómo se siente tu cuerpo mientras lo haces. Respira aire puro. Y si necesitas descansar, hazlo.
- Dedica unos minutos al día a meditar. Si nunca lo has hecho, simplemente siéntate cómodamente, cierra los ojos y observa tu respiración. Permite que los pensamientos pasen por tu mente sin detenerte en ellos. Siente tu cuerpo. Eso es todo.
- ¡Ríete! Haz todo aquello que te haga feliz. Tu bebé comparte tus emociones: si estás alegre, él también lo estará.
¿Qué es el embarazo consciente? revísalo aqui
Fuente: naceunamama.com
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